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09-02-2021 - Una vía de escape

La Vía Verde Valle del Eresma, cuyo trazado discurre por la antigua vía de tren entre Segovia y Medina del Campo, se ha convertido en una alternativa de ocio al aire libre durante este tiempo de pandemia.

Juana Hita Barrenechea

Muchos peatones y cicloturistas han “aprovechado” la pandemia para conocer la vía verde./KAMARERO

En marzo de 2019 concluía la última fase de la Vía Verde Valle del Eresma (Segovia-Fuente de Santa Cruz), que discurre por la antigua vía de tren de Segovia a Medina del Campo, hasta el límite con la provincia de Valladolid. Casi dos años después, se ha convertido en una verdadera vía de escape en tiempos de pandemia, como alternativa de ocio al aire libre.

Aunque a lo largo del año pasado no se han podido llevar a cabo marchas organizadas por clubes deportivos, asociaciones y otras entidades, debido a la crisis del coronavirus, son numerosos los ciudadanos que a pie o en bicicleta han transitado por un camino natural que pasa por Segovia, Valverde del Majano, Hontanares de Eresma, Los Huertos, Armuña, Yanguas de Eresma, Armuña, Ortigosa de Pestaño, Santa María la Real de Nieva, Nieva, Nava de la Asunción, Coca y Fuente de Santa Cruz, y por Fuente Olmedo, Aguasal y Olmedo, ya en la provincia de Valladolid.

Es el Consorcio Vía Verde Valle del Eresma, integrado por el Ayuntamiento de Segovia y las diputaciones provinciales de Segovia y Valladolid, la entidad que gestiona y mantiene esta vía. Durante 2020 se realizaron trabajos extraordinarios de saneamiento del manantial en la zona de Yanguas de Eresma y ordinarios de desbroce mecánico de márgenes y de cunetas, y de recebo de zonas deterioradas por las lluvias. Además, se gestionaron los correspondientes permisos para la Asociación Terractua Ambientalistas de Segovia, para la plantación, por parte de este colectivo, de arbolado en la vía verde, en el término municipal de Nava de la Asunción. Se plantaron 252 unidades, 126 a cada lado, en un tramo aproximado de un kilómetro, a la altura del 49 de la vía, en paralelo a la carretera SG-P-3432, entre los municipios de Nava de la Asunción y Coca.

Otra de las funciones del Consorcio es promocionar esta vía como un proyecto que ofrece al usuario nuevas posibilidades de ocio y una forma de turismo alternativa y respetuosa con el entorno, educación ambiental e interpretación de la naturaleza, además de brindar una herramienta para el ejercicio de actividades educativas y culturales que ayudan a una mayor integración y mejor conocimiento del entorno. La vía verde favorece igualmente la conservación del patrimonio cultural y tradicional, dotando de nuevas funcionalidades a infraestructuras abandonadas.

De cara al presente año, está previsto reponer el alumbrado del túnel de Perogordo, y además de acometer los trabajos ordinarios de mantenimiento y conservación de la vía, está previsto realizar la mejora de un tramo mediante labores extraordinarias de recebo para subsanar el desgaste por el uso de la vía.

71 kilómetros para disfrutar

La Vía Verde Valle del Eresma está construida sobre un antiguo trazado ferroviario utilizado desde 1884 hasta 1993. Este recurso natural tiene como finalidad contribuir a potenciar la oferta turística de los 71 kilómetros por los que discurre, que unen la capital segoviana con el municipio vallisoletano de Aguasal.

La empresa Tragsa fue la encargada de ejecutar el proyecto en su totalidad, dividido en tres fases, con un presupuesto que superó los 2.300.000 euros, financiado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La primera de esas fases abarcó desde el puente metálico sobre el arroyo Tejadilla (en el barrio de la Fuentecilla-Puente de Hierro) y la estación de Yanguas de Eresma; la segunda une ese punto con Nava de la Asunción, y la tercera y última comprende el tramo entre Nava y Aguasal (Valladolid).

Se han recuperado distintos elementos del patrimonio, entre los que destacan los antiguos puentes de hierro de la vía. El primero, el localizado en Yanguas sobre el río Eresma, de 75 metros de longitud, y el segundo el que cruza el río Voltoya ya en Coca, una infraestructura del año 1900, de 28 metros de altura, ambas preparadas para el paso de peatones y ciclistas.

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20-09-2021 - Segovia cuenta ya con 71 kilómetros de Vía Verde para ciclistas y paseantes

El uso incorrecto del nuevo sendero que conecta la ciudad del Acueducto con Aguasal (Valladolid) conlleva sanciones de entre 60 y 1.500 euros.

Un ciclista se dirige a Segovia por la Vía Verde. / ANTONIO TANARRO
Un ciclista se dirige a Segovia por la Vía Verde. / ANTONIO TANARRO

El antiguo trazado ferroviario entre Segovia y el municipio vallisoletano de Medina del Campo, ya tiene un nuevo uso. Aunque desde 1993, cuando se cerró la línea férrea, peatones y ciclistas comenzaron a transitarlo, ahora ya cuenta con las características adecuadas para estos paseos cotidianos. La Vía Verde del Eresma, que conecta Segovia y la localidad de Aguasal, en Valladolid, ya es una realidad después de siete años de obras, realizadas en tres tramos.

El primero de ellos, comenzó a ejecutarse a finales de 2012 y se concluyó en 2014 con un presupuesto de 615.254 euros. Cuenta 25 kilómetros de longitud y comprende el territorio situado entre el puente metálico sobre el arroyo Tejadilla, en Segovia, y la estación de Yanguas de Eresma. Por lo que atraviesa los municipios de Segovia, Valverde del Majano, Hontanares de Eresma, Valseca, Los Huertos y Yanguas de Eresma.

El segundo tramo comprende 23,5 kilómetros de longitud y las obras concluyeron en octubre de 2015. Se trata del subtramo que discurre entre la antigua estación del municipio de Yanguas de Eresma y Nava de la Asunción y fue acondicionado con un presupuesto de 646.000 euros. En este caso pasa por los pueblos segovianos de Armuña, Ortigosa de Pestaño, Santa María la Real de Nieva, Nieva y Nava de la Asunción.

La última fase, entre Nava de la Asunción (Segovia) y las inmediaciones de Olmedo (Valladolid) se ha recepcionado hace tan solo unos días y la conforman otros 23 kilómetros, que han requerido una partida presupuestaria de 1.137.900 euros, es decir, aproximadamente medio millón de euros más que los tramos anteriores. Esta fase pasa por los municipios de Nava de la Asunción, Coca, Fuente de Santa Cruz, Fuente-Olmedo y Aguasal. En total esta vía, turística, ecológica y deportiva, tiene 70,6 kilómetros de longitud y un desnivel muy leve de 230 metros, es decir, de poco más del 0,3%. Las obras han sido financiadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con un total de 2,3 millones de euros y es una destinada a usuarios a pie, en bicicleta, sillas de ruedas y vehículos autorizados.

Enrique Pérez es uno de los ciclistas que transitan con frecuencia por la zona y destaca el buen trabajo realizado para la adecuación de la vía a los diferentes usos. A su juicio, esta intervención era muy necesaria y asegura que se han tenido en cuenta todos los pequeños detalles desde la iluminación de los túneles, el de Perogordo de 175 metros y el de Ahusín, con 119 metros, hasta el firme, que en la mayor parte de recorrido es de zahorra y arena fina. Esto facilita la circulación de todo tipo de bicis, pero también de sillas de ruedas, recalca. No obstante, considera que estos mismos materiales tendrían que haberse aplicado en la zona de Hontanares de Eresma donde la zahorra es más gruesa y complica los desplazamientos. Por otra parte, resalta el interés geológico de esta vía, ya que el recorrido cuenta con estructuras que abarcan el periodo comprendido entre el Paleozoico y el Cenozoico. También hace hincapié en la diversidad de ecosistemas, que van desde campos de cultivo, de ribera, encinar o pinar hasta los humedales. Eso sí, en su opinión, uno de los lugares más interesantes de todo el recorrido es el Puente de Hierro, de 28 metros de altura. Se encuentra ubicado sobre sobre el río Voltoya y se trata de una infraestructura de 1912 que se encuentra en buen estado de conservación.

Entre las medidas que contempla la Ordenanza de Uso y Funcionamiento de la Vía Vede del Eresma se encuentra la limitación de velocidad para bicicletas y sillas de ruedas que no pueden circular a más de 25 kilómetros por hora y tienen la obligación de reducirla a 10 km/h en los cruces. Además, estipula que el peatón tiene prioridad sobre cualquier otro vehículo.

Por otra parte, contempla la necesidad de solicitar autorización para cualquier actividad que no se realice de forma individual, sino grupal y organizada. El paso de ganado y de vehículos a motor queda restringido únicamente a los cruces autorizados. Entre los usos prohibidos están el tránsito de ganado y de caballos, el vertido de residuos, la caza a lo largo de toda la vía y de las zonas de descanso, acampar fuera de los lugares establecidos, o hacer fuego en espacios no autorizados.

Sin curvas ni desniveles

Esta Vía Verde se caracteriza por su sencillez, ya que apenas tiene curvas o desniveles durante el recorrido. Sin embargo, tiene paradas emblemáticas que se caracterizan por la amplia biodiversidad, los paisajes de llanura y determinados hitos que recuerdan el pasado de la comarca.

La vía transcurre por el antiguo recorrido que realizaba el ferrocarril de la línea Segovia-Medina del Campo, en concreto, forma parte del segundo tramo que recorre los 92,3 del trayecto entre Segovia y Medina del Campo. La Diputación cedió la concesión a la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España en septiembre de 1881, aunque la línea hasta Medina del Campo no se abrió al público hasta junio de 1884. Renfe electrificó el trayecto en 1966 y en 1991 ya solo recorrían esta línea dos trenes de pasajeros y uno de mercancías, ambos a baja velocidad. En 1993 se suprimió el servicio de viajeros y después se desmanteló el tramo entre Segovia y Olmedo de Adaja, hoy convertido en vía verde de casi 71 kilómetros de longitud. El tramo entre Olmedo y Medina del Campo, de unos 22 kilómetros permanece operativo y sirve como banco de pruebas de material ferroviario rodante.

Uno de los contrastes más interesantes es el que resulta de comparar esta vía ferroviaria con la Línea de Alta Velocidad Madrid-Segovia-Valladolid, que comenzó a funcionar en 2007 e irrumpe en el antiguo corredor ferroviario obligando a desviar el trazado de la Vía Verde en varios puntos. El primero de ellos entre los kilómetros 3, pasado Perogordo, y 9, también entre el kilómetro 37, poco después de atravesar la estación de Ortigosa de Pestaño y el 40. Además, se producen estos desvíos en varios cruces como el situado en kilómetro 53, antes de llegar a la antigua estación de Coca, el existente en el kilómetro 61, poco después de pasar la antigua estación de Ciruelos de Coca o en el kilómetro 64.

La ordenanza también estipula una serie de infracciones que están catalogadas como muy graves cuando se trata de acciones que impiden el uso de la vía, el vertido de residuos tóxicos o peligrosos, causar incendios, circular con cualquier vehículo a motor o actuaciones que provoquen un considerable deterioro físico o medioambiental de la zona. En este caso las multas oscilan entre los 600 y los 1.500 euros.

Las acciones vandálicas, superar los límites de velocidad establecidos o el tránsito de ganado, entre otras, están consideradas como infracciones graves y penalizadas con multas de entre 300 y 600 euros. Por último, entre como infracciones leves están catalogadas el incumplimiento de otras preinscripciones o no solicitar autorización cuando la normativa lo requiera y la sanción oscila entre 60 y 300 euros.

El paisaje

Los paisajes son uno de los principales atractivos del recorrido. Los campos de cultivo, en especial de cereal, están muy presentes, sobre todo en determinados tramos como el comprende la zona que va desde las trincheras que abren el corredor, después del túnel de Perogordo hasta la ermita de la Aparecida. También al final del trayecto, un kilómetro después de la antigua estación de Coca.

Las encinas están diseminadas por el entorno de buena parte del trayecto, pero únicamente se encuentran como pequeña masa boscosa en el kilómetro 10, en el encinar de Lobones. Por otra parte, se encuentra el bosque de ribera, muy humanizado por plantaciones de chopos, dominante entre el kilómetro 10 y el 24, hasta poco después de la antigua estación de Yanguas de Eresma.

Mientras que el pinar resinero, sobre arenales que en ocasiones se despejan en navas, aparece tenuemente tras el apeadero de Ahusín, es decir en el kilómetro 18. Después se esconde tras la ribera fluvial y vuelve a hacerse dominante a partir del kilómetro 40, pocos metros después de pasar por la Ermita de la Virgen del Pozo Viejo, y hasta recorrer un kilómetro desde antigua estación de Coca, a la que se llega cruzando el río Voltoya por el Puente de Hierro de 110 metros de longitud y unos 28 de altura máxima.

Desde el punto de vista geológico cabe destacar la presencia de rocas paleozoicas, como el gneis, abiertas por las trincheras del comienzo de la vía, y seguidas por el relieve cretácico del túnel de Perogordo y las trincheras posteriores. Dos cerros se elevan en el recorrido: el testigo Montón de Trigo y Montón de Paja, visibles entre los kilómetros 5 y 7, pero también el doble cerro del Tormejón, que constituye un sinclinal cretácico. Finalmente, el macizo satélite o horst de Santa María constituye un afloramiento del zócalo paleozoico, que puede apreciarse en la altimetría y que alberga rocas metamórficas de hace unos 500 o 600 millones de años.

También se encuentran vestigios monumentales como la ermita de Nuestra Señora de la Aparecida, construida en el siglo XVII y ubicada en el kilómetro 8 del trayecto, así como ermita de Nuestra Señora de las Vegas, cuya referencia más antigua data del siglo XII y se puede visitar en el punto kilométrico 16. También el yacimiento romano de Los casares, en los kilómetros 25-26 o la ermita de la Virgen del Tormejón, cuyas primeras fases constructivas se remontan al medievo, en el kilómetro 28. Por último, en el kilómetro 39 se halla la ermita de la Virgen del Pozo Viejo, con portada románica del siglo XIII.

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