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Medina del Campo, Villa de las Ferias MEDINA DEL CAMPO, Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística

 

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El Príncipe Juan
El Príncipe Juan

Tal vez, amigo que esto lees, acabas de tomarme en tus manos y estás a punto de dejarme, pensando que se trata de un cuento de hadas y príncipes encantados, ¡Aguarda un momento!: Los hechos que vamos a analizar, son rigurosamente históricos. Ellos nos van a poner en contacto con la alegría y el dolor de una gran mujer, que tiene mucho que decirte, y tienes un rato para escucharle.

La esperanza no defrauda: De cómo la reina oraba a Dios pidiendo un hijo varón.

Al año siguiente de su matrimonio, celebrado en Valladolid el 19 de octubre de 1469, vieron los Reyes alegrado su hogar con el nacimiento de su primogénita, la princesa Isabel, que nació en Dueñas (Palencia) el 1º de octubre de 1470.

Don JuanPasaban los años y la Reina veía frustradas sus esperanzas de una nueva maternidad. Pedía ardientemente a Dios el don de los hijos, especialmente de un hijo varón, que pudiera ser jurado por las Cortes de Castilla y Aragón, ya que en este Reino la ley sálica impedía reinar a las mujeres.

La providencia visible de Dios fue para la Reina el médico judío Lorenzo Badoç, que lo era de los Reyes de Aragón, él se ocupó, de la delicada salud de la Reina, después del nacimiento de su primera hija. Alborozo indecible en todo el reino, al conocerse el próximo alumbramiento de la Reina.

El 30 de junio de 1478, en el Alcázar de Sevilla, Isabel dio a luz un niño; las campanas lo anunciaron alegres junto al tronar de los cañones. El pueblo celebró tan grato acontecimiento con tres días y tres noches de fiesta ininterrumpida.

"¡Oh quántos plazeres España sintió
en todos lugares haziendo alegrías,
fiestas las noches y fiestas los días

Cuando ya el Príncipe ya nos nació!"

Juan del Encina

Fue bautizado el jueves, 9 de julio y se le impuso el nombre de Juan, como sus dos abuelos.

Príncipe del Renacimiento: la esperanza de España.

"De allá, desde el cielo, la tierra dotaste
de Príncipe tal que tal nunca fue,
tan bueno, tan justo, tan lleno de fe,
que vien pareció que en él te esmeraste..."

Juan de Encina

Se encargó de su formación a Fray Diego de Daza, hacia mediados de 1485 comienza la actuación de este sabio dominico, junto al PríncipEl Príncipe E Isabele. Su confesor era el P. García de Padilla y sus ayos D. Juan de Zapata y D. Juan Velázquez. Sin embargo, los Reyes, a pesar de sus muchas ocupaciones de estado, jamás descuidaron la educación de sus hijos, sino que personalmente se ocuparon de la formación de cada uno. [Gif]

Humanistas italianos fueron incorporados a la Corte con el fin de completar la formación del Príncipe. [Gif]

Desde los 10 años se le instruyó en las justas y torneos ya que debía ser armado Caballero, como así lo hizo en Monclín, cuanto tenía doce años. En la guerra de Granada estuvo al frente de ciento treinta y cinco caballeros miembros de Órdenes Militares. Estuvo junto a los Reyes en la entrega de las llaves de Granada, que pasaron pos sus manos.

Recibió a Colón en Barcelona y apadrinó el bautismo de los primeros indios.

Como buen príncipe del Renacimiento, era asimismo un avezado cazador, tocaba el monocordio y cantaba. Sabía jugar al ajedrez y a los naipes y alguna vez asistió a corridas de toros, que tanto desagradaban a la Reina.

En 1496, al cumplir los 18 años, se le puso Casa propia en Almazán.

Boda Real

"¿Quién dirá el gozo que España mostró,
sintiendo gran alegría destos casamientos,
las fiestas, los trajes, los recebimientos,
después de que en España la princesa entró?"

Juan de Encina

El 20 de enero se firmaron en Amberes las capitulaciones matrimoniales y en febrero de 1497, Margarita de Austria embarcó rumbo a España. [Gif]

Era una jovencita rubia, muy alegre e ingeniosa. Antes de llegar a Burgos para alegría de los Reyes y de España entera, don Juan y la Princesa ya estaban enamorados.

El matrimonio se celebró en la intimidad, con una Misa rezada. El 2 de abril tuvo lugar la Misa solemne en la Catedral. La Reina Isabel, con generosidad sin igual, hizo a la novia el más rico presente de bodas que jamás se haya visto, entre los regalos estaba el célebre collar de Aragón con que Fernando pidiera la mano de Isabel.

Campanas de duelo: La prueba de la esperanza

Después de las fiestas de la boda, preparaba la real familia un viaje a la raya de Portugal, para entregar a la Princesa Isabel, al Rey don Manuel. Los recién casados no pudieron acompañarles por enfermedad de D. Juan, quien para terminar de restablecerse eligió, junto con su esposa, la ciudad de Salamanca, que habían recibido en señorío y cuya sede episcopal acababa de ser ocupada por fray Diego de Daza. Él les albergaría y velaría por su salud, que siempre había sido causa de grandes preocupaciones para la Reina.

La vida conyugal no parecía sentar bien a la débil salud del Príncipe, tan enamorado de su joven esposa... Entre el Pueblo, corrió la leyenda del Príncipe que murió de amor.

Salamanca, el emporio de las letras, abierta al Renacimiento, medieval en cuanto a sus monumentos, les recibe con alborozo indescriptible.

"Mostró Salamanca tal gozo, en llegando
los príncipes ambos, tan bien recibidos,
que todoa andaban en gozo encendidos
.................................................................
los unos tañendo, los otros cantando"

Juan de Encina

Durante varios días se celebraron espléndidos festejos

BRUTO
Bruto

Cuando Fernández de Oviedo que entre los perros de caza del Príncipe, Bruto era el preferido. Era un lebrel con cierta mezcla de alano, no tenía la cabeza muy bonita pero era fuerte y sobre todo parecía entender cuando don Juan le decía; "Bruto, busca mi guante" y el fiel lebrel se volvía hasta encontrarlo y lo traía en la boca, con tal cuidado que lo entregaba sin embabarlo ni estropearlo.

Estando un buen grupo de hombres algo apartados del Príncipe, le decía éste: "Bruto, tráeme a aquel hombre"... Y Bruto legaba y tomaba, con suavidad, por el brazo a uno y miraba a don Juan: "Ese, no" y lo soltaba, hasta que acertaba con él.

Bruto acompañó el último sueño del Príncipe en Salamanca. El día en que el Príncipe fue enterrado, en la iglesia mayor, -antes de ser trasladado a Sto. Tomás de Ávila- el lebrel se echó a la cabeza de la tumba, en tierra. Aunque le quitaron de allí el volvía a ocupar su lugar, al ver como insistía en acompañar la tumba del Príncipe, le pusieron un cojín y allí se estuvo mientras el cuerpo estuvo allí sepultado. Le llevaban a comer y beber y solo salía cuando tenía alguna necesidad y regresaba enseguida a su almohada. Allí le encontraron el Rey y la Reina y las infantas doña María y doña Catalina, cuando regresaron de acompañar a la infanta Isabel a Portugal y la Reina lo tomó y se lo llevó consigo.

Otro relato del mismo Fernández de Oviedo, dice que Bruto murió de allí a poco tiempo, pues se le veía triste, comía poco y despacio, parecía no vivir desde que su real Amo murió.

en honor a los recién casados. Sin Embargo poco duró la alegría pues según Anglería, testigo de vista, don Juan cayó gravemente enfermo el 27 de septiembre. A los tres días escribió el Sr. Obispo a los Reyes una carta llena de preocupación por la salud del enfermo, que apenas come y ruega la presencia de los Reyes como único remedio a su salud.

Acababa de marchar para Portugal la princesa Isabel, cuando la Reina cayó enferma. Al día siguiente llegó un correo de Salamanca, reventando caballos, con tan malas noticias. "Vuelan alcanzándose los correos que enteren a los padres del curso de la fiebre. Va de mal en peor cada día." Sin aguardar un momento tomó el Rey su caballo y salió hacia Salamanca. La Reina, enferma, quedó aguardando noticias en una cruel agonía.[Gif]

"Llegó el Rey para asistir a los últimos momentos de la vida de aquel heredero de dos mundos, que aceptaba la muerte con la convicción religiosa que su madre le inculcara... Falleció en la noche del 3 al 4 de octubre."

Inmediatamente le comunica don Fernando tan triste noticia al Condestable de Castilla, vale la pena que le escuchemos: "el qual dio su animo a nuestro Señor con tanta deboción y en tanto conosçimiento suyo e tan católica e cuerdamente que, mediante su misericordia, confio en su piedad questa en su santa gloria. Séanle dadas muchas gracias por todo, y yo me parto a la ora la via del camino que ha de traer la Reyna, porque para semejante nueva me paresce ques razon hallarse en ella."

Al ver llegar al Rey, doña Isabel pensó que el Príncipe se hallaba fuera de peligro, sin embargo, por la expresión de su rostro, adivinó que algo muy serio había ocurrido:

-¡Decirme la verdad, señor! le pidió

Está ya con Dios, contestó Fernando

Aquella gran Reina palideció, temblorosa. "El primero cuchillo de dolor que traspasó el ánimo de la Reyna" dice Bernáldez. Luego inclinó la cabeza y fijo:

-Dios nos lo dio, Dios no lo quitó.

¡Bendito sea Su santo Nombre.!

Los Reyes permanecieron varios días a solas con su dolor mientras tanto las campanas de España tocaban a difunto por el Príncipe; el pueblo vistió sus ropas de luto, cubrió de negro puertas y murallas de las ciudades y suspendió temporalmente todo negocio público o privado". (Walsh)

"La gran flor de España llevó Dios en flor,
en flor floreciente de mucha virtud,
su gran majestad, real celsitud
nos dexa en España muy mucho dolor."

Juan del Encina

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