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JUANA "LA LOCA" Y FELIPE "EL HERMOSO"


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Isabel dicta el testamento en el lecho de muerte, Palacio Real Testamentario. Hoy Museo con exposición permanente. Horarios de apertura. De martes a sábados. Mañanas 10:00 - 14:00 h. Tardes 16:00 - 19:00 h. Lunes, domingos y festivos 

Isabel dicta el testamento en el lecho de muerte, Palacio Real Testamentario. Hoy Museo con exposición permanente. Horarios de apertura. De martes a sábados. Mañanas 10:00 - 14:00 h. Tardes 16:00 - 19:00 h. Lunes, domingos y festivos .Mañanas 11:00 - 14:30 h. Se establecen como días de cierre: del 24 de diciembre al 1 de enero, el 6 de enero y 2 de septiembre, y con horario reducido de media jornada del 1 al 8 de septiembre. Tarifas: Tarifa general: 2.50 €. Tarifa especial: 2 €.Tarifa reducida: 1.50 €. Empadronados en Medina del Campo: 1€. La tarifa especial se aplicará a mayores de 65 años, menores de 26 años, grupos de más de 25 personas, desempleados y familias numerosas (mayores de 26 años). La tarifa reducida se aplicará para niños de 3 a 7 años, menores de 26 años miembros de familia numerosa. Los menores de 3 años no estarán sujetos a pago por este concepto. Servicio de visitas guiadas. Alquiler de audioguías (castellano / inglés)

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Juana I la Loca (1479-1555), reina de Castilla (1504-1555) y de Aragón (1516-1555), apenas desempeñó el poder que tales títulos parecían suponer, dado que los verdaderos gobernantes fueron, sucesivamente, su esposo Felipe I el Hermoso, su padre Fernando II y su hijo Carlos (el futuro rey Carlos I y emperador Carlos V).

Tercera hija de Isabel I de Castilla y de Fernando II de Aragón (los Reyes Católicos), nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479, y, educada por Beatriz Galindo, fue una de las princesas más instruidas de la Europa de la época. De acuerdo con la política internacional de su padre, tendente a reforzar las relaciones con el Sacro Imperio Romano Germánico y fortalecer la política antifrancesa, en septiembre de 1496 contrajo matrimonio con el archiduque Felipe, primogénito del emperador Maximiliano I y de María de Borgoña. Tras el fallecimiento de sus hermanos Juan e Isabel en 1497 y 1498, respectivamente, y el de su sobrino Miguel (hijo de esta última y del rey de Portugal Manuel I el Afortunado) en 1500, pasó a ser heredera de Castilla y Aragón. Pese a las claras señales de enajenación mental y a las tendencias francesas de su marido, su madre Isabel la nombró heredera en su testamento, aunque especificó que en caso de ausencia o incapacidad administrase el reino Fernando II el Católico hasta la mayoría de edad de su nieto Carlos.

Juana y su marido fueron reconocidos como herederos por las Cortes de Castilla y las de Aragón en 1502. Muerta Isabel (1504), Fernando tenía esperanzas de conservar el gobierno en nombre de su hija, pero la actitud de una parte de la nobleza castellana, que se acercó a Felipe, le obligó a retirarse a Aragón. Durante un breve periodo, gobernó en Castilla Felipe el Hermoso, pero su fallecimiento (ocurrido el 25 de septiembre de 1506) y la consecuente acentuación del desequilibrio de Juana hicieron que su padre asumiera de nuevo el gobierno de Castilla en 1506.

De su matrimonio con Felipe dio a luz, además de a quien se convertiría en el emperador Carlos V (nacido en 1500), a: Leonor de Austria (1498), futura reina de Portugal (1518-1521) tras casarse con Manuel I el Afortunado, y de Francia (1530-1547) al contraer matrimonio con Francisco I; Isabel de Austria (1501), quien habría de ser reina de Dinamarca desde 1515 hasta 1523, luego de desposarse con Cristián II; Fernando I de Habsburgo (1503), futuro sucesor de su hermano Carlos en el desempeño del Sacro Imperio desde 1558; María de Austria (1505), que, en 1522, accedería al reino de Hungría y, desde 1531 hasta 1555, sería gobernadora de los Países Bajos; y Catalina de Austria (1507), la cual pasaría a ser reina de Portugal en 1525 al casarse con Juan III el Piadoso. Cuando murió Fernando II (25 de enero de 1516), el nieto de éste, Carlos, se hizo dar el título de rey de las dos coronas (la de Castilla y la de Aragón), aunque Juana siguió siendo reina y en los documentos su nombre figuraba en primer lugar. Por lo demás, permaneció alejada de toda actividad política en su residencia de Tordesillas (Valladolid), donde se encontraba cuando se dirigieron a ella los principales dirigentes de la revuelta de las Comunidades en 1520 con el objetivo insatisfecho de ganarla para su causa. Falleció en dicha localidad el 11 de abril de 1555.

Juana, apodada más tarde "La Loca", fue hija de los Reyes Católicos de España. Nació en Toledo en 1479 con un destino muy claro: vivir y morir de amor. Cuando cumplió 16 años se casó con Felipe de Austria, hijo de Maximiliano I.

La boda, que en principio fue por conveniencia política, terminó siendo por pasión. Los jóvenes, nada más verse, supieron lo que era la atracción.

De hecho, hubo dos bodas. Una primera, más modesta, porque Felipe, apodado "El Hermoso" quería consumar de una vez el matrimonio. Otra, más tarde, digna de un matrimonio real.

El amor que Juana le profesaba a su marido era enorme. Sin embargo, la joven era contestada con engaños. El matrimonio no pudo cambiar el gusto por los escarceos amorosos que tanto le gustaban a Felipe, y que tanto molestaban a ella. A pesar de los ataques de celos de ésta y de las continuas discusiones, la pareja tuvo seis hijos.

La muerte de sus dos hermanos, sucesores al trono, dejó a Juana al poder del país. Esta situación hizo que la pareja tuviera que viajar por toda España. En estos viajes los celos destrozaban a Juana. Sufría tremendas depresiones, y la respuesta de su marido volvía a ser los engaños.

Sin embargo, la locura real de esta mujer llegó cuando su marido, después de jugar a pelota, se tomó un refresco y murió, según versiones oficiales, de pulmonía. Juana estaba embarazada de nuevo y no quería enterrar a su marido.

Fallecimiento Felipe apodado "El Hermoso"

Fallecimiento Felipe apodado "El Hermoso"

El amor, un amor loco, la llevó a deambular por España con el féretro de su marido a cuestas. Viajaba de noche y se hospedaba en lugares donde ninguna otra mujer podía acceder. Su problema mental se hizo patente entonces.

El pintor rosales plasmó el intento de huida de la reina Juana desde MedinadelCampo a Flandes. Si miráis detenidamente el cuadro, se plasman dos accesos al Castillo.
Publicación gentileza del Castillo de la Mota

El pintor rosales plasmó el intento de huida de la reina Juana desde MedinadelCampo a Flandes. Si miráis detenidamente el cuadro, se plasman dos accesos al Castillo.
Publicación gentileza del Castillo de la Mota

"La Loca" como pasó a la historia, en vez de recibir ayuda especializada, fue internada en Tordesillas. No quiso asearse nunca, ni cambiar sus negros ropajes. En 1555 Juana murió cubierta de llagas por las condiciones infrahumanas en las que pasó el resto de su vida. El amor acabó con ella.

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25-11-05 - La RAH acoge desde mañana unas conferencias sobre la faceta más desconocida de Juana de Castilla, "loca, pero no tonta".

La Fundación Rafael del Pino organiza seis conferencias que inaugura mañana el historiador Miguel Angel Ladero Quesada.

(EUROPA PRESS) -

La Real Academia de la Historia (RAH) acoge en su sede, desde mañana y hasta el próximo 9 de diciembre, el ciclo de conferencias titulado 'Doña Juana. Reina de Castilla', donde varios expertos esclarecerán lo que esta monarca fue y representó como mujer, aún envuelta en la leyenda. Las charlas, a cargo de los historiadores Miguel Angel Ladero Quesada, Manuel Fernández Alvarez, Joseph Pérez, Bethany Aram, Julio Valdeón y Luis Suárez Fernández, dejará constancia de la faceta más desconocida de Doña Juana, una reina "loca, pero no tonta".

¿Loca o víctima de las circunstancias? Entre ambas teorías se han movido los historiadores para analizar el comportamiento de Juana la Loca. Como explicó hoy en rueda de prensa Suárez Fernández, la propio Isabel La Católica responde a esta duda. "Loca pero no tonta", subrayó el académico, sobre una reina que reinó pero no gobernó, a excepción de unos meses entre 1506 y 1507, "que fue reina única". "Juana tenía una mezcla de esquizofrenia y de capacidad de entendimiento", aclaró.

Con Doña Juana, madre de dos emperadores -Carlos y Fernando- y de cuatro reinas -Leonor de Portugal y de Francia, Isabel de Dinamarca, María de Hungría y Catalina de Portugal- "se afirmó un hecho", según Suárez Fernández: "que las mujeres no sólo transmiten los derechos, sino que ejercen también el poder", señaló el experto, que clausurará el día 9 este ciclo con una conferencia titulada 'La coyuntura europea al comienzo del reinado'.

LO FANTÁSTICO Y LO REAL

Ladero Quesada, que se encargará mañana de inaugurar estas charlas con la ponencia 'Doña Juana, Infanta y Princesa', señaló que se conoce a esta reina por lo que se ha contado de ella en el cine, el teatro y la literatura, por su "gran notoriedad y vida misteriosa", en la que se mezcla "lo fantástico y lo real". Ese es el acercamiento "más atractivo" a su figura, pero en estas conferencias se mostrará a Doña Juana como hija de los Reyes Católicos.

De esta manera, Ladero Quesada hablará de cómo debió de ser la vida en la corte de Isabel I -cómo se educaba a los Infantes, cómo se vestía, qué se comía...-, en resumidas cuentas, una aproximación de la figura de la Infanta Juana en su infancia y adolescencia hasta que se casa con Felipe.

AFECTO PROFUNDO A SU PADRE

"Un afecto profundo a su padre", el rey Fernando, es quizá la faceta más desconocida de Juana la Loca, como detalló Suárez Fernández. "Era en quien confiaba todo y le permitió retirarse a Tordesillas, a esa vida fría, pero tranquila", afirmó, recordando que, curiosamente, quien mostró también mucho afecto por esta Reina fue la segunda esposa de Fernando el Católico, doña Germana de Foix.

En el ciclo, cuyas conferencias se celebrarán en la sede de la RAH a las 19.30 horas, también participarán Fernández Alvarez (29 de noviembre) con la charla 'La cautiva de Tordesillas'; mientras que Pérez hablará sobre 'Doña Juana y los comuneros', el día 30. Ya en diciembre, serán Aram (día 1) con 'La casa de Doña Juana' y Valdeón (día 2), con 'La reina y sus planteamientos políticos' quienes participen en el mismo.

'Doña Juana. Reina de Castilla' está organizado por la RAH y la Fundación Rafael del Pino, y con él concluyen dos ciclos y la exposición que se organizó el año pasado coincidiendo con el V Centenario de la muerte de Isabel la Católica.

"El reinado de doña Juana ha merecido y sigue mereciendo la atención de distinguidos historiadores especializados en el estudio del acontecer de la primera mitad del siglo XVI", concluyó, por su parte, el director de la RAH, Gonzalo Anes.

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23-10-11 - Tesoros en forma de documento

Rabanera pone en valor un manuscrito firmado por Juana de Castilla hace 500 años donde confirma los privilegios concedidos al municipio dos siglos atrás por Fernando IV.

BELÉN ANTÓN | RABANERA

El alcalde de Rabanera, Tinín Elvira, y el concejal Luis Marcos exhiben los manuscritos. B.A.
El alcalde de Rabanera, Tinín Elvira, y el concejal Luis Marcos exhiben los manuscritos. B.A.

El 18 de octubre de 1511 Juana I de Castilla confirmó un privilegio que en el año 1304 concedió el rey Fernando IV de Castilla y León a Rabanera de la Sierra, como se le conocía entonces. Hoy, 500 años después, el Ayuntamiento de esta localidad pinariega quiere poner en valor este manuscrito que conserva intacto a pesar de sus cinco siglos y que habla, en el presente, del pasado y de la historia de la localidad. Este privilegio que Fernando IV concedió a Rabanera, consiste, cómo explicó ayer su alcalde, Tinín Elvira, en que el pueblo pagara al rey impuestos sólo por 20 vecinos contribuyentes, a los que entonces se les designaba pecheros, en vez de por 40, cómo lo tenía asignado por el encabezamiento. 

«En aquella época, la bajo medieval, los reyes sólo firmaban privilegios de por vida y estos quedaban anulados cuando morían. Pero una vez que se nombraba el nuevo rey, los titulares de los privilegios debían suplicarle la confirmación de los mismos», explica Tinín Elvira, que recuerda que la confirmación de estos privilegios era un trabajo muy laborioso ya que cada rey editaba un nuevo documento que empezaba con su confirmación y proseguía con la reproducción del texto original del privilegio y de las confirmaciones realizadas por los reyes anteriores, desde el que la concedió hasta el último. 

«Este procedimiento fue así hasta que en el año 1562 Felipe II ordenó que no se copiaría lo anterior, sino que después de comprobar que era legítimo, se autorizase su continuidad con un sello real», afirma el alcalde de Rabanera del Pinar. El documento que guarda como un tesoro el Ayuntamiento de Rabanera comienza con la confirmación de Doña Juana y continúa con las siguientes, las que hicieron sus antecesores, los Reyes Católicos en Granada en 1491, Enrique IV en Medina del Campo en 1458, Alfonso XI en Burgos en 1453 y Fernando IV en Burgos en 1304. Aunque en su nombre, este documento no está firmado por la reina que ha pasado a la historia por el sobrenombre de ‘La Loca’, sino por su padre, Fernando el Católico, ya que ella en 1511 ya estaba encarcelada en Tordesillas, de hecho, de los 51 años que reinó Doña Juana, 46 los pasó encerrada, como recuerda Tinín Elvira. 

Exposición. Durante el pasado mes de agosto ya se recordó el quinientos aniversario de la firma de este documento con una exposición que albergó el Ayuntamiento de Rabanera. Además, desde el consistorio se han reproducido y traducido estos documentos para que todos los vecinos y demás personas tengan acceso a ellos, un trabajo, en el que cómo recordó Tinín, han tenido mucho que ver José y Mariano Contreras Crespo. Igualmente, del propio texto confirmado por Doña Juana, el Ayuntamiento posee y ha reproducido otros dos textos, la confirmación llevada a cabo por Felipe II en 1562 y la realizada por Fernando VII en 1819. 

Este privilegio, del que ya han transcurrido 707 años de su concesión y 500 de la confirmación de la Reina Doña Juana, perdió su vigencia y Rabanera sigue el tratamiento, a efectos de impuestos, que establece la ley general tributaria. Para Tinín Elvira, es importante dar a conocer este manuscrito. «Es una noticia de ámbito cultural. Creo que es importante conocer el pasado para poder actuar en el presente y en el futuro», señaló.  


" ELEGIA A DOÑA JUANA LA LOCA "

Federico Garcia Lorca

Princesa enamorada sin ser correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

Eras una paloma con alma gigantesca
cuyo nido fue sangre del suelo castellano,
derramaste tu fuego sobre un cáliz de nieve
y al querer alentarlo tus alas se troncharon.

Soñabas que tu amor fuera como el infante
que te sigue sumiso recogiendo tu manto.
Y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.

Tenías en el pecho la formidable aurora
de Isabel de Segura. Melibea. Tu canto,
como alondra que mira quebrarse el horizonte,
se torna de repente monótono y amargo.

Y tu grito estremece los cimientos de Burgos.
Y oprime la salmodia del coro cartujano.
Y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra tembloroso y rasgado.

Tenías la pasión que da el cielo de España.
La pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡Oh princesa divina de crepúsculo rojo,
con la rueca de hierro y de acero lo hilado!

Nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,
ni el laúd juglaresco que solloza lejano.
Tu juglar fue un mancebo con escamas de plata
y un eco de trompeta su acento enamorado.

Y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

Para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
O se enredan serpientes a tus senos exhaustos...
¿Dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿Dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?

En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.
Y Granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

Eloisa y Julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de Castilla
a dormir entre nieve y ciprerales castos.

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios; la sierra, tu retablo.
Un retablo de nieve que mitigue tus ansias,
¡con el agua que pasa junto a ti! ¡La del Dauro!

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la yedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y el arrayán romántico.

Princesa enamorada y mal correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

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08-03-2021 - Juana la generosa, no la loca

  • Ofreció medio millón para las obras de la Plaza de Bibarrambla, pagaba puntualmente a los músicos, vigilaba la salud de las prostitutas y regaló sus zarcillos de brillantes a la Virgen.

JOSÉ LUIS DELGADO

La reina Juana de Castilla pintada por Pradilla / M. P.

La reina Juana de Castilla pintada por Pradilla / M. P.

Hablemos hoy de esta mujer enterrada en Granada hace casi 500 años. La tienen por loca y celosa pero la reina Juana debiera ser recordada por su generosidad, su cultura y su belleza. Ya resaltamos su hermosura (ver mi artículo Juana la Hermosa, no la loca, en Granada Hoy2014); sabemos también de su cultura; sabía latín y francés; conocemos su sensibilidad para la música; tocaba instrumentos de cuerda y se crió en la corte de los Reyes Católicos tan amantes de la música.

Su madre Isabel, gran aficionada, así lo inculcó a sus hijos. Era la época de Juan del Encina, Juan de Anchieta, Antonio Cabezón, Francisco Peñalosa, etc. La propia Juana incorporó a su capilla al célebre organista Cipriano Soto y mantuvo siempre un enorme celo en que se pagara puntual y generosamente a los músicos. Afición compartida con su esposo Felipe el Hermoso y que ambos supieron trasmitir a su hijo, el futuro Carlos V.

Monumento a la reina Juana en Tordesilla / G. H.

Monumento a la reina Juana en Tordesilla / G. H.

Especial sensibilidad mantuvo también con Granada cuando se realizaban las obras para la ampliación de las plazas Nueva y Bibarrambla. Firma un documento fechado el 19 de mayo de 1518 en Medina del Campo por el que "se da a la ciudad de Granada…quinientos mil maravedís para finalizar las obras de esta plaza". Años antes, en 1505 hizo derribar casas de su patrimonio para el ensanche de la plaza Hatabín, la que sería luego Plaza Nueva, según una provisión real firmada por la reina Juana en Segovia. No fueron los únicos gestos de generosidad para con la ciudad de Granada.

También se preocupó de la higiene de los prostíbulos regulando el trato a las mujeres frente a los abusos de Martín Sánchez, el padre de la mancebía en Granada. El 12 de agosto de 1539 se pregonaron en la Plaza de Bibarrambla unas ordenanzas municipales para acabar con los abusos. Se dan normas velando por la higiene y la salud de las prostitutas; se les ha de dar buena comida diaria: dos libras de pan, una libreta de carne, mitad carnero, mitad vaca o cerdo; medio cuartillo de vino, berzas, nabos, berenjenas y un rábano, ensalada y fruta; todo al precio de 25 maravedíes diarios. Se permite que las mujeres puedan traer de sus casas cabrito o aves y, para los días de vigilia, pescado. Y si no se cumple esto se obligará a pagar 2.000 maravedíes al padre de la mancebía.

Tumba de Felipe y Juana. Capilla Real de Granada / J. L. D.

Tumba de Felipe y Juana. Capilla Real de Granada / J. L. D.

Las Plazas Nueva y Bibarrambla. Siglo XVI / G. H.

Las Plazas Nueva y Bibarrambla. Siglo XVI / G. H.

Narran los cronistas un curioso suceso acaecido en noviembre de 1501 a raíz de un viaje de Juana y Felipe desde Bruselas a España por tierra, ya que por el mar era muy arriesgado. Quería Fernando el Católico que su yerno conociera el país como heredero que sería de Castilla y Aragón. Al atravesar Francia fueron recibidos por el rey Luis XII en el castillo de Blois; allí los invitados permanecieron varios días; al llegar el domingo, en la misa de acción de gracias y cumpliendo una vieja tradición, la reina de Francia Ana de Bretaña entregó una monedita a doña Juana para que la depositase en la bandeja como tributo a la Iglesia.

Juana miró la moneda, le pareció escasa y en su lugar y como prueba de generosidad y tal vez de superioridad lo que depositó fue uno de sus pendientes adornado de piedras preciosas. No gustó el gesto a la reina de Francia y fue Felipe el Hermoso el que devolvió el zarcillo a Juana argumentado que quedaría el par desemparejado. Fue entonces cuando Juana se quitó el otro pendiente y regaló el par completo al capellán real, el cual lo engarzó encantado en la corona de la virgen.

Capilla Real. Granada / J. L. D.

Capilla Real. Granada / J. L. D.

De aquellos zarcillos de doña Juana engarzados en brillantes y piedras preciosas nada se sabe. Dicen que desaparecieron cuando la Revolución Francesa o quizás los vendió su hijo Carlos para costear guerras. Pero no estaría mal recuperarlos para el Museo de nuestra Capilla Real donde duerme en paz Juana la Generosa; o venderlos caros para que Granada luciera algo más hermosa.

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21-03-2021 - Juana de Castilla: la última esperanza.

Mario Agudo Villanueva

Mario Agudo Villanueva

Mario Agudo Villanueva

El 29 de agosto de 1520 una nutrida representación de las ciudades con voz y voto en las Cortes de Castilla visitó a la reina Juana en su melancólico retiro de Tordesillas. Contar con el respaldo de la hija de Isabel la Católica, a la que muchos consideraban cuerda y confinada de forma injusta, era un espaldarazo definitivo a la legitimidad de los protagonistas de la revuelta comunera contra Carlos I, cuya política de impuestos y su condición de extranjero no habían granjeado una buena reputación entre los sectores más ambiciosos del reino.

Sin embargo, Juana no quiso intervenir en asuntos políticos, lo que frustró las esperanzas de los nobles sublevados. Aquella esperada entrevista supuso un punto de inflexión en un movimiento que fue diluyéndose en sus propias contradicciones internas hasta concluir en el episodio de Villalar con la conocida ejecución de sus cabecillas, Padilla, Bravo y Maldonado, el 23 de abril de 1521.

La leyenda se cierne como una densa bruma que difumina la semblanza histórica de la, por entonces, legítima reina de Castilla. El hiriente apelativo de “la Loca”, con el que fue conocida desde tiempos remotos, ha manchado, de alguna manera, sus años de lucidez y ha dado pie a la construcción de un personaje fecundo para la ficción, teñido de fuertes connotaciones románticas ya desde los siglos XVIII y XIX. El obispo de Córdoba, enviado por los Reyes Católicos a Flandes en 1501, decía de ella que era “muy cuerda y muy asentada” y que “en persona de tan poca edad no creo que se haya visto tanta cordura”.

Lo cierto es que, si bien Juana mostró indicios de sufrir algún tipo de trastorno mental a medida que pasaban los años, también lo es que tuvo que afrontar una situación política y social complicada, en la que los tres hombres más importantes de su vida: su padre Fernando, su esposo Felipe y su hijo Carlos la utilizaron para afianzar sus posiciones políticas. Una proyección pública que la acompañó desde su niñez, cuando los Reyes Católicos diseñaron la política matrimonial de sus hijos para afianzar sus relaciones internacionales.

Una infancia repleta de responsabilidades

Juana de Castilla: la última esperanza.

Juana de Castilla: la última esperanza.

Juana era la tercera hija de Isabel y Fernando, nacida en el alcázar de Toledo el 6 de noviembre de 1479. Como el resto de sus hermanos, recibió una exquisita educación, inspirada en los ideales del humanismo italiano. Esta formación contrastaba con la férrea tradición religiosa de la casa real, en especial de su madre Isabel.

Su destino estaba unido de forma irreversible a un matrimonio de conveniencia. Varios fueron los candidatos. La primera tentativa fue casarla con Alfonso de Portugal, para afianzar los lazos con el país vecino, pero el plan fracasó debido a la edad de la menor, que no había cumplido los cuatro años, y a que era la tercera en la línea de sucesión. Estuvo a punto de cerrarse su boda con el duque de Bretaña Francisco II en 1488 y con el rey de Escocia Jacobo IV en 1489. Ambas negociaciones no fructificaron. Un año después, se mantuvieron conversaciones para su casamiento con el rey francés Carlos VIII, proyecto que tampoco cuajó. Finalmente, y tras salvar muchos obstáculos, se diseñó un enlace de profundas consecuencias para la historia de España: Juana sería entregada en matrimonio al archiduque de Austria y duque de Borgoña Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano I, mientras que la archiduquesa Margarita contraería nupcias con el primogénito de los reyes, Juan, el príncipe de Asturias.

La esperada boda se celebró en los Países Bajos en 1496. Se dispuso un viaje por mar, que era más rápido y evitaba el trance de atravesar suelo francés. El gasto de la comitiva fue exagerado, en torno a 135.000 ducados –más de cincuenta millones de maravedís-, de los que 50.000 correspondían al ajuar de la archiduquesa. El reciente descubrimiento de América había sido un espaldarazo a la proyección internacional de los reinos de Castilla y Aragón, cuya posición en el panorama europeo era cada vez más pujante.

La corte de los Reyes Católicos distaba mucho de ser un lugar sombrío y austero, como se ha descrito en muchas ocasiones. Isabel y Fernando decidieron realizar grandes desembolsos para mostrar la magnificencia de su familia ante el resto de Cortes europeas. Los enlaces matrimoniales eran, por tanto, una extraordinaria ocasión para exhibir a través de la dote el poder del contrayente.

A pesar de que uno de los barcos castellanos encalló a su llegada a Amberes, la entrada de Juana en los Países Bajos llamó la atención por su riqueza, hecho del que se hicieron eco cronistas del momento como Jean Molinet, que trabajaba para el propio Felipe, quien definió la comitiva como: “la más rica que jamás se haya visto en el país de mi señor el archiduque”.

El escenario que se encontró la joven era muy diferente al de su tierra natal. La vida en Flandes era fundamentalmente urbana, con una próspera clase comercial, y una moral más abierta que la castellana. Felipe, acostumbrado a los placeres que un príncipe influyente podía disfrutar en semejante entorno, no parecía dispuesto a renunciar a todo para entregarse a la esperada fidelidad del matrimonio. Aunque las crónicas apuntan a un flechazo entre los contrayentes que obligó a oficiar una ceremonia extraoficial para consumar la unión de inmediato, lo cierto es que la vida de Juana lejos de su hogar tuvo que hacer frente a una difícil compañera: la soledad. Pese a todo, la pareja llegó a concebir seis hijos. La última de ellas, Catalina, nacida una vez muerto su padre.

La única heredera

El destino tenía guardado para Juana un regalo envenenado. En octubre de 1497 murió su hermano mayor, Juan, con tan solo 19 años –se dijo que por sus excesos sexuales con Margarita de Austria-. Un año después, falleció la siguiente en la línea de sucesión, su hermana Isabel, casada con Manuel de Portugal, que había dejado un heredero del trono español y portugués, Miguel, pero murió antes de su segundo cumpleaños. Así que en 1500 Juana se convirtió en la heredera de las coronas de Aragón y Castilla, títulos que unía a su condición de archiduquesa de Austria y princesa de Flandes. La reina Isabel se apresuró a convocar las Cortes de Castilla para confirmar el relevante papel de su hija. Su intención era que la sucediese como reina propietaria, con o sin el apoyo del archiduque Felipe, que quedó relegado a la condición de consorte y abandonó España seis meses más tarde. El acuerdo fue rubricado en las Cortes de Toledo de 1502.

Sin embargo, pronto comenzarían a manifestarse algunos síntomas que hacían dudar de la capacidad de Juana para atender los asuntos del gobierno. Dispuesta a regresar con su marido a Flandes, Juana inició una particular protesta para forzar a su madre, ya enferma, a dejarla viajar. En pleno noviembre, bajo las estrellas de una gélida noche, la muchacha se apostó en el patio del castillo de la Mota, en Medina del Campo, hasta que la hicieron entrar en razón. En vista de lo acontecido, su madre autorizó su marcha. Ya no volvería a verla, pues Isabel murió el 26 de noviembre de 1504. Juana estaba por entonces en los Países Bajos, donde ya había tenido ocasión de protagonizar nuevos episodios embarazosos. Atormentada por los celos, llegó a amenazar a algunas mujeres de la corte flamenca que mantenían supuestas relaciones con su marido.

Hasta qué punto estos episodios de enajenación de Juana impedían el ejercicio del poder era una cuestión crucial, puesto que el testamento de Isabel había establecido que si la heredera no estaba en el reino o no podía atender la gobernación, se haría cargo de ella Fernando. Es por ello que el rey de Aragón se mostraba interesado en airear la locura de su hija mientras que Felipe, ávido de poder, intentaba disimular sus desavenencias conyugales. El pulso entre ambos perjudicaba, especialmente, a la futura reina. La rivalidad llegó hasta el extremo de que Fernando se unió a su antiguo enemigo, el rey francés Luis XII, a través de un segundo matrimonio con su sobrina Germana de Foix. Su objetivo era encontrar nuevos socios y concebir un hijo varón que heredara la corona de Aragón y sus dominios italianos para segregarlos de Castilla y Flandes.

Justo a la muerte de Isabel, se inicia la primera regencia de Fernando, que ejerce como administrador y gobernador de ambos reinos. Felipe no tardaría en mover piezas. Desde Flandes trató de granjearse el apoyo de la nobleza castellana para consolidar su posición. Un año después de que muriera Isabel, el 24 de noviembre de 1505, Fernando y Filiberto de Veyré, plenipotenciario de Felipe, firman la concordia de Salamanca. El rey aragonés y el joven matrimonio gobernarían Castilla hasta que Juana y Felipe fueran proclamados reyes propietarios, mientras que Fernando asumía el rol de gobernador perpetuo. Una cláusula del acuerdo apartaba del gobierno a Juana, la legítima heredera: debido a sus problemas mentales, el gobierno recaería en Felipe y, en su ausencia, volvería al rey aragonés. Sin embargo, ninguno estaba dispuesto a cumplir con los términos generales del compromiso.

En enero de 1506, durante el viaje de regreso de Flandes a la península, Felipe y Juana estuvieron a punto de perecer frente a las costas británicas, pero finalmente tocaron tierra en La Coruña, región controlada por Rodrigo de Castro Osorio, conde de Lemos, uno de los principales apoyos del nuevo rey. Poco a poco fueron recibiendo nuevos adeptos, todos ellos antiguos colaboradores de los Reyes Católicos, como el marqués de Villena o el duque de Nájera. Solo unos pocos, entre ellos el duque de Alba, permanecieron fieles a Fernando.

En junio de 1506 se sella otra concordia en Villafáfila. Fernando reconocía la autoridad de Felipe y se retiraba a Aragón. Poco duraría su reinado, pues el joven murió el 25 de septiembre de ese mismo año en Burgos. Aunque se extendió una curiosa historia que afirmaba que falleció por beber un vaso de agua fría tras jugar a un juego de pelota, lo que parece más probable es que fuera una de las víctimas del brote de peste que sacudió la ciudad castellana por aquellas fechas.

El duelo por la muerte de Felipe

En este punto emerge con fuerza otra leyenda sobre la salud mental de Juana: el pasaje de la siniestra comitiva fúnebre de su esposo. Tres meses después de su muerte, la desconsolada viuda decidió llevar los restos del rey a Granada, donde la reina Isabel había ordenado construir un mausoleo real. Un cronista contemporáneo de los hechos escribía: “ninguna época vio un cadáver sacado de su tumba, llevado por un tiro de cuatro caballos, rodeado de funeral pompa y de una turba de clérigos entonando el Oficio de Difuntos”. Doña Juana había encargado el traslado a unos cartujos, que acometieron la tarea en etapas nocturnas, a la luz de antorchas.

Al llegar a Torquemada, la reina alumbró a Catalina, por lo que tuvo que detener la marcha. Tras reanudar el camino, las noticias de una epidemia que avanzaba desde Andalucía la hicieron detenerse de nuevo, esta vez en Tórtoles (Ávila). Ante este nuevo parón, Juana decidió regresar a Arcos (Burgos), donde permaneció más de un año. Se decía que visitaba con frecuencia el ataúd de su marido, lo hacía abrir para contemplarlo e impedía que ninguna otra mujer se acercara.

El ostentoso duelo de la reina motivó la intervención de Fernando, que en agosto de 1507 volvió a tomar las riendas de Castilla. Según las crónicas, trató de convencer a su hija de que lo mejor era enterrar el ataúd de su esposo y que ella se asentara en una residencia apropiada. Su obstinación era tal que el rey pensó en coaccionarla tomando como rehén a Fernando, su propio nieto. Sin embargo, el único resultado de esta medida fue una nueva crisis nerviosa de Juana.

Ante tal situación, Fernando el Católico se trasladó personalmente a Arcos en febrero de 1509 para llevarse a su hija por la fuerza y confinarla en el palacio de Tordesillas.

En esta nueva etapa, el rey de Aragón contó con la estrecha colaboración del cardenal Cisneros, quien ejercería la regencia desde la muerte del monarca en 1516 hasta la llegada de uno de los hijos que habían nacido de la unión de Juana con Felipe: Carlos, que sería I de España y V de Alemania. Los derechos dinásticos de Juana, desahuciada por su locura, no fueron atendidos. La llegada del heredero a las costas de Villaviciosa para tomar posesión del reino no fue demasiado esperanzadora. El joven monarca desconocía la lengua castellana y parecía más decidido a favorecer a los nobles flamencos que le acompañaban que a escuchar a los locales.

Pronto comenzaron a producirse movimientos de oposición, en especial, cuando Carlos tuvo que regresar a Europa para tratar de ser elegido sucesor del Sacro Imperio tras la muerte de Maximiliano I. Entonces pidió un esfuerzo económico adicional en las Cortes de Santiago, celebradas en mayo de 1520, petición que constituyó el detonante de una oleada de tumultos y pasquines por todo el reino y la abierta rebelión de ciudades como Toledo. Lo que aconteció en Santiago fue el germen del enfrentamiento entre comuneros e imperiales. Es en este contexto en el que documentamos la última aparición política de Juana, como anfitriona de los representantes de las ciudades de Castilla, que seguían viéndola como su legítima reina.

Tras aquel encuentro, las esperanzas de los comuneros se desvanecieron y la figura de la reina fue consumiéndose ante la indiferencia de su hijo y la única asistencia de su hija Catalina.

Una vida en cautividad

Juana vivió un cautiverio de 46 años. Su primer guardián, Mosén Luis Ferrer, temeroso de que la reina muriera bajo su tutela, trataba de forzarla para que no se negara a tomar alimentos. A juicio del cardenal Cisneros, debió de extralimitarse, pues lo destituyó en 1516 acusado de malos tratos.

Hernán Duque de Estrada fue el segundo gobernador de la casa de doña Juana. Un hombre culto, convencido de que la reina respondía mucho mejor si se la trataba con cariño, hasta el punto de asegurar que, con algo de paciencia, era capaz de experimentar largos períodos de lucidez.

El último guardián, y quizás el más criticado, fue el marqués de Denia, quien siguiendo órdenes de su hijo Carlos, impidió que la reina recibiera noticias de índole política. La censura llegó a tal extremo que le ocultaron la muerte de Fernando de Aragón, su padre, durante cuatro años. Denia apartó a la infanta Catalina del cuidado de su madre en 1525 y, dos años después, trasladó en secreto el ataúd de Felipe el Hermoso, que reposaba en el cercano convento de Santa Clara, hasta la Capilla Real de Granada.

Entre 1535 y su muerte, el Viernes Santo de 1555, a los 76 años, Juana recibió al menos dieciséis visitas de hijos y nietos, algunas de las cuales duraron varios días. Todos estaban convencidos de su fragilidad mental. Se llegó a considerar que el demonio estaba detrás de sus males, motivo por el que se le practicaron varios exorcismos, tal y como refleja un óleo de Willem Geets de 1876, hoy en el Museo de Bellas Artes de Amberes. Nunca sabremos hasta qué punto la locura de Juana fue heredada, se ha sugerido que de su abuela materna, o inducida por las circunstancias que le tocó vivir. La leyenda devoró al personaje. La historia debe, al menos, concederle el beneficio de la duda.

Bibliografía

Aram, B. (2001): La reina Juana: gobierno, piedad y dinastía. Marcial Pons.

Fernández Álvarez, M. (2002): Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas. Espasa.

Zalama, M.A. (2010): Juana I. Arte, poder y cultura en torno a una reina que no gobernó. Centro

de Estudios de Europa Hispánica.

VV.AA. (2008): Historia de Castilla. De Atapuerca a Fuensaldaña. La Esfera de los Libros.

Nota biográfica

Mario Agudo Villanueva (Madrid, 1977). Licenciado en periodismo y MBA por la Universidad de Deusto y la EAE. Ha compaginado su carrera profesional en el mundo de la comunicación con trabajos de investigación y divulgación en el campo de la historia, con numerosas publicaciones en revistas especializadas, tanto académicas como de divulgación. Ha colaborado con Muy Historia, National Geographic o Desperta Ferro. Ha sido director de publicaciones como Románico y Mediterráneo Antiguo, así como colaborador habitual de espacios de radio como Ser Historia. En la actualidad forma parte del consejo editor de Karanos. Bulletin of Macedonian Studies. Es autor de los libros, “Palmira. La ciudad reencontrada” (Confluencias, 2016), “Macedonia. La cuna de Alejandro Magno” (Dstoria, 2016), “Atenas. El lejano eco de las piedras” (Confluencias, 2018), “El bestiario de las catedrales. Animales y seres fantásticos del mundo antiguo al medievo cristiano” (Almuzara, 2019) y “Hécate. La diosa sombría” (Dilema, 2020).

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22-06-2021 - JUANA I LA HERMOSA, NO LA LOCA

Juana la Loca - Colección. S. M. la Reina Juana I; primer cuarto del siglo XVII, por un seguidor de Juan Pantoja de la Cruz. Museo del Prado (Depósito en la embajada de España en Londres)
Juana la Loca - Colección. S. M. la Reina Juana I; primer cuarto del siglo XVII, por un seguidor de Juan Pantoja de la Cruz. Museo del Prado (Depósito en la embajada de España en Londres)

Bajo el sepulcro labrado por el escultor Burgalés Bartolomé Ordóñez en la capilla Real de Granada, se hallan los restos de Juana I de Castilla y de su esposo Felipe el Hermoso.

Ambos han sido bautizados con sobrenombres injustos.

Los médicos dudan en calibrar el diagnóstico exacto de la Reina Juana, psicosis esquizofrénica ? Afectiva?.

Mujer celosa, con causa a la que mandan a Flandes con 16 años, a una corte frívola y maleducada ; luego la separan de sus hijos, la encierran en castillos , en aposentos oscuros , la maltratan sus tutores.

Siendo reina legítima de Castilla la engaña su padre , su marido y hasta su propio hijo Carlos V y aún así llegó casi a los 76 años. Con casi 50 años de cautiverio , era para volverse loca.

Ahora descansa en Granada , esperando que nunca más la llamen “loca”.

Era una mujer muy culta y muy guapa, madre amantísima y esposa enamorada .

Mucho más hermosa que su marido que era de trato desagradable , ambicioso y pendón.

De los cinco hijos que tuvieron los Reyes Católicos Juana era la más hermosa.

Un anónimo flamenco coetáneo la describe como “buena, guapa , joven señora y digna de ser amada “.

El cronista francés Jean Molinet dijo de ella que era“ de bello porte y graciosa manera“.

El mismo Rey de Inglaterra Enrique VII, conocedor de la belleza de Juana , quiso hacerla su esposa al poco de quedar viuda.

En el retrato que le hace Juan de Flandes donde aparece joven, con el pelo suelto y grandes ojos misteriosos.

Uno de los cuidadores de Juana fue el fraile dominico Hernán Duque perdidamente atraído por la viuda Juana cuando esta contaba 38 años.

Aunque el primer saludo que le hizo Juana a su cuidador Hernán Duque fue clavarle una peineta en la cara; irritada con sus peinadoras por el tirón que le habían dado en el cabello.

Al día siguiente la Reina acarició la herida de la mejilla y pidió perdón arrepentida.

Era una señora. Sabía latín , francés y era amante de la música.

Tuvo muy mala vida y si algo bueno hicieron por ella fué enterrarla en uno de los lugares más bellos: G R A N A D A.

Fuente/https://www.granadahoy.com/.../Juana-hermosa-loca_0...

Pantoja De la Cruz Juan, Museo El Prado

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AYER Y HOY

JOSÉ LUIS DELGADO GRANADA

Juana la hermosa, no la loca

Dios vos faga virtuosa / Reyna bien aventurada / Quanto vos fizo fermosa. Versos que dedicó el Marqués de Santillana a Isabel de Portugal, abuela de Juana la Loca a la que dicen se parecía bastante.

Bajo el sepulcro labrado por el escultor burgalés Bartolomé Ordoñez en la Capilla Real de Granada se hallan los restos de Felipe el Hermoso y Juana la Loca. Siempre que acudimos a este pasaje de nuestra historia advertimos que ambos han sido bautizados con sobrenombres injustos. Los médicos dudan al calibrar el diagnóstico exacto de la reina Juana: ¿Psicosis esquizofrénica? ¿Afectiva? Mujer celosa con causa, a la que mandan a Flandes con 16 añitos; a una Corte frívola y maleducada; luego la separan de sus hijos, la encierran en castillos y conventos, en aposentos oscuros y mal ventilados, la maltratan sus tutores; siendo reina legítima de Castilla la engaña su padre, su marido y hasta su propio hijo Carlos V y aún así llegó a cumplir 76 años con más de 50 de cautiverio; es para volverse loca.

Ahora descansa en Granada esperando que nunca más la llamen 'loca', porque, aunque al final perdiera la cabeza, era mujer muy culta y muy guapa, madre amantísima y esposa enamorada, cornuda y apaleada.

Mucho más hermosa que el paleto de su marido que era de trato desagradable, pendoncillo y ambicioso. Y si fue 'hermoso' era porque sólo llegó a los 24 años, así cualquiera; aunque su muerte fue tras una torturante y espantosa agonía que lo dejó desfigurado y con un horrible y escalofriante aspecto. Nada hermoso el borgoñón, francófilo y mujeriego. Debió pasar a la Historia como Felipe el Horroroso.

Sin embargo, de los cinco hijos que tuvieron los Reyes Católicos, abortos aparte, Juana era la más guapa. Todas las descripciones que de ella nos han llegado certifican lo que decimos. Un anónimo flamenco coetáneo la describe como "buena, guapa, joven señora, digna de ser amada". El cronista francés Jean Molinet dijo de ella que era "de bello porte y graciosa manera". El mismo rey de Inglaterra Enrique VII, conocedor de la belleza de Juana, quiso hacerla su esposa al poco de quedar viuda.

Un retrato conservado en una colección particular en París fechado en 1496 nos muestra a Juana con su natural belleza, aunque el velo que le cubre la cabeza no le favorece. Mejor está en el retrato que le hace Juan de Flandes donde aparece joven, con su pelo suelto, grandes ojos misteriosos y generoso escote que intuye muy atractivos encantos. Juana la Hermosa. ¿Cómo podría soportar que su marido, por muy 'flamenco' que fuera, buscara otras mujeres en la corte flamenca? Ganas me dan de sacarlo de la Capilla Real y mandarlo a Flandes por Seur.

Uno de los cuidadores de Juana fue el fraile dominico Hernán Duque, perdidamente atraído por la viuda Juana cuando esta contaba 38 años. Ya había tenido seis hijos a los que amamantó, no había perdido su tipo y conservaba toda su belleza. A pesar de que el primer saludo que Juana le hizo a su nuevo cuidador Hernán Duque fue clavarle una peineta en la cara, irritada con sus peinadoras por el tirón que le pegaron del cabello. Transcurría el año 1517. Es verdad que al día siguiente la reina acarició la herida de la mejilla y pidió perdón arrepentida. Era una señora. Sabía Latín, Francés y era muy amante de la música. Resulta curiosa su enorme preocupación por pagar siempre puntualmente a los músicos de cámara.

Tuvo muy mala vida la pobre Juana; no merecía haber pasado a la Historia como 'La Loca' y si algo bueno hicieron con ella fue enterrarla en uno de los más bellos lugares del mundo: en Granada, frente a la casa que me vio nacer.

Descanse en paz la que en Tordesillas fue Reina de Castilla y para nosotros en su fosa, Juana la Hermosa.

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03-11-2021 - Biblioteca Pública de Salamanca, Casa de las Conchas

Juana de Castilla
Juana de Castilla

“Cuando te digan que estás loca, recuerda que un 6 de noviembre, nació Juana de Castilla, una reina que nunca estuvo loca, ¡nunca!.

A Juana la casaron de 16 años con un chico al que llamaban el hermoso, (Felipe El Hermoso) aunque no lo era. (Según los retratos, era más bien feo).

El tipo se benefició desde el primer día de todas las damas de la corte.

Juana se enfadaba lógicamente, porque exigía un respeto que a ella no se le daba.

Ni como mujer, ni como reina, ni como esposa.

Y por eso la llamaban loca.

Cuando su marido murió, Juana reivindicó el trono de reina de Castilla que a ella estaba destinado.

El rey Fernando, su propio padre, no quería que Juana reinara.

Así que decidió que estaba loca. Y la encerró.

Juana, además, aún era joven y muy bella.

El rey temía que volviera a casarse y contara con un hombre que la apoyara en la lucha por el trono. Mejor encerrada.

Cuando su hijo Carlos fue a visitarla, dicen que ella "le cedió graciosamente" el poder. ¡Mentira!

Carlos le obligó a firmar y la dejó allí: encerrada.

Juana era una mujer culta, que hablaba latín y escribía poesía.

Pero la historia la ha llamado Juana la Loca y no Juana la Prisionera.

Juana de Castilla es una de tantas mujeres a las que la historia ha negado su verdadera voz.

La próxima vez que te llamen loca o loca del remate piensa que loca es lo primero que se le dice a una mujer cuando la quieren silenciar"

Tomado de El rincón de la cultura

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