Vista panorámica


Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

Historia de la Muy Noble, Muy Leal y Coronada Villa de
Medina del Campo
conforme a varios documentos y notas a ella pertinentes por
D. ILDEFONSO RODRÍGUEZ Y FERNÁNDEZ
Doctor en las Facultades de Sagrada Teología, Filosofía y Letras y Medicina, Catedrático de esta Facultad en la Universidad Central (antes en la de la Habana), Caballero de la Orden de Carlos III, etc.

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CAPÍTULO XIII

Hijos distinguidos de Medina

(Tomo II del Sr. Ayllón)

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Don Juan de Medina

Del año 1245 al 48, figura entre los Arzobispos de Toledo en D. Juan de Medina, ¿Es nombre de su patria o apellido?

El P. Mariana, lib. XIII, cap. VI de su Historia, es el  único que dice: “Creo que por ser natural de aquella villa”.

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Fray Lope de Barrientos

Nació en Medina en el año de 1328; su padre fue D. Pedro Gutiérrez de Barrientos, vasallo acostado del Infante D. Fernando, y murió gloriosamente en la refriega de las Cuevas. D. Lope fue el segundo de sus hijos. En Medina estudió Gramática; tomó el hábito de Dominico en el convento de San Andrés, siguió el noviciado de San esteban de Salamanca, y estudió con mucho aprovechamiento Filosofía y Teología.

Tan rápidos fueron sus progresos, que en 1416 era catedrático de Teología, y lo fue hasta 1433. Virtuoso a la par que sabio, fue nombrado en 1429 confesor de D. Juan II y preceptor del Príncipe D. Enrique. En 1434 murió el Marqués de Villena, con opinión de nigromántico, dejando escritos  libros de Magia y de cosas no cumplideras. D. Juan II, por si eran dañinos, los mandó examinar o quemar, si malos fuesen, por Fr. Lope, el que se dice que, respetando muchos, hizo quemar más de ciento en el claustro de Santo Domingo el Real de Madrid, unos aplaudieron, otros dijeron que por no ser versados en Matemáticas los quemó, sin entenderlos. En 1438 fue nombrado a propuesta del Rey, Obispo d Segovia, y se consagró en Roa, asistiendo toda la Real familia. Logró por Bula del Papa Paulo IV, del mismo año, se restituyesen a su iglesia bienes que estaban usurpados, y celebro Sínodo en Turégano para asuntos de disciplina eclesiástica. No simpatizando con la privanza de D. Juan Pacheco para con el Príncipe, y para alejarse de la corte, pasó del 1442 o 44 al Obispado de Ávila, y en el 45 fue promovido para Cuenca, siendo luego llamado por el Rey con D. Gundisalvo de Guadalupe a la corte, como Consejeros.

Vacilando el Rey D. Enrique en castigar a los que le deshonraban, por lo de la Beltraneja, le dijo:

-Vuestra Alteza no tiene ganas de reinar pacíficamente, pues no quiere defender su honra, y será el Rey más desgraciado y abatido de los que han tenido estas Coronas.

Amigo fiel de D. Álvaro de Luna, contribuyó a su restablecimiento. Defendió la ciudad de Cuenca del bastardo de Navarra haciendo levantar el cerco; renunció al Arzobispado de Santiago por su Obispado de Cuenca; fue Canciller mayor de Castilla; escribió varias obras de política y otros asuntos, en aprobación y censura de los libros de Villena, según su contenido; contribuyó en Cuenca el Hospital de San Sebastián, en Medina el de Nuestra Señora de la Piedad, con un altar a San Antonio, abad; erigió humilladeros a las entradas principales de lavilla o sea Oriente, Mediodía y Poniente;  reedificó el convento de San Andrés, y el Rey D. Enrique le concedió para su familia aumentar con ella otro linaje de los Barrientos a los seis linajes que ya existían en Medina.

Y dice el privilegio de concesión: “yo, D. Enrique, etc.: Por hacer bien y merced al Dr. D. Lope de Barrientos, Obispo de Cuenca, Confesor e de mi padre de su Consejo, e mi Canciller, por los muchos buenos, leales y muy señalados servicios que facedes cada día a su Alteza e a mí, y porque de vos e de vuestro linaje haya perpetua memoria en la mi villa de Medina del Campo, donde fue vuestro nacimiento, etc., del cual linaje haya un Regidor e por vida de la dicha villa, como lo es Diego de Barrientos, vuestro sobrino, y dos escribanos, y Mayordomo, y un fiel, un pregonero, un sayón, un corredor, tales y tantos Oficiales como hubo y hay en cada uno y cualesquiera de los otros seis linajes; al cual linaje se alleguen y entren todas las personas, según y por la forma que se pueden allegar, y elijan entre sí y en sus Ayuntamientos los cargos que vacaren o  fuesen renunciados, y que los Oficiales e personas que son e fueren deste  linaje de los Barrientos puedan gozar e gocen todas las honras, gracias y oficios, franquezas, libertades, preeminencias, constituciones, poderes, facultades, prerrogativas y otras cosas que gozan los demás linajes, e hayan tanto voz e salario como ellos. Y mando al Consejo, Alcaldes, Caballeros, Regidores, Escuderos, Oficiales y homes buenos de la dicha villa, que resciban los Oficiales y personas del dicho linaje de los Barrientos a los Ayuntamientos, e autos, cosas que hubieren de hacer en la dicha villa, e deben ser recibidos como los de los otros linajes, e que éstos les guarden y hagan guardar todas las honras e gracias. Dada en la muy noble ciudad de Segovia, a 11 de Junio de 1454.- YO EL PRÍNCIPE.-Secretario del Príncipe nuestro Señor, lo fice escribir, yo Martín Vilches, por su mandado.”

Falleció D. Lope de Cuenca, el año 1464, donde se l sepultó, y luego s le trasladó a Medina, a su Hospital, debajo de su estatua, que está en actitud de rodillas, en la capilla mayor. Al agregarse los otros Hospitales al de Simón Envito, Felipe II no accedió a que éste se incorporase, diciendo: -Ese Hospital no os pide nada, ni vosotros se lo dais, y con lo que tiene, os cura vuestros enfermos. Dejadle conservar la memoria de su fundador, que la hay muy grande de sus graves y honrados sentimientos y buenas obras.”

Escribió D. Lope Del arte de adivinar y Del arte Mágica, como prueba de que había sabido entender y corregir, en lo que escribió Villena, quemando en lo que éste se excedió en Astrología judiciaria y de adivinaciones. De su competencia no puede dudarse; pues los Padres de Salamanca, al nombrarle catedrático de Teología, ya hicieron justicia a su sabiduría y talentos. Juan de Mena lloró en sus versos la pérdida de los libros de nigromancia, o lo que fuesen, del Marqués, pero Barrientos tenía ciencia y entereza para, ni titubear, ni proceder de ligero. Carrillo, y sobre todos el bachiller Fernán Gómez de Cibdad Real (acaso el primer Conde de la Roca), decía  a Juan mena, en 1434, criticando el hecho: “Dos carretas son cargadas de los libros que dej´, que l Rey le han traído. E porque diz que son mágicos e de arte no complideras de leer, el Rey mandó que a la posada de Barrientos fuesen llevados. E Fr. Lope, que más se cura en andar con el Príncipe, que de ser revisor de Nigromancias, fizo quemar más de cien libros que no los vio él, más que el Rey de Marruecos, ni más les entiende que el Deán de Cibdad Rodrigo. Ca son muchos los que en este tiempo se fan dotos, faciendo a otros insipientes e magos, y peor es que se fazan beatos, faciendo a otros nigromantes. Muchos otros libros de valía quedaron a Dr. Lope, que no serán quemados ni tornados. Si vuestra merced me manda una epístola para mostrar al Rey, para que yo pida a su señoría algunos libros de los de D. Enrique, para vos, sacaremos de pecado la ánima de Fr. Lope, e la ánima de D. Enrique habrá gloria, que no sea su heredero aquel que le ha metido en fama de brujo e nigromántico.”

En esta oposición de pareceres, aprobaron la conducta de D. Lope, Pérez de Guzmán, en la Historia del Rey D. Juan; Fernán Núñez Pinciano, en los Comentarios a Juan de Mena, y Redes de Andrade, en su Crónica de Calatrava, cap. XXXIII dice que “pudo haberlos espurgado, y no que enteros se entregasen al fuego”, y que “los astrólogos judiciarios trabajaron mucho para que no se ejecutase semejante sentencia, pero que no lo pudieron recabar del Rey”, lo que aprueba que no estuvo en mano de nuestro D. Lope, el salvarlos del incendio, y asimismo respondió por escrito, en su defensa, como lo dice el Padre Mariana, achacándolo sólo a la voluntad del Rey, y a la cual no pudo resistir.

Para un entendimiento claro, y un teólogo profundo como Barrientos, no creo fuese tan fácil en imponerme en la Astrología judiciaria, ni ésta es tan vasta ni tan intrincada, que no se pudiera dar cuenta de ella, y sobre todo, en el orden moral formar juicio. Barrientos discutió de estas materias, con la célebre Princesa de Salerno en Valladolid; y juzgado Barrientos, viene a resultar, que más que por achaques de sabiduría, le tacharon por la entereza de su carácter, que los aficionados a libertades suelen llamar intransigencias.

Escribió Dr. Lope las obras siguientes: Tratado del caso y fortuna. Tratado del dormir y despertar y del soñar, y de las adivinanzas, agüeros y profetas, Llave de la sabiduría, Opúsculo sobre la inteligencia de ciertas palabras en las decretales de Graciano y tratado de la materia del sacrilegio (en latín), Instrucción Sinodal y un Índice latino a la Suma teología de San Antonino, Obispo de Florencia.

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Obispo Don Juan Ruiz de Medina (Oss. Pág. 193)

El Medina es patronímico, y viene desde Berengario de Medina, y Rodrigo de Medina, patrono de la iglesia de San Bartolomé a fines del siglo XII. Estudió en la Universidad de Salamanca, en 14 de Noviembre de 1467, fue nombrado colegial mayor del Colegio de San Bartolomé de la misma; se doctoró con unánime aplauso, y pasó a Valladolid a ser catedrático de Prima. Reconocida por la fama su sólida ilustración, los Reyes Católicos le eligieron para el Tribunal de la Inquisición, para que interviniese en la forma de sus ordenanzas. Le nombraron luego Arcediano de Almazán, dignidad de la iglesia de Sigüenza, después Chantre y canónigo de Sevilla, fundando allí una capilla de la generación temporal de Jesucristo, expresada en un magnífico cuadro, con otros dos a los lados, con figuras de San Pedro y San Pablo, y otro en el basamento, donde está retratado el mismo fundador, dotando en ella dos canongías con 100.000 maravedíes.

En 1479 fue mandado a Francia por os Reyes Católicos, a jurar las paces convenidas entre ambas naciones, y más tarde, con el Conde de Tendilla a Roma, a pacificar las desavenencias entre Inocencio VIII y el Rey D. Fernando de Nápoles. Terminados muy felizmente estos asuntos, el Conde regresó, quedando él en la Corte Pontificia, encargado de los Reyes de otros asuntos de la Corona.

En 1480, fecha de la creación de la insigne Colegial de Medina, hallándose en Roa, debiendo en ello entender, fu nombrado su primer Prior. Por mérito sobresaliente fue nombrado Obispo de Astorga; de aquí pasó a poco a Badajoz, de ésta a Cartagena, y últimamente a Segovia en 1502. Medina eligió por Abad y aceptó, y se le confirió la presidencia de la Cancillería de Valladolid.

Fue tan piadoso como dadivoso y bueno, se reedificó a su costa la capilla mayor y torre de l Colegiata.  “La capilla mayor de la Antigua que acaba de demolerse –dice Ayllón en su libro , que lleva la fecha de 1815- en cuyo edificio estaban sus armas, partidas en palo, y un lado de trece roeles, y al otro lado unas bandas, que son las antiguas y modernas que usó y una Medina”. Falleció en Segovia en 3º de Enero de 1507, y en su testamento de 23 del mismo manda le entierren en la capilla mayor de la Colegial de Medina, ante las gradas del altar mayor, con una sencilla piedra de Toledo, sin ostentación alguna y con su nombre, para que rueguen a Dios por él.

¿Se cumplió su testamento? No lo sé. Dejó algunas dotaciones en Segovia, dos Capellanías en la Colegial, y dos en Santa María de la Antigua; de lo cual nada existe.

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Obispo Don Diego de Bobadilla y Fonseca.- (Oss. Pág. 194)

Fue hijo de D. Juan Hernández de Bobadilla y de Dª. Isabel Miranda. Los Bobadillas descendían del linaje de D. Castellano. Fue uno de los primeros colegiales del Colegio del Arzobispado de Salamanca; después canónigo de esta Colegiata, y luego Obispo de Castelmar en Italia, donde murió. D. Bernardino de Bobadilla, y hermano y heredero, trajo sus restos a la Antigua a la capilla de su familia.

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Obispo Don Diego Ruiz de la Cámara.- (Oss. Pág.) 194)

Fue Obispo de Salon, en Italia (por errata se dice en Ossorio Salou). Fue electo Abad de Medina en 1533. Más como su antecesor muriese en Roma, donde a la sazón se hallaba D. Francisco de Mendoza, impetró éste de Su Santidad la Abadía. Vino pues con sus letras apostólicas, en cuya virtud pretendió s le diese posesión. Opúsole el electo en Medina, y ya en posesión, D. Diego Ruiz, quien siguiendo en justicia su derecho, fue aprobada la elección por sentencia del juez apostólico. Murió en Madrid en 3 de Junio de 1565. Felipe II dio orden para que no se proveyese la Abadía, y estuvo vacante hasta el 18 de Mayo de 1570, en que se proveyó en el Abad que sigue.

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Obispo Don Juan Antolinez y Bricianos.- (Oss. Pág. 194)

Obispo de Jovenazo en Italia, fue enviado por Paulo III al Concilio de Trento. Electo Abad de Medina, tomó posesión, y por pleitos que le movió el Obispo de Salamanca, fue a Roma, defendió con tesón y energía sus derechos, y allí murió en 21 de Septiembre de 1581. Tuvo por competidor en su elección al maestre Gil, natural de la Nava, colegial de Cuenca y catedrático de Salamanca, por el que se inclinó y trabajó Felipe II. Perdió la Abadía el uso de sus insignias y asimismo la jurisdicción eclesiástica, de la que fue desposeída por Clemente VIII en la erección de la Catedral de Valladolid.

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Don Andrés de Cuesta. Obispo de León

Se distinguió como eximio literato. Estudió en Alcalá y fue colegial en 1536 de su Colegio mayor de Sal Ildefonso. Desempeñó tres cátedras de Teología en la Universidad con gran crédito y aplauso, educando notables discípulos, luego crédito y gloria de España. Fue canónigo de su Colegiata de San Justo, y en 120 de Enero de 1558 le propuso Felipe II para el Obispado de León y fue enviado al Concilio de Trento en tiempo de Paulo IV. Tratóse en el Concilio de abrigar las exenciones de las iglesias, y tal supo defender la de la Magistral de Alcalá, que fue respetada y exceptuada, según refiere y confirma Gil Dávila en su Teatro de la iglesia de León.

Carlos V le tuvo en mucha estima, diciendo de él, que si como doctor y maestro era grande, también lo sería con su dignidad, lo cual se cumplió. Álvar Góme, en la Vida de Cisneros, lib. VIII, dice de él, que “fue de maravillosa sutileza, agudo ingenio y no vulgar prudencia. Al regresar del Concilio enfermó en el monasterio de Monserrat, donde murió en 1564, y fue enterrado en la capilla de San Benito, como se lee en su sepultura: Andreas Cesta, Episcopus Legionensis e Concilio revertens hic jacet anno Domini 1564.

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Don Sebastián de Bricianos. Obispo de Orense.- (Oss. Pág. 195)

Navió en 1542. Fue hijo de Diego de Bricianos, Gobernador de Alcántara, y de Dª. María González. Ingresó en la Orden de San Francisco, en Santiago de Galicia; fue consumado teólogo y sobresaliente orador. Por su talento y mérito le nombró el Consejo de la Inquisición por su calificador, y fue predicador de Felipe II y III. Fue nombrado Obispo de Orense en 1611, y aunque lo fue posos años, se acreditó de muy elocuente, virtuoso y justo, sin ser aceptador de personas. Se le consultó por el Rey acerca de la multiplicación de las nuevas Religiones en España, y se tuvo su opinión muy en cuenta. Fundó en el convento de San Francisco de Medina una capilla con la advocación de Santiago, que estaba donde últimamente la Portería.

En 1732 se trasladaron a la nueva iglesia, a la que hoy es San Diego. La inscripción es así:  “Aquí yace el ilustrísimo y Rmo. Sr. D. Fr. Sebastián de Bricianos, natural de esta villa de Medina del Campo, del Orden de San francisco, consultor y calificador de la Suprema y general Inquisición, predicador de los Reyes Católicos Felipe II y Felipe III, Obispo de Orense, del Consejo de S. M. edificó y dotó esta capilla de Santiago con edad de setenta y cinco años, el 15 de Enero de 1617.”

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Obispo Don Cristóbal Matínez de Salas y Don Fray Alonso Galdo.- (Oss. Pág. 195.)

D. Cristóbal Martínez fue Canónico Premonstratense. Sobresalió en la predicación, logrando gran fama. Sus Superiores, a pesar de todo, no le consideraron; su humildad y silencio les hizo cambiar, y le promovieron al gobierno de Abadías, que desempeñó con mucho celo y crédito. Atendiendo a sus méritos, Felipe IV le confirió el Obispado de Panamá, en América. Se consagró en San Pablo en Valladolid,  en el año 1626. Fundó en si convento de Medina una capellanía, y dio una lámpara de plata para el Santísimo. Murió en 1652. Escribió a Felipe IV una carta, que se imprimió, acerca de la introducción del hábito canónico en sus claustros.

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Fray Alonso de Galdo

Este religioso (que por errara se puso en Ossorio Delgado) fue hijo del licenciado Freno de Galdo. Nada añade Ayllón a lo dicho por Ossorio, sino que éste le hace sobrino del canónigo Bobadilla y Ayllón se dice hermano.

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Don Bernardo Caballero de Paredes

FUE HIJO DE d. Diego Caballero y de Dª. María de Paredes, y se bautizó en la Colegiata. Estudió en Salamanca, y con su aplicación y su ingenio sobresaliente hizo grandes progresos, y en breve se licenció en grandes Derechos. Concluyó la carrera eclesiástica y desempeñó el curato de Berrocal, en el Obispado de Ávila, y por Gregorio XV fue nombrado canónigo de esta iglesia, que ocupó hasta 1625. El Inquisidor general D. Andrés Pacheco, que conocía sus grandes méritos, le confirió la plaza de Fiscal de las Inquisiciones de Zamora y Toledo, siendo el año siguiente nombrado Inquisidor de esta última ciudad. Felipe IV le propuso para Obispo de Albarracín, y antes de tomar posesión, se le nombró para Orihuela, consagrándose en Madrid, y se acreditó de virtuoso y celoso de la salvación de las almas, y muy en particular por las del purgatorio, pues de testamentos y fundaciones olvidadas  recaudó e invirtió en sufragios más de doscientos mil ducados.

Fue devotísimo de la Inmaculada, y en Caudete fundó en su obsequio un convento de Capuchinos, y colocando la primera piedra, concluyó la obra en 1631. Haciendo que su Obispado votase la defensa de este Misterio. Cerca de este convento reedificó una ermita de Nuestra Señora del Rosario y una quinta o casa donde en una galería espaciosa colocó los retratos de sus antecesores, con inscripciones alusivas a su vida y virtudes. Su ardiente caridad se mostró en las cuantiosas limosnas y donativos que no solo fueron a favor de su Obispado, sino por otras atenciones.

Por sus virtudes y méritos tan sobresalientes, fue trasladado a Lérida, y en este Obispado hallóse  un grandísimo riesgo, pues alborotándose los catalanes, pidieron auxilio al Rey de Francia que llenó de tropas el Principado. Nuestro Obispo temiendo desacatos y profanaciones, levantó a su costa, en dieciocho días, 100 hombres de tropa para defensa de la ciudad, los que sostuvo hasta que se alzó el sitio de Salsas. Después de la muerte dada al Villey y otros Ministros, arreció la persecución al Obispo, fiel siempre al Rey y a la Patria, y alborotado el pueblo, le decía que, si en Barcelona había quitado de en medio a un Virrey, no era mucho hacer igual el Lérida de un Obispo; esto ocurría a últimos de Mayo de 1640.

Para nada sirvieron los buenos consejos y amonestaciones del piadoso Obispo, y decidieron tenerle cercado y minarle el palacio con pólvora para volarle. Temiendo que por defenderle muriesen otras personas, y no accediendo a las demandas de la Diputación, que le pedía fundir las campanas para hacer armas, viéndose en un verdadero aprieto, llamó al Guardián de los Capuchinos, advirtiéndole que trajese oculto otro hábito, y disfrazado de religioso, logró salir de la ciudad, el 15 de Septiembre del citado año, y desde el convento, a media noche, salió con el Vicario y un lego a pie, recorriendo las siete leguas hasta Monzón. La Diputación se apoderó de sus bienes y rentas, en tanto que las gentes piadosas y buenas de Lérida trataron de contrarrestar aquella borrasca, e idearon para ello medios de llamar de nuevo a su Obispo, ofreciéndole una escolta de 500 hombres. El Obispo no accedió, y escribió al Cabildo y Clero que persistiesen en ser fieles al Rey. Los franceses por aquel entonces, saquearon a Tamarit. Nuestro Obispo seguía en Monzón, ejerciendo la caridad y la paciencia, más entendiendo que la Diputación persistía en buscarle y asesinarle, y que se decía que habían salido ejecutores para esta maldad, antes de prometer a sus amigos de Monzón, salió de este pueblo y se dirigió a ponerse bajo la protección del Obispo de Barbastro, y el Rey, que sabía sus penalidades por servirle, le mandó a Tortosa a la consagración de un Obispo.

Vacó el Obispo de Oviedo, y el Rey, para premiarle, le propuso para él. Quiso el Obispo retirarse a Medina por unos días, y el Rey le rogó siguiera donde estaba hasta llegar las Bulas pontificias.

Su devoción a la Inmaculada, le impulso a crear en la Colegiata  una  capilla. En 1639, quiso constituir en ella aniversarios y capellanías, y dotó las Horas canónicas con treinta y cuatro mil ducados, pidiendo el derecho de presentar por sus patronos dos medias raciones en la Colegial. Se reunió la villa y se impusieron al Obispo; en vista de ello varió algo de sus ofertas, le pusieron pleitos y el Cabildo se quedó con 20.000 reales de la sacristía que habíale cedido; que la capilla y altares quedase por el Cabildo y que el Obispo se llevase lo demás, en lo que no estuvieron muy acertados.

El Obispo, satisfecho con lo que hacía Dª. Agustina Canovio, fundando las Recoletas en sus casas, levantó la iglesia con su altar, que es una cámara santa con muy insignes reliquias; fundó tres capellanías, que presenta el patrono de su familia, que lo es el Conde de Peñaflorida; dio ornamentos, vasos sagrados, alhajas de plata, pinturas, etc., y construyó y una tribuna independiente para los patronos, que se mandaba por la calla pública del Rey, y una casa en la calle de Salamanca, que vino a hundirse, y pasar a ser propiedad del Cabildo. Fue tío de la Madre Ana Felipa de los Ángeles, la cual creía firmemente en el premio que del cielo había recibido por sus trabajos el virtuoso y humilde Obispo de Oviedo.

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Obispo Don Francisco Crespo de Escobar

También natural de Medina, fue beneficiado de la parroquia de la Cruz, siendo después elegido canónigo de León, después Fiscal de la Inquisición en Toledo, luego Inquisidor de la misma, y más tarde Inquisidor Mayor de Palermo, y por sus grandes dotes y méritos, fue nombrado Obispo de la ciudad de Girgenti, en Sicilia.

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Obispo Fray Domingo de Salinas, Obispo de Venezuela (Medinenses, pág. 525.)

Perteneció a la orden Trinitaria, y por sus raros méritos fue destinado a ocupar dignísimamente la Silla arzobispal de Manila en el año 1731.

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Obispo Fray Juan Álgen Rodríguez

Perteneció a la Orden Trinitaria, y por sus raros méritos fue destinado a ocupar dignísimamente la Silla arzobispal de Manila en el año 1731.

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Del Infante Don Fernando de Castilla, que después fue Rey de Aragón.

Dice Ayllón, que en los siglos venideros, sabrá considerar Medina la honra que la cabe en ser patria de este Infante, danto a entender que en su tiempo, poco se curaban de estas glorias; bueno será que haya acertado a profetizar.

Nació D. Fernando en 1380, día de San Andrés, y cuenta Ayllón la aparición del Apóstol, ya tan referida, y que el Infante cumplió la oferta de edificar el convento de Dominicos en la iglesia de San Andrés. (Bula de Sixto IV, año 1480.) Edificó el convento de la Mejorada, y fundó la Orden de la Jarra y de la Azucena. Respetó la Corona de Castilla, que le ofrecían, y no sólo no la aceptó, siendo el verdadero sostén de Castilla en la menor edad de su sobrino, sino que también movió guerra contra los moros, tomándoles la villa de Antequera, y logrando otras victorias, siendo proclamado luego Rey de Aragón y Sicilia en 3 de Septiembre de 1452. Murió en Igualada y dejó grandes recuerdos en Medina, donde nacieron sus hijos.

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Alonso "El Magnánimo", Infante y después Rey de Aragón

Nació en Medina, en el año 1393, y de él dice D. Julián Ayllón, que, criado bajo de su benigno temperamento, eternizará su memoria en los siglos venideros.

(¿Qué diría el Sr. Ayllón si hoy viene lo como que nos acordamos de señalar siquiera el sitio donde nació?)

Elogia el Sr. Ayllón su grande cultura y afición a las letras, más como esto, aunque sea muy glorioso, no se refiere a Medina, lo omito. Está enterrado en Santa María de Poblet.

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Don Juan, Infante de Aragón, después Don Juan II de Navarra

“Nació –dice Ayllón con letra muy clara- en Medina del Campo, en el Palacio de la Plaza Mayor, a 29 de Junio e 1397, y en ella fue criado y educado, juntamente con sus hermanos, los Infantes D. Alonso,. D. Enrique, D. Sancho y D. Pedro, por unos mismos ayos y maestros de letras, no solo en las costumbres, letras y enseñanzas propias de Príncipes, sino en el santo temor de Dios, por lo cual conservaron siempre en su pecho un grande fondo de piedad y acatamiento a la Religión.”

Fue, entre otros títulos, Señor de Peñafiel y de Medina, y en 1419 casó con Dª. Blanca, Princesa de Navarra, y tuvo la dicha de ser padre de Fernando V, Rey católico, habido de su segunda mujer, hija de D. Fadrique, Almirante de Castilla. Elogia el Sr. Ayllón largamente su valor, sus virtudes sus ordenanzas a moros y judíos par que se arrodillasen, gorra en mano, en la calle cuando pasase el Viático; su adhesión y devoción a la Inmaculada, y leyes contra usureros y alcahuetes.

Nada dice el Sr. Ayllón, y lo siento, de la parte tan activa que tomó en los asuntos de Castilla y empeñó en derribar a D. Álvaro de Luna. Murió en Barcelona en 1469. Como tanto se ha escrito de él en esta Historia, y de su cariño y constantes guerras y peleas en el Monarca castellano D. Juan II, excuso ocuparme de tales hechos.

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Tres Infantes y dos Infantas de Aragón

Hijos de D. Fernando y Dª. Leonor, que está sepultada en las Dominicas Reales de Santa María de las Dueñas.

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D. Enrique nació en 1398; fue Maestre de Santiago; casó con Dª. Catalina, Infanta de Castilla, hija de D. Juan II. Fue de mucho espíritu y resolución; estuvo siempre en revueltas contra su suegro, y recibió una herida en la mano en la batalla de Olmedo, de cuyas resultas murió en Calatayud.

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D. Sancho nació en 1400; fue Maestre de Calatrava, y aún de Alcántara a los nueve años, dispensándole el Papa Benedicto. Está enterrado en el convento de San Andrés de esta villa. Murió en 1416.

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D. Pedro, Capitán general de las armas de su hermano D. Alonso en Nápoles, nació en Medina el año 1401. Murió en el cerco de Nápoles de un tiro de artillería, rebotando del suelo el proyectil y destrozándole el cráneo. Murió soltero, a los treinta y ocho años de edad en 1438.

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Dª. María, Infanta de Aragón, nació en Medina, el año 1403. Y casó con D. Juan II, Rey de Castilla.

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Dª. Leonor Infanta de Aragón, nació también en Medina del Campo, en el año 1404, y casó con D. Duarte, Rey de Portugal.

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Del Infante de Castilla, Don Fernando de Austria

D. Julián Ayllón le tiene por de Medina, fundándose en que lo afirma Illescas en la Vida de Paulo IV, y pone en boca del Emperador, ante los herejes de Ratisbona, de “que había nacido en medina del Campo, en donde bebió la fe católica entre los macizos cristianos viejos de Medina del Campo”. Cuestión es ésta en que ahora no he de entrar, pues e de alguna investigación y crítica. He preguntado a personas que han escrito sobre esto, muy en particular al tan erudito académico y bibliotecario mi amigo D. Antonio Rodríguez Villa, y me afirma que nació en Alcalá, que es hecho fuera de duda, y que allí le bautizó Cisneros. ¿Quién sabe si recibiendo su instrucción religiosa en Medina se llamase por este cristiano viejo de Medina?

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