Vista panorámica

Título
Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

Correo electrónico
Música de la página

Nos encontramos en: "Museo de las Ferias de Medina del Campo"
LAZARILLO DE TORMES

MENÚ DE CONTENIDO

Libros

LOS PEÑARANDA

De gran descubrimiento es considerada por los amantes de los libros y muy especialmente por los estudiosos de nuestro Siglo de Oro, la 'Biblioteca de Barcarrota'. De esta forma, cuando nos referimos al 'Lazarillo de Barcarrota' estamos personalizando el ejemplar único existente en el mundo de la novela del Lazarillo de Tormes, impreso por los hermanos del Canto, en la ciudad de Medina del Campo el uno de marzo de 1554. Fue localizado emparedado (como no podía ser de otro forma) en el pueblo de Barcarrota y está depositado en la Biblioteca de Extremadura.

Estamos comprobando que todo lo que rodea al 'Lazarillo de Barcarrota' viene precedido por un aire de misterio e intriga, bien por su autoría desconocida, su impresión única, o su localización -emparedada en un pueblo fronterizo con Portugal-. Asimismo, de misterioso calificamos al bibliófilo-propietario que habitó la casa situada en el número 21 de la Plaza de Nuestra Señora de Soterraño en Barcarrota entre 1554-1559 que por precaución ante los poderes fácticos imperantes en la época (Inquisición) hizo su propio 'auto de fe' emparedándolos para recuperarlos el día que pasaran las circunstancias adversas.

Todos los amantes de los libros y estudiosos conocían la casa donde apareció la conocida 'Biblioteca de Barcarrota' por lo que cada uno de ellos tenía formado un perfil distinto del propietario. Así en 1995, Fernando Tomás Pérez y Fernando Serrano Mangas en un artículo conjunto señalan que el propietario era «un humanista, clérigo perseguido, reformista, judeo-converso y alumbrado». De «amante de los libros, humanista, persona muy culta» lo califica el profesor Jesús Cañas, mientras que Francisco Rico, basándose en una minuta que apareció entre el lote de libros, afirma que era «librero irresoluto e ignorante».

Este bibliófilo-propietario misterioso estaba reclamando una mano erudita que lo descubriera y para ello hacía falta un investigador de «faquín», como denominaba Rodríguez-Moñino a los investigadores que contrastaban sus aseveraciones con los documentos, dejando para otros las conjeturas.

Por suerte, en nuestra comunidad universitaria contamos con el profesor Serrano Mangas, investigador de faquín y riguroso, -quien conociendo de antemano la ardua y oscura labor investigadora de los archivos documentales donde hay que perder miles de horas en la búsqueda de una noticia o un dato que, aparentemente, es inútil ante los ojos de los demás-, ha perseguido por los dieciocho archivos extremeños que conforman la Baja Extremadura y los seis grandes centros de documentación nacionales, noticias sobre el bibliófilo-propietario de la 'Biblioteca de Barcarrota'.

Todas sus investigaciones las resume de una forma contundente, sencilla y amena (dentro de un orden) en El Secreto de los Peñaranda, sin dejar lugar a la especulación. En esta obra, el profesor Serrano, nos ilustra no solamente sobre Francisco de Peñaranda, -médico natural de Llerena que ejerció la medicina con gran éxito en la villa de Villanueva de Barcarrota durante medio siglo y a quien señala como el bibliófilo-propietario (al que llama «encarcelador de libros»)-, sino que realiza, además, un tratado del estado de la sanidad y del ejercicio de la profesión médico-farmaceútica de la familia de los Peñaranda y sus entronques en la Baja Extremadura durante los siglos XVI y XVII, analizando cómo compaginaban sus costumbres (eran judeo-conversos que provenían de otra cultura.) con sus vivencias en tierras crisitianas perseguidos por la Inquisición.

En El Secreto de los Peñaranda hace además un estudio minucioso de cada uno de los ejemplares que conformaban la 'Biblioteca de Barcarrota' y analiza las causas por las que estos libros y no otros eran los que conformaban la biblioteca oculta del médico judeo-converso.

Todo ello aparece reflejado en 214 páginas de apretado contenido y 392 sustanciosas notas aclaratorias para las que Serrano Mangas se ha documentado según la bibliografía aportada en los trabajos realizados por otros eruditos, la mayoría de ellos de la Universidad de Extremadura, cumpliendo así la premisa «más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena».

Así, una vez roto el misterio de quién era el bibliófilo-propietario de esta 'Biblioteca de Barcarrota' siempre nos quedará descubrir la autoría del Lazarillo de Tormes.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Una profesora identifica al autor de 'Lazarillo de Tormes'

Rosa Navarro Durán
Rosa Navarro Durán

La catedrática de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona Rosa Navarro Durán ha asegurado que el autor de el 'Lazarillo de Tormes', obra cumbre de la picaresca española, fue el secretario de cartas latinas de Carlos V, el erasmista Alfonso de Valdés.

La dos ediciones más antiguas que se conservan de la obra son de 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo y ambas proceden de una anterior, que a la vez proviene del original que fue editado fuera de España -seguramente en Italia- después de la muerte del autor, en 1532, estas dos últimas perdidas.

Navarro, que ha dedicado los tres últimos años a investigar el misterio de la autoría, que hasta ahora se había considerado anónima, inició su investigación al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo del libro, en el que el autor explicaría el argumento y la intención de la obra y presentaría al personaje protagonista, Lázaro, «instrumento de una aguda crítica de origen erasmista a la corte y la iglesia».

Fiel cortesano

Lazarillo de Tormes
Lazarillo de Tormes

El marco temporal escogido para narrar la historia -entre la derrota de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada de Carlos V en Toledo en 1525- es otra evidencia que apoya la argumentación de Navarro. Según informó ayer la investigadora en un comunicado, «sólo un fiel e inteligente cortesano como Valdés podría haber escogido con tanta finura el momento que cierra la evocación de Lázaro».

Navarro tiene en cuenta también que las otras obras conocidas de Alfonso de Valdés, 'Diálogo de las cosas acaecidas en Roma', 'Diálogo de Lactancio y un Arcediano' y 'Diálogo de Mercurio y Carón', fueron atribuidas a su hermano Juan hasta finales del siglo XIX y principios del XX. El mismo Juan de Valdés se tuvo que exiliar a Italia, perseguido por la Inquisición, después de la publicación de su 'Diálogo de doctrina cristiana' (1529).

Navarro pronunciará este verano diversas conferencias en universidades españolas para dar a conocer los resultados de sus investigaciones.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Biografía ALONSO VALDÉS

Escritor español, nacido en Cuenca hacia 1490 y muerto en Viena el 3 de octubre de 1532. Figura fundamental del humanismo erasmista español, representa el momento de mayor plenitud del césar Carlos, a cuyo servicio puso su pluma y sus dotes diplomáticas.

Vida y obra: En el s. XVI Cuenca fue una de las ciudades más afectadas por el protestantismo; en la provincia hubo fuertes y persistentes núcleos no sólo de erasmistas sino de alumbrados. Nada tiene de extraño que la familia Valdes simpatizara con las nuevas ideas. La vida y las circunstancias de ambos hermanos se encargaron del resto. Por conjeturas se cree fue discípulo del humanista Pedro Mártir y que estudió en las Universidad de Alcalá y Bolonia. Es muy probable que al igual que otros ingenios se formara en la lectura y observación. Debió seguir la carrera de leyes según se deduce de posteriores hechos de su vida. A partir de 1520 le encontraremos metido de lleno en la vida política. Partidario del Emperador desde los primeros tiempos, éste premió sus servicios con distintos cargos, desde redactor oficial de cartas latinas hasta secretario y diplomático encargado de la enmarañada política española seguida con Roma y otras repúblicas italianas. Tuvo oportunidad de viajar a menudo por Italia y el Imperio y es casi seguro que su amistad epistolar con Erasmo se hiciera más íntima por estas fechas. Su correspondencia con el humanista holandés data de 1525. Como representante de Carlos V en la Dieta de Augsburgo, entabló relaciones con algunos reformadores, como con Melanchton, pero la influencia de éstos fue en él muy superficial. Su verdadero mentor espiritual fue Erasmo ya través de la doctrina erasmiana juzga la vida de la Iglesia católica y modela su propia espiritualidad. No sólo por sus obras sino por su misma vida política que le puso en gran relación con los reformadores, hubo de enfrentarse con la Inquisición y si salió libre de culpa fue debido a que los integrantes más conspicuos del Tribunal estaban tocados de erasmismo.

Valdes no llegó a conocer la violenta reacción de las órdenes religiosas ni el sesgo inesperado de la política imperial. En su tiempo aún se creía en un arreglo pacífico. Tan es así que el mismo papa Clemente VII le absolvió de la acusación de herejía y no tuvo problemas mayores para la publicación en Nápoles de sus dos únicas obras. Murió en Viena víctima de la peste y nos consta su confesión de fe católica. En buena ley no podemos considerar al escritor como un auténtico heterodoxo. Fué un típico representante de un momento de confusión espiritual que sintió como pocos el deseo de una verdadera reforma. Su actitud doctrinal está expuesta en dos obras dialogadas al estilo de las sátiras lucianescas, el Diálogo de Lactancio y un arcediano o De las cosas ocurridas en Roma, y el Diálogo de Mercurio y Carón. El primero tiene un marcado matiz político, la defensa del Emperador ante el asalto de sus tropas a Roma y el consiguiente saqueo de la ciudad, y el segundo se ambienta en un campo más doctrinal, aunque en él haga gala de abierta franco fobia.

cristiano ejerció una influencia decisiva durante 20 años en la formación intelectual y religiosa de múltiples españoles de muy variada condición. Valdes fue uno de los teóricos de dicho movimiento. Al igual que Erasmo, deseaba con todo ardor la vigorización del espíritu cristiano, pero en el interior de la persona, de un modo casi íntimo que sustituyera el aparato y artificio de algunos ambientes eclesiásticos renacentistas. Lo cierto es que el punto de partida de toda la crítica valdesiana arranca de una verdad incuestionable: la visible paganización de ciertos sectores clericales, que provocaban más escándalos y desviaciones que cualquiera otra cuestión. Erasmo procuró con sus escritos renovar la espiritualidad ahogada por una práctica demasiado externa del culto. Sus escritos coincidieron con la eclosión violenta del luteranismo y hasta cierto punto la atizaron; de ahí la prevención que las Órdenes religiosas sintieron por todo lo erasmista. La posición oficial, al menos hasta 1536, está definida por el pensamiento de Valdés expuesto en sus dos obras, que si bien en su tiempo fueron piedra de escándalo, hoy nos hacen sonreír levemente.

El Diálogo de Lactancio y un arcediano interesa más como documento de época que por la valía de su estilo. Su prosa es llana, directa, a ratos elegante, en muchos momentos atropellada, pero siempre chispeante por el tono de fina diatriba o de grueso humor, con toque de fina observación a lo Maquiavelo. La parcialidad es evidente. Valdes sólo ve una cara de la realidad. En la Roma renacentista sorprende el pecado, el vicio y el lujo, pero no tiene un elogio para la protección del arte por esos mismos a los que critica. Lactancio expone el pensamiento del autor y sus argumentos son harto débiles en muchas ocasiones, cuando no tendenciosos en otras. Tampoco se puede afirmar que sean «vulgarísimas acusaciones de sacristía»: hay momentos en que la razón está de parte del autor, aunque una innata tendencia a la hipérbole negativa reste objetividad al diálogo.

Resuelta definitivamente la paternidad de Diálogo de Mercurio y Carón a favor de Valdes, ésta es la obra madura y perfecta que define la actividad espiritual de un hombre y compendia, al mismo tiempo, toda una corriente literaria satírica nacida en la Grecia posclásica y que, latente en forma de Danzas a lo largo de la Edad Media, encontró su verdadera expresión en esta época. El diálogo lucianesco sirvió a v. para exponer sus anhelos de sed e infinito, para desnudar su alma llena de paz interior en violento y desgarrado contraste con una serie de figuras encarnadoras de un cristianismo huero y retórico. El obispo y el predicador, el rey y el duque, el hipócrita, etc., forman una galería de almas rutinarias, sin deseo de renovación y que con su egoísmo causan más daño que provecho a la Iglesia. Frente a ellas están las almas buenas con su doctrina intimista rayana en el iluminismo y paliada por el chispeante diálogo político de Mercurio y Carón. Su ideología está muy lejos de nuestra mentalidad, pero no olvidemos que Valdés vivió uno de los momentos más trascendentales de la historia y fue uno de sus intérpretes y, más aún, uno de los hombres que con más pasión los vivió.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Biografía JUAN LUIS VIVES

Juan Luis Vives
Juan Luis Vives

Como anticipo de las tesis desarrolladas en su próximo libro, el filólogo Francisco Calero propone un giro copernicano en la literatura renacentista española, al atribuir a Juan Luis Vives la autoría del Lazarillo y otras tres importantes obras.

Voy a intentar demostrar en este artículo la autoría de cuatro obras clave del Renacimiento español que aparecieron como anónimas: Diálogo de Mercurio y Carón, Diálogo en que particularmente se tratan las cosas acaecidas en Roma el año MDXXVII, Diálogo de la lengua y Lazarillo de Tormes.

La tesis mejor fundamentada hasta ahora es la de la profesora Rosa Navarro, expuesta brillantemente en su reciente libro Alfonso de Valdés, autor del Lazarillo de Tormes. Estaba cerca la profesora Navarro porque Alfonso de Valdés era amigo de Luis Vives, el verdadero autor de las cuatro obras. Para demostrarlo hay que dar dos pasos previos: el primero es que Vives es el autor del Diálogo de Mercurio y Carón, y el segundo es que también es el autor del Diálogo de la lengua. Para que tal autoría no vaya resultando extraña quiero advertir desde el principio que Vives desde sus años jóvenes había dado muestras de poseer extraordinarias cualidades literarias.

Se me podrá decir que sí, pero que él se expresaba en latín. A la objeción respondo que también escribía en castellano, y lo fundamento en el testimonio del propio Vives en una carta de 1527 a su amigo Juan de Vergara, en la que dice: «Pues tengo la persuasión de que en la publicación de nuestros libros con frecuencia abusamos de nuestro trabajo y del lector, con perjuicio del fruto de la obra en la que comenzaré a hispanizar», esto es, empezaré a escribir en español.

¿Un anónimo firmado?

El primer paso es demostrar que el Diálogo de Mercurio y Carón es de Vives. ¿Qué es lo que sabemos de cierto acerca de su autoría? Sólo que el autor quiso ocultarla. Así se dice expresamente en su introducción: «Algunos heran de pareçer que devía poner aquí mi nombre. No lo quise hazer porque no pareçiesse pretender yo desto alguna honra, no meresçiéndola». Es evidente que además de ésta había otras razones para hacerlo.

En el cuerpo de la obra aparece una carta firmada por Alfonso de Valdés, y de inmediato surge la pregunta: ¿es lógico que quien quiere ocultar su autoría publique una carta suya firmada? La respuesta tiene que ser negativa, y es porque Alfonso no era el autor de la obra. Esto parece evidente pero no es definitivo. ¿Cómo he llegado a la deducción de que el autor es Luis Vives? He traducido varias obras suyas y, al releer el Diálogo de Mercurio y Carón, me parecía estar leyendo al mismo Vives. Tan grandes son los parecidos en cuanto a la forma y al pensamiento que tengo la absoluta seguridad de que tal diálogo sólo puede haber sido escrito por él.


Examinemos en primer lugar la forma. El Diálogo de Mercurio y Carón está estructurado según el modelo de los Diálogos de los muertos de Luciano. En él intervienen el dios Mercurio y el barquero Carón, quienes dialogan con las almas que llegan al infierno o que se dirigen al cielo. Como hilo conductor aparece la narración de hechos históricos, principalmente referidos a la actuación de los españoles en Italia desde los tiempos del Rey Fernando el Católico.

Pues bien, Vives había publicado en 1526 un Diálogo sobre las disensiones de Europa y la guerra contra los turcos. Tiene también la estructura de los Diálogos de los muertos, y en él intervienen Minos (que actuaba como juez de las almas en los infiernos) y el adivino Tiresias. Aquí también se cuenta de forma parecida la actividad de los españoles en Italia, empezando desde Alfonso V el Magnánimo.


Pero los parecidos no se quedan en la estructuración de las dos obras, sino que se dan también (y de forma más decisiva) en los pensamientos expuestos en ambas, así como en otras obras de Vives. Expondré sólo algunos, reservando el recuento exhaustivo para un cercano libro. En el Diálogo de los turcos Minos se extraña de que lleguen muchas almas al infierno y dice: «pues aquí caen las almas tan apretadas como el granizo arrojado por algún fortísimo torbellino»; se trataba de tiempo de guerra.

En cambio, en el Diálogo de Mercurio Carón se muestra triste porque había oído que el Emperador y el Rey de Francia harían la paz y, por tanto, no le llegarían almas. Se dice en el Diálogo de Mercurio: «Entré en los templos y vilos llenos de vanderas y de escudos, lanças y yelmos, y pregunté si eran templos dedicados a Marte, dios de las batallas, y respondiéronme que no sino a Jesu Christo».

En su obra De concordia et discordia in humano genere dice Vives: «Lo que en verdad no es humano sino bien salvaje [...] es el hecho de que colguemos de Cristo y de sus mártires las insignias de nuestra crueldad [...]. Los antiguos presentaban a Marte, dios de las guerras, [...] signos de sus triunfos como señal de agradecimiento». En la misma obra se afirma: «¡Cuántos se han arrepentido de una guerra, incluso iniciada favorablemente, y ninguno de la paz conquistada con alguna desventaja o incluso injusticia!».

Y en el Diálogo de Mercurio se expresa la misma idea: «Queriendo más desigual paz que justa guerra». En el Diálogo de los turcos se dice: «Se le ocurrió la idea de reivindicar el patrimonio de San Pedro», y en el Diálogo de Mercurio: «haría otro tanto de todo el patrimonio de San Pedro». En el Diálogo de Mercurio se critica la forma sofística de argumentar propia de los escolásticos medievales de esta forma: «El cabrón tiene barvas y nunca se las peina, tú tienes barvas y nunca te las peinas, luego tú eres cabrón», y es bien sabido que Vives escribió el más furibundo ataque contra tales sofistas en su obra In Pseudodialecticos.

Maestro de la dialogística

No quiero multiplicar los ejemplos de algo que parece incontrovertible. Pero permítaseme apuntar el argumento que me parece más decisivo: tanto el Diálogo de Mercurio como el Diálogo de las cosas tuvieron que ser escritos por una persona profundamente interesada en la solución del problema de la pobreza y la mendicidad, y Vives escribió la obra más importante de todos los tiempos sobre el pauperismo, De subventione pauperum.

Como muestra un botón significativo: en el Diálogo de Mercurio se dice: «Allende desto ordené un colegio en que cien niños aprendiesen a vivir como cristianos», y en De subventione aparece la misma institución y ¡el mismo número! «Recordando sólo una experiencia entre innumerables, la de vuestra escuela de niños pobres, que inaugurasteis hace diez años con inicios tan difíciles que solamente eran sustentados allí dieciocho niños y teníais el oculto recelo de que no hubiere medios suficientes para mantener tal institución; ahora son alimentados alrededor de cien».

Francisco Calero

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Cultura

Francisco Calero: «La autoría del Lazarillo a Luis Vives no admite duda ni disputa; es incontrovertible»

Texto: Antonio Astorga; Foto: Sigefredo

Francisco Calero
Francisco Calero

En Blanco y Negro Cultural le daba ayer un giro copernicano de 360 grados a la autoría del Lazarillo: «Fue Luis Vives», asegura tajante tras quince años de leerlo en latín. El debate prosigue.

-¿Por qué cree que su tesis es incontrovertible?

-Si los estudiosos hubieran leído en latín a Vives, se habría dado antes con el autor del Lazarillo: Luis Vives, que escribió toda su obra, salvo «Diálogo de Mercurio y Carón», «Diálogo en que particularmente se tratan las cosas acaecidas en Roma el año MDXXVII», «Diálogo de la Lengua» y el Lazarillo (de las que demuestro su autoría en el artículo de Blanco y Negro Cultural de ayer) en latín. Al creador del Lazarillo se le ha buscado siempre entre quienes habían escrito en español. Nadie pensó que un escritor en latín hubiera podido crear una obra tan genial en castellano. Próximamente publicaré mis estudios con la autoría de las anteriores obras asignándolas ya a Vives (editadas, ojalá, por el Ayuntamiento de Valencia) y reflejaré los pasajes que coinciden. Parece algo incontrovertible; lo que yo propongo es una revolución en la interpretación de las obras.

-¿En qué fundamenta usted la atribución del Lazarillo a Vives?

-Ofrezco argumentos de dos tipos. Unos, comparativo-literarios, demuestran los parecidos entre algunas escenas de «Diálogo de Mercurio y Carón» y el Lazarillo, así como de la estructuración partiendo de «La Celestina». La profesora Rosa Navarro sostiene que el modelo del Lazarillo es «La Celestina». Vives sentía un gran aprecio por esta obra, de la que hace un elogio por la moralidad: es decir, porque «La Celestina» al final termina con el castigo de las personas que llevaban mala vida y Vives de ahí extrae una moralidad. La moralidad va a ser el último fin del Lazarillo. Vives poseía un conocimiento extraordinario de los autores clásicos (griegos y latinos) y se refiere a la traducción de «El asno de oro», de Apuleyo. Otros argumentos son lingüísticos: por ejemplo, en el Lazarillo aparecen diminutivos como «concheta» o «camareta» que se atribuyen a italianismos. Y no, son valencianismos, como «filleta» o «cadireta». Vives nombra varias veces las naranjas y las limas y se refiere también a las conservas de Valencia. En el Lazarillo aparecen varias alusiones a los juegos de pelota y Vives era un estusiasta de esos juegos. De hecho, la primera descripción del juego del tenis aparece en su obra «Linguae latinae exercitatio». Y por el Lazarillo circulan varias palabras técnicas referidas a esos juegos. Un verbo que aparece en el «Diálogo de Mercurio y Carón» y en el «Lazarillo» es turar por durar. Hay varias alusiones en el Lazarillo a la derrota de los Gelves. Se mencionan la guerra de las comunidades, a las que se refiere Vives en otras obras, y las Cortes celebradas por Carlos V en Toledo, que Vives conocía perfectamente porque recibía una paga del Emperador. El transfondo social de mendicidad, de pauperismo en el Lazarillo, es un reflejo de la preocupación esencial de Vives: la solución de los problemas de la pobreza.

-¿Cómo empezó su investigación?

-Tras la lectura del libro de la profesora Rosa Navarro «Alfonso de Valdés, autor del Lazarillo de Tormes». Pero con la particularidad de que llevo trabajando quince años en las obras de Vives, he traducido muchas de ellas y las tengo en la memoria. Noté que había unas concordancias extraordinarias entre lo expresado en el «Diálogo de Mercurio y Carón» y algunas obras de Luis Vives, quien tenía que haberlo escrito sobre todo porque su estructuración es exactamente igual a otro diálogo que escribió en latín: «Diálogo de los turcos». Muchísimas ideas y pensamientos se repiten en estas dos obras. He recogido unos 50 pasajes en donde se da una coincidencia de pensamiento entre esos dos diálogos. Existen numerosos parecidos entre el «Diálogo de Mercurio y Carón» y el Lazarillo. Ese diálogo gira en torno a que varias almas pasan al infierno llevadas por Carón y se establece un diálogo entre dioses y almas. Y en algunas de las almas se reflejan episodios del Lazarillo.

-¿Cómo pudo un humanista escribir el Lazarillo?

-Para escribir esa obra se necesitaba un genio literario fuera de lo común. Alfonso de Valdés no lo tenía; Luis Vives sí. Y dio muestras, desde muy joven, de poseer una gran imaginación en obras muy breves escritas a los 20 años como «Diálogo sobre la dignidad del hombre», «La ovación de la Virgen María» y «El triunfo de Jesucristo». Vives, cima del pensamiento universal, creó obras rompedoras y revolucionarias. Por ejemplo, «De subventione pauperum», la primera y más importante escrita sobre los problemas de la mendicidad, la pobreza y sus soluciones. Y esa obra está muy conectada con el transfondo de mendicidad, pobreza y sentido moral de la pobreza del Lazarillo. Vives poseía un sentido irónico y satírico de la vida que recibió a través de Luciano y de Erasmo, de quien era muy amigo. Todas las tesis últimas sobre la autoría del Lazarillo han girado en torno al círculo de Vives, sin que se aproximaran a él.

-¿Por qué no firmó Vives entonces el Lazarillo?

-Porque no podía. Vives, que era de origen judío, salió de España y no pudo volver. Sus padres fueron perseguidos por la Inquisición; su madre, después de muerta, exhumada para ser quemada. Ni pudo volver a España ni pudo firmar algo que hiciera sospechar a la Inquisición, cuyo poder era enorme.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Comentario KLEMENS LÖFFLER

Sus capacidades le dieron una pronta promoción y acompañó a Carlos V en 1520 en el viaje desde España a la coronación en Aachen, y en 1521 a la Dieta de Worms.

Desde 1522 fue secretario de la cancillería imperial y como secretario escribió un importante número de papeles de estado: en 1525, redactó el informe de la batalla de Pavía; en 1526 el enérgico, gráfico, y a veces deliberadamente sarcástico documento de estado dirigido al Papa Clemente VII, en el que era estigmatizada la infidelidad del Papa, y se realizaba una apelación a la convocatoria de un Concilio Ecuménico.

Después de la captura y saqueo de Roma en 1527, Valdés escribió el diálogo "Lactantius" en el que atacaba violentamente al Papa como perturbador de la paz pública, instigador de la guerra, y embaucador pérfido, anunciaba el juicio de Dios como destino de Roma, y calificaba a los Estados de la Iglesia como el dominio peor gobernado del mundo. El diálogo fue impreso en 1529 y fue ampliamente difundido.

El nuncio papal en Madrid, Baldassare Castiglione, presentó una acusación ante la Inquisición, pero las pruebas no sirvieron de nada porque Carlos V tomó a su siervo bajo su protección, mientras que el gran inquisidor a su vez declaraba que no era herético hablar contra la moral del Papa y de los sacerdotes. En consecuencia decidió que el diálogo no era calumnioso.

Valdés fue un pleno entusiasta de las ideas de Erasmo de Rotterdam y busco ganar dinero para ellas en España. En 1529 acompañó al emperador por Italia, Alemania, y Holanda. En la Dieta de Augsburgo, en 1530, fue un negociador influyente con Melanchthon y los Protestantes, y se reunió con ellos en un clima pacífico y conciliador; a pesar de que no pueda decirse que compartiera sus puntos de vista o mostrara comprensión por los motivos de Lutero; sus puntos de vista eran únicamente los de un hombre de Estado.

En Octubre de 1531, escribió desde Bruselas la carta de felicitación a los Católicos de Suiza después de la victoria sobre Zwinglio.

Era hermano de Juan Valdés, del movimiento herético de Nápoles, muchos de cuyos seguidores terminaron apostatando.

KLEMENS LÖFFLER

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Noticias relacionadas - Página digital

Una investigadora de la Universidad de Barcelona atribuye la autoría del 'Lazarillo de Tormes' a Alfonso de Valdés. -16/08/03 (España)

Una investigadora de la Universidad de Barcelona atribuye la autoría del 'Lazarillo de Tormes' a Alfonso de Valdés

La catedrática de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona Rosa Navarro ha asegurado que el autor de 'El Lazarillo de Tormes', obra cumbre de la picaresca española, fue el secretario de cartas latinas de Carlos V, el erasmista Alfonso de Valdés.

El estudio, que ha durado tres años, se inició cuando la profesora Navarro se dio cuenta de que faltaba una página del prólogo

La dos ediciones más antiguas que se conservan de 'El Lazarillo' son de 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo y ambas proceden de una anterior, que a la vez proviene del original que fue editado fuera de España -seguramente en Italia- después de la muerte del autor, en 1532, estas dos últimas perdidas.

Navarro, que ha dedicado los tres últimos años a investigar el misterio de la autoría, que hasta ahora se había considerado anónima, inició su investigación al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo de la obra, en la que el autor explicaría el argumento y la intención de la obra y presentaría al personaje protagonista, Lázaro, "instrumento de una aguda crítica de origen erasmista a la corte y la iglesia".

El marco temporal escogido para narrar la historia -entre la derrota de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada de Carlos V en Toledo en 1525- es otra evidencia que apoya la argumentación de Navarro. Según informó ayer la investigadora en un comunicado, "sólo un fiel e inteligente cortesano como Valdés podría haber escogido con tanta finura el momento que cierra la evocación de Lázaro".

Navarro tiene en cuenta también que las otras obras conocidas de Alfonso de Valdés, 'Diálogo de las cosas acaecidas en Roma', 'Diálogo de Lactancio y un Arcediano' y 'Diálogo de Mercurio y Carón', fueron atribuidas a su hermano Juan hasta finales del siglo XIX y principios del XX.

El mismo Juan de Valdés se tuvo que exiliar a Italia, perseguido por la Inquisición, después de la publicación de su 'Diálogo de doctrina cristiana' (1529). "Por tanto, -afirma Navarro- no es extraño que el 'El Lazarillo' viviera oculto tantos años. Sólo la mutilación de su texto oscureció algo su sentido y permitió que saliera a la luz en España a principios de los años cincuenta del siglo XVI, pero la Inquisición acabó prohibiéndolo en 1559".

La profesora Navarro realizará durante este verano diversas conferencias en universidades españolas para dar a conocer los resultados de sus investigaciones. Asimismo, los alumnos de su asignatura han creado la página ( www.elazarillo.net ) para difundir el descubrimiento y crear un espacio de debate que recoja opiniones y publicaciones relacionadas; informó La Estrella.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

02-01-04 - Lazarillo secreto

La Junta de Extremadura en 1995, con gran acierto, adquirió -dada su procedencia- y para el patrimonio bibliográfico extremeño, un pequeño lote de libros (10 impresos y uno manuscrito) del siglo XVI, que aparecieron emparedados en las obras de rehabilitación de un inmueble en Barcarrota. Éste hecho no pasaría de anécdota libresca de no ser porque entre los libros que conformaba la hoy conocida como 'Biblioteca de Barcarrota' figura un ejemplar único de una edición ignorada del Lazarillo de Tormes impresa en Medina del Campo (1554). Esta novela, la más emblemática de la literatura picaresca española, viene rodeada de una aureola mítica extraliteraria, porque cuatrocientos cincuenta años después de su publicación es aún un misterio quién fue su autor, cuándo se escribió y cómo se publicó por primera vez (edición princeps). Por todo ello, reúne todos los ingredientes necesarios para ser 'objeto de culto' de los amantes de los libros.

Expondremos brevemente los antecedentes bibliográficos del Lazarillo de Tormes hasta hoy conocidos.

Tenemos como cierto que las cuatro ediciones más antiguas son las de Alcalá de Henares (1554), «nuevamente impresa, corregida y de nuevo añadida en segunda impresión» reza la portada del único ejemplar conocido y propiedad del Museo Británico.

La edición de Burgos (1554), el único ejemplar conocido, fue subastado públicamente en Londres en 1958, perteneciente al fondo Stanley. El representante español Xavier de Salas, sólo pudo disponer de un crédito de 10.000 dólares por lo que el ejemplar fue adjudicado al bibliófilo americano Mr. John Fleming por el doble de esta cantidad. España siempre lamentó tan sensible pérdida.

De la edición de Amberes (1554), al editarse fuera de España, se conservan seis ejemplares: Biblioteca Nacional (2 ejemplares), Biblioteca Nacional de Viena (1 ejemplar), Hispany Society de N.Y. (1 ejemplar), Fondo Tictnot de Boston (1 ejemplar) y British Museum (1 ejemplar).

La edición del Lazarillo de Tormes, impresa en Medina del Campo (1554), es el único ejemplar de una edición descubierta e ignorada hasta la fecha. Depositada hoy en la Biblioteca de Extremadura, es conocida entre los ambientes académicos como 'Lazarillo de Barcarrota'. Nótese la importancia que adquiere el lugar de la procedencia o localización como signo de distinción de las ediciones existentes del mismo año.

Libro exitoso

Estos poquísimos ejemplares existentes hoy en día, impresos el mismo año y en cuatro ciudades distintas, dan testimonio del éxito editorial de la novela en su tiempo y de la persecución implacable por la Inquisición cuando fue incluída en el Catálogo de Libros Prohibidos (Valladolid, 1559).

El binomio «autor desconocido y libro prohibido», garantizaron un éxito editorial, convirtiéndose así la obra en objeto del deseo de todos los reformistas y contrarreformistas, atribuyendo la autoría a uno u otro según conveniencias (o rumores) del momento.

Es sabido por todos los amantes de las buenas letras que el Lazarillo de Tormes es obra anónima porque el autor, -finísimo escritor y erasmista-, ocultó su identidad a la censura inquisitorial. El autor utiliza a Lázaro muy inteligentemente para hacer una aguda crítica tanto a la Iglesia como a la Corte de Carlos V, ambientes que le eran familiares.

Pasados los años, los estudiosos atribuyeron la paternidad de la obra a Juan de Ortega, colaborador personal de Carlos V, ya que tras su fallecimiento apareció en su celda una copia manuscrita del Lazarillo.

Es principio aceptado entre todos los conocedores del mundo del libro antiguo que el manuscrito entregado a la imprenta estaba irremisiblemente perdido y deteriorado por el uso y abuso de los operarios de las artes gráficas. Diego Hurtado de Mendoza, poeta de carácter burlesco, ha sido citado durante siglos como el autor más probable.

El descubrimiento de nuestro 'Lazarillo de Barcarrota' removió las tranquilas aguas que riegan el conocimiento bibliográfico sobre la obra. Desde ese momento, catedráticos de literatura, filólogos e investigadores han atribuido la misma a distintos escritores coetáneos. José Luis Madrigal señala la autoría de la obra a Francisco Cervantes Salazar y Rosa Navarro a Alfonso Valdés. Hace unos días el latinista, Francisco Calero, señalaba que todas las obras de autoría anónima, que tradicionalmente eran atribuidas a Alfonso Valdés como El Lazarillo, pertenecen al valenciano Juan Luis Vives.

Sobre esta materia nos seguiremos moviendo en el mundo de las conjeturas que cada profesor presenta con argumentaciones certeras, hasta que aparezca la prueba definitiva que demuestre de una forma irrefutable la autoría del famoso anónimo. Según Carlos Claveria, lo ideal para ello sería localizar la edición princeps del Lazarillo de Tormes fechada en Lovaina, 1528 (fecha y lugar donde vivía Juan Luis Vives).

JOAQUÍN GONZÁLEZ MANZANARES (UBEX)

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

El enigma del Lazarillo

El profesor Francisco Calero ha atribuido la autoría del Lazarillo a Luis Vives, como recogieron Blanco y Negro Cultural y ABC. Es la tercera asignación en un año, tras la de José Luis Madrigal (a Francisco Cervantes de Salazar) y Rosa Navarro (a Alfonso de Valdés). Madrigal y Navarro desmontan la tesis de Calero; éste la de los anteriores y él la de ella y ella la de él. Lázaro, vive

Veamos qué opinan de la tesis del profesor Francisco Calero (que atribuye el «Lazarillo» a Juan Luis Vives) dos apasionados por el Lazarillo como J. L. Madrigal y Rosa Navarro.

-José Luis Madrigal: Es una tesis que no tiene ningún fundamento lógico o empírico y carente del mínimo rigor filológico.

-Rosa Navarro: Calero parte de premisas falsas y de la ignorancia de datos: existen pruebas de que Alfonso de Valdés es el autor del «Diálogo de Mercurio y Carón», y él las ignora. El Dr. Vélez, censor inquisitorial, en marzo de 1531, dice del manuscrito de «Mercurio y Carón» que le había cogido al canónigo Diego de Valdés: «Compuso este libro su hermano Alonso de Valdés, secretario de su Majestad para las cosas de latín», como puso de manifiesto Marcel Bataillon en 1925. Lo que más me duele es que el profesor Calero, que aplaude en general mi argumentación, la utilice para quitarle no ya el Lazarillo, sino su segundo «Diálogo» a Alfonso de Valdés.

-Dice Calero que para escribir el Lazarillo había que poseer «un genio literario fuera de lo común» y añade que «Alfonso de Valdés no lo tenía». ¿Poseía ese genio Vives?

-J. L. M.: Por supuesto que lo tenía. Pero también lo tenían Garcilaso o Fernando de Rojas y ninguno de los dos lo escribió. Eso no es un argumento serio. Además, hay que tener presente que el «genio literario» de Vives se manifiesta sólo en latín y nunca en obras de ficción.

-R. N.: El profesor Calero tiene razón en decir que sólo un escritor genial pudo escribir el «Lazarillo». Alfonso de Valdés es indiscutiblemente el mejor prosista de la primera mitad del siglo XVI, es un humanista que se cartea con Erasmo y otros grandes humanistas europeos, que participó en la dieta de Augsburgo intentando evitar el cisma luterano (no hay más que leer las espléndidas cartas que escribe al cardenal Accolti para ver su espíritu conciliador, su comprensión de la delicadísima situación y su prosa expresiva, con giros semejantes a los del «Lazarillo» y sumamente elegante). El autor del «Lazarillo» sólo podía ser, además, un erasmista convencido: Lázaro no habla tanto de sí mismo como de sus amos; ese es el objetivo del relato. Cervantes de Salazar, amigo del censor del «Lazarillo», es sólo un mediocre escritor, que tuvo en sus manos una edición del «Lazarillo» y que tomó de ellas algunas expresiones. El «Lazarillo» está fechado por la entrada del Emperador en Toledo, el 27 de abril de 1525; sólo pudo escribirse poco después (hacia 1530). Cervantes de Salazar parece que nació hacia 1514 (en 1530 tendría unos 15 ó 16 años), y era toledano. Vives es un espléndido escritor en latín, no en vulgar. Y no pudo escribir de ninguna manera una obra como el «Lazarillo». Argumentarlo me sería muy fácil; de todas formas, como el profesor Calero se apoya sobre todo en mis datos, no hay más que negarle tal apoyo, porque yo demostraba cómo todos ellos eran lecturas de Alfonso de Valdés, como atestiguan sus otras dos obras (que también ofrecen huellas de tales lecturas).

-Considera Calero que la tesis mejor fundamentada era la de la profesora Navarro «argumentada brillantemente en su reciente libro «Alfonso de Valdés, autor del «Lazarillo de Tormes»». Y arguye que «estaba cerca, porque Alfonso de Valdés era amigo de Luis Vives». ¿Qué juicio les merece?

-J. L. M.: Es un planteamiento absurdo. Calero debe estar bromeando. Con ese tipo de argumentación podríamos demostrar que el Lazarillo lo escribió Juana la Loca en sus momentos de lucidez.

-R. N.: Le agradezco mucho el adverbio de modo. Pero no sólo estoy devolviendo el «Lazarillo» a su autor, Alfonso de Valdés; estoy además fechando la obra hacia 1530 (veinte años antes de lo que se decía), estoy indicando cómo el último párrafo del prólogo es ya el comienzo del relato de Lázaro, el principio de la obra, mal fundido con ese prólogo del autor a los lectores, porque en él ya habla Lázaro a Vuestra Merced; añado también que ese interlocutor es una dama, que se confiesa con el arcipreste de San Salvador, y que está por ello muy preocupada por «el caso», que, como ya dijo el profesor Francisco Rico -sagacísimo- en 1969, es el auténtico objetivo del relato, de la declaración de Lázaro. Estoy, por tanto, cambiando el sentido de la obra con mi investigación (da cuenta de ella la página web: www.ellazarillo.net.

De Cervantes de Salazar se dice que también conoció a Luis Vives en Flandes y que escribió su biografía. ¿Es así?

-J. L. M.: Cervantes de Salazar conoce a Vives en la primavera de 1539, pero debió ser una relación breve, tal como se desprende de la semblanza biográfica que sobre él escribió Cervantes años después. Vives en 1539 es un hombre ya mayor, achacoso (muere un año después) y lo último que puedo imaginarme es que se decidiera a escribir el Lazarillo en colaboración con un jovencito toledano.

-R. N.: Yo no hago filología-ficción ni puedo opinar sobre ella.

-La autoría del Lazarillo, ¿es un enigma o un acertijo que provoca pasiones entre los filólogos?

-J. L. M.: La autoría del Lazarillo es un problema. Ante ello, caben dos opciones: declarar que es un problema insoluble o intentar buscar una solución. Quienes optan por la segunda opción deben, sin embargo, ser muy rigurosos. Peor que un Lazarillo anónimo es un Lazarillo con autor fraudulento.

-R.N.: Sí, y es lógico. Es, junto con el «Quijote», la obra capital de nuestra literatura. Lo curioso es que me he encontrado con una gran oposición a quitar el rótulo de «Anónimo»; ¡Cómo si un libro pudiera ser hijo de la piedra!

-El académico Francisco Rico declaró en ABC (8 de diciembre de 2002) que el Lazarillo es una obra que está firmada y bien firmada por Lázaro de Tormes. ¿Lo ven así ustedes?

-J. L. M.: Francisco Rico tiene razón si nos atenemos a la literalidad del texto. La carta está, en rigor, «escrita» por Lázaro de Tormes. Pero si seguimos por ese camino, deberíamos concluir que el Quijote lo escribió Cide Hamete y no Cervantes. La novela moderna y la literatura apócrifa vienen las dos cogiditas de la mano. Eso Rico lo ve muy bien. Y mucho antes, por supuesto, Miguel de Cervantes.

-R. N.: Evidentemente no puedo estar de acuerdo con mi admirado maestro. Lázaro de Tormes no habla a los lectores al comienzo de la obra; lo hace el escritor, Alfonso de Valdés. Esta es una de las consecuencias de mi demostración de que en el prólogo están fundidos dos discursos distintos (el del escritor y el del personaje) porque el impresor español no vio que se había arrancado un folio y unió dos partes distintas. Lázaro además no sabe escribir y no escribe: habla, como ya dijo en 1987 otro gran Maestro, Claudio Guillén.

-En esa entrevista con ABC, Francisco Rico añadía que le teoría sobre Cervantes de Salazar «está equivocada, pero no es ninguna tontería. Cervantes de Salazar -decía Rico- sin duda comparte algunos rasgos con los que hubo de tener el autor del Lazarillo. Pero ahí se acaba todo. También una estudiosa muy inteligente y muy fina, Rosa Navarro, acaba de publicar un libro en el que, junto a perspicaces observaciones, atribuye la novela a Alfonso de Valdés. Pero los contactos propios de escritores, de fechas, mentalidades o temáticas cercanas no pueden confundirse con pruebas, ni siquiera indicios de autoría». ¿Qué opinan? ¿Cómo defenderían sus atribuciones?

-J. L. M.: Rico no había leído mi estudio cuando dijo eso. Y no digo que esté ahora de acuerdo con mi teoría (que no lo está), pero mi atribución se basa en algo más que en meros contactos entre escritores coetáneos, mentalidades o temáticas. Todo eso, como dice Rico, no serían más que indicios. El peso de mi atribución reside, sobre todo, en los datos internos, es decir, en las coincidencias verbales que encuentro entre el idiolecto de Cervantes de Salazar y el Lazarillo.

-R. N.: Cuando hizo esas declaraciones sólo había publicado yo dos artículos; el maestro Rico tuvo la generosidad de citarme y así contribuyó a divulgar el objetivo de mi investigación, cosa que le agradecí mucho. Desde entonces he publicado tres libros, está a punto de salir una edición mía del «Lazarillo» y tengo ya en el telar dos nuevos artículos con muchos más datos. Al estar en el camino adecuado y saber muy bien qué es lo que busco, se me acumulan los hallazgos. Invito a los lectores a que lean mi último ensayo, publicado por la Excma. Diputación de Cuenca: «Lazarillo de Tormes y las lecturas de Alfonso de Valdés».

-La forma autobiográfica (el uso de la primera persona que relata su propia vida), ¿concede verosimilitud al Lazarillo o es pura ficción?

-J. L. M.: Todo animal literario (incluido un crítico) entremezcla continuamente realidad y ficción en su vida y en su obra. Es inevitable. El Lazarillo es una autobiografía imaginada, pero la aceña donde nace Lázaro en la ribera del río Tormes existía en la época. Ese dato es histórico. No es una invención. Y por ahí es como podemos empezar a acercarnos al autor del Lazarillo.

-R. N.: Lo que no era verosímil era que el pregonero de Toledo citara a Plinio, a Horacio, se preocupara de sus lectores, quisiera conseguir fama con su libro. Y no lo era porque Lázaro no había ido a la escuela. El comienzo de la obra indicaba la voz y la escritura de un autor culto. Cuando empieza a hablar Lázaro («Suplico a Vuestra Merced...»), sí es verosímil la narración porque es oral, incluso tiene anacolutos. Oímos «realmente» a Lázaro; pero evidentemente es un personaje creado por el escritor del prólogo; es el personaje de su libro.

Razones del anonimato

-¿Cree usted que el autor del Lazarillo prefirió permanecer en el anonimato por la crítica que hacía al clero? ¿Ocultó su nombre por insatisfacción artística (el escaso desarrollo de los últimos capítulos), por el temor a consecuencia de la sátira social que alberga la obra o por pavor hacia la Inquisición?

-J. L. M.: En la primera mitad del siglo XVI hay muchas obras de ficción de carácter burlesco que se publican anónimas. El «Lazarillo» no es una excepción, sino casi, casi la regla. Además, por supuesto, hay un trasfondo de crítica social y religiosa indudable, lo que provocará pocos años después que el libro se prohíba. Todo ello explica, pues, que el autor ocultara su nombre, aunque, en mi opinión, camuflado debajo de un anagrama: «Lázaro-Salazarus».

R. N.: Alfonso de Valdés no puso su nombre en sus dos «Diálogos»; ni tampoco los vio impresos. El contenido de sus tres obras -una sátira contra una iglesia corrupta- no hacía posible que figurara su nombre ni que se imprimieran. No hay que olvidar además que a su tío materno, Fernando de la Barrera, capellán de la iglesia de San Salvador de Cuenca, lo mandó quemar la Inquisición en 1491, acusado de ser judío relapso. Poner su nombre en la obra era un riesgo que Alfonso de Valdés, de origen converso (a quien Castiglione, el nuncio del Papa, denunció e intentó que lo procesaran), no podía correr; tampoco lo había puesto, como digo, en sus otras dos obras.

-¿Qué opina José Luis Madrigal de la tesis de Rosa Navarro (Alfonso de Valdés) y Navarro de la tesis de Madrigal (Cervantes de Salazar)?

-J. L. M.: Remito al interesado a la revista «Ínsula», que publicó en noviembre (número 683) un magnífico resumen de Aldo Ruffinato sobre anteriores y recientes atribuciones.

-R. N.: Si el lector ha leído lo que he ido diciendo, sabe muy bien qué opino sobre la tesis de José Luis Madrigal. No tiene razón alguna, pero es una persona muy amable y encantadora.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

09-07-04 - LITERATURA
Barcarrota incluye un ejemplar del Lazarillo

MÉRIDA. El autor del 'Lazarillo de Barcarrota' fue el secretario de cartas latinas de Carlos V, Alfonso de Valdés, según la filóloga Rosa Navarro. Entre los libros hallados en Barcarrota en 1992 figura un ejemplar único de una edición ignorada de 'Lazarillo de Tormes', impresa en Medina del Campo en 1554.

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

La Editora Regional de Extremadura edita un facsímil de una edición de 1554 de 'El Lazarillo de Tormes'

MERIDA, 30 Ene. 2005 (EUROPA PRESS) -

La Editora Regional de Extremadura presenta entre sus últimas novedades un ejemplar facsímil de una edición de 'El Lazarillo de Tormes' fechada en 1554, que fue encontrada en 1995 en la localidad pacense de Barcarrota, y que hasta entonces era desconocida.

'La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades' es una obra de 128 páginas que sale al mercado a un precio de 71,50 euros y que está acompañada por un estudio introductorio de Jesús Cañas Murillo.

Este tomo es el resultado de un volumen encontrado en 1995, junto a un conjunto de libros del siglo XVI, en la localidad extremeña de Barcarrota, en la provincia de Badajoz. De todos ellos, uno revestía una importancia especial, puesto que constituía una nueva edición, hasta entonces desconocida, del Lazarillo de Tormes, fechada en Medina del Campo, en el año 1554.

Se conocían otras tres ediciones, realizadas en Burgos, Alcalá de Henares y Amberes, de las que existen muy pocos, o ejemplares únicos igualmente. La edición de Medina del Campo resulta ser una de las más hermosas y cuidadas por su texto y por los elementos que la exornan en portada e ilustraciones.

Asimismo, la Editora Regional de Extremadura ha elaborado, con motivo del décimo aniversario de su descubrimiento, una edición "arqueológica" como la que ya realizó con anterioridad, dentro de su colección La Biblioteca de Barcarrota.

Por otro lado, la Editora Regional de Extremadura ha reeditado "Una buena temporada", de Javier Cercas, una obra fundamental para comprender los intereses estéticos de este autor extremeño, nacido en Ibahernando (Cáceres), y autor también de "Soldados de Salamina".

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

02-08-07 - El Lazarillo de Tormes fue escrito por un filoprotestante español

Una investigadora de la Universidad de Barcelona (UB) asegura que su autor es Alfonso de Valdés, el secretario de cartas latinas del emperador Carlos V. El erasmista y filoprotestante Alfonso de Valdés es, según las investigaciones de la catedrática de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona (UB) Rosa Navarro, el autor del “Lazarillo de Tormes”, obra hasta ahora considerada de autor anónima.

La profesora Rosa Navarro, que ha investigado durante tres años la autoría del “Lazarillo”, inició sus trabajos al darse cuenta de que faltaba una página en el prólogo de la obra.

En esa página, el autor explicaría el argumento y la intención de la obra y presentaría al personaje protagonista, Lázaro, instrumento de una crítica de origen erasmista en la corte y la Iglesia católica.

Las dos ediciones más antiguas del “Lazarillo” están fechadas en 1554, editadas en Burgos y Medina del Campo; pero ambas se han perdido. Proceden de una anterior, que al mismo tiempo procede del original, editada fuera de España -quizá en Italia- tras morir el autor en 1532.

HIPÓTESIS CONTRASTADA
Otros detalles que apoyan la argumentación de la investigadora son el marco temporal escogido para narrar la historia de Lazarillo, entre la derrota de Gelves (1510) de Fernando el Católico y la entrada del emperador Carlos V a Toledo en 1525, para celebrar las cortes. Según Navarro, “sólo un fiel e inteligente cortesano como Valdés podía haber escogido con tanta finura el momento que cierra la evocación de Lázaro. La Inquisición acabó prohibiéndolo en 1559?, ha explicado Navarro

EL EJE DE LA OBRA ES LA CRÍTICA A LOS CLÉRIGOS
El miedo a la Inquisición pudo llevar a Alfonso de Valdés -erasmista, y filoprotestante, de origen judío y secretario personal del emperador Carlos V- a ocultar su autoría del Lazarillo de Tormes. Así lo afirmó la catedrática de Filología Hispánica de la Universitat de Barcelona, Rosa Navarro, en un curso de Arte y lenguaje organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Navarro publicó en julio un libro que acaba con el anonimato de la autoría del Lazarillo de Tormes y adjudica esta obra a Alfonso de Valdés.

Navarro defiende que, lejos de ser una novela picaresca centrada en “un pobre niño que pasa hambre y es digno de conmiseración”, el eje de la obra es la crítica a los amos que tuvo el Lazarillo, todos ellos clérigos. El temor a represalias por sus críticas a la Iglesia católica -que llevó a la hoguera al tío paterno de Alfonso de Valdés y provocó el exilio de su hermano Juan, este sí un conocido y “confeso” protestante- provocó que el escritor no firmara un sólo texto, algunos claramente anticatólicos, como “Diálogo de las cosas” escritas en Roma, con duras críticas al Papa.

La filóloga aseveró que, en el caso de que prosperen sus tesis, la autoría de De Valdés implicará la revisión de las más de 150 ediciones que existen actualmente de la obra, la de los libros de texto y fichas bibliotecarias, que deberán asignar a Alfonso de Valdés la autoría del libro. También habrá que modificar el 1550 como fecha de publicación y situarla 20 años antes, ya que el autor murió en el 1532 a causa de la peste.

Fuente: REUTERS. Redacción: ACPress.net

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

05-03-10 - El Lazarillo no es anónimo
La paleógrafa Mercedes Agulló documenta que su autor es Diego Hurtado de Mendoza
. Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/26742/El_Lazarillo_no_es_anonimo

La noticia es trascendental para la historia de nuestra literatura. El Lazarillo, considerada como la primera novela moderna, embrión del Quijote, no es anónimo, como hasta ahora se ha venido considerando. La paleógrafa más prestigiosa y reconocida en el mundo académico, Mercedes Agulló, documenta en un libro que aparecerá dentro de unos días en la editorial Calambur con el modesto título de A vueltas con el autor del Lazarillo, que Diego Hurtado de Mendoza -personaje fascinante del siglo XVI- es, con toda probabilidad, su autor. Los papeles encontrados por Mercedes Agulló en la testamentaría del cronista López de Velasco, su albacea, así lo acreditan.

Primera documentación sobre el autor del Lazarillo, por Pablo Jauralde

A la gran paleógrafa Mercedes Agulló (Madrid, 1925) le debemos el hallazgo. Lleva Mercedes décadas -toda su vida de investigadora, en realidad- revisando inventarios de libros, buscando en fuentes documentales de todo tipo, así que A vueltas con el autor del Lazarillo “no es el resultado de un hallazgo casual, sino de la tenaz persecución de un hilo durante todo este tiempo”.

La considerada como primera novela moderna -embrión del Quijote- ha sido motivo de estudio de los mejores especialistas. Durante los dos últimos siglos se le han adjudicado autorías distintas y procedencias estéticas e ideológicas muy diversas, pero nunca se había encontrado un testimonio directo que lo relacionara con un autor, y que permitiera un estudio documentado. El Lazarillo se publicó en 1554 y, al poco tiempo, en 1559, sus supuestas obscenidades e irreverencias lo llevaron al Catálogo de Libros Prohibidos.

Quiere Mercedes Agulló que quede claro que la casualidad no ha intervenido en su investigación. Y para ello quiere empezar por el principio, por su Tesis doctoral, que versó sobre La imprenta y el comercio de libros en Madrid. Siglos XVI-XVIII.

- Para redactarla me fue necesario consultar la documentación de Archivos parroquiales, Archivo Histórico de Protocolos y el Histórico Nacional, esencialmente. Entre esos documentos figuran muchos Inventarios de libros, tanto de impresores y libreros, como de personajes. Acabada la Tesis, no terminé yo mi tarea sino que la continué con idea de hacer unas “Adiciones”, que en este momento ya tengo preparadas para su publicación, una vez que la Tesis está en Internet, para que al menos sea útil y no esté sometida a “saqueos”. En estas “Adiciones”, he prestado especial atención a los Inventarios y tasaciones y, en mi búsqueda, di con el de los libros pertenecientes a un abogado Juan de Valdés, dueño nada menos que de casi 300 obras (todas inventariadas con su lugar de impresión y año, lo que no es muy habitual). Más importante todavía es que, junto al Inventario de ese Valdés, su hermana y testamentaria realizó el de los bienes y libros de Juan López de Velasco, de quien el abogado había sido testamentario.

Papeles de López de Velasco
En el centro de este manuscrito podemos leer:"Vn legajo de correçiones hechas para la ynpressión de Lazarillo y Propaladia". Arriba, uno de los pocos retratos de Diego Hurtado de Mendoza, autor de 'El Lazarillo'.

“¡Ese Inventario sí que es una auténtica joya y un centón de noticias!”, subraya Mercedes, que está preparando ya un trabajo sobre ambas “librerías” (como se llamaban entonces las bibliotecas). Nos recuerda la autora la importancia de este personaje de la corte de Felipe II, cosmógrafo, gramático, historiador, que poseía una biblioteca impresionante de libros sobre América. Pero, lo más importante, López de Velasco fue encargado (¿por el Rey?) oficialmente de “castigar” el Lazarillo en 1573, es decir, de podarlo y censurarlo para poder sacarlo del Catálogo de los libros prohibidos.

“Puede suponer -cuenta Mercedes- con qué atención y minuciosidad leí ese Inventario. Junto a un importantísimo bloque documental de “papeles” americanos y una gran parte de las obras de San Isidoro (recogidas en la Cartuja sevillana de Las Cuevas, en León, en Alcalá? porque López de Velasco estaba trabajando en el tema), se encontraba en una serie de serones y cajones el impresionante lote de documentos acumulados por don Diego Hurtado de Mendoza durante su larga vida -75 años- ya que al Cosmógrafo Real se le había encargado la administración de su hacienda. Ahí encontramos, al lado de “Una copia de Las guerras de Granada y otros papeles de la hacienda de Carmona”, dos líneas que dicen: UN LEGAJO DE CORRECCIONES HECHAS PARA LA IMPRESIÓN DE LAZARILLO Y PROPALADIA.

“Creo que estuve leyendo y releyendo esas dos líneas no sé el tiempo?” añade.
Todo esto lo cuenta Mercedes Agulló con un garbo y una memoria envidiables, impropios de sus 84 años desde su casa de El Puerto de Santa María, donde vive con su perro, su gato y millares de copias de legajos valiosos, que esconderán sin duda secretos de nuestra literatura y nuestra historia. Ahora trabaja sobre tapiceros y bordadores de los siglos XVI al XIX, “pero de lo que sí presumo -dice entre risas- es de ser una buena paleógrafa”.

La afirmación no es baladí porque la lectura de documentos de los siglos XVI y XVII es una tarea complicadísima, casi imposible, para el común de los mortales. A partir de aquel hallazgo, la investigadora confiesa haber invertido en el Lazarillo sus buenos cinco años, “¡ no siempre escribiendo, claro!, sino esperando libros pedidos que tardaban meses en llegar y cuya petición tramitaba Pilar Alcina, sin cuya ayuda no habría sido posible contar con ellos”. Cinco años de comprobaciones, lecturas, “porque un buen investigador debe siempre conocer, antes de escribir una sola línea, lo que ya se ha dicho y escrito”, y en el caso del Lazarillo la bibliografía casi alcanza la del Quijote?

Museos de Madrid

Mercedes fue directora durante once años de los Museos Municipales de Madrid , que es la actividad profesional de la que se siente más satisfecha. “De mí dependieron -cuenta con orgullo - el viejo Museo (25 años cerrado hasta mi llegada) de la calle de Fuencarral, el Arqueo- lógico, por algún tiempo el Conde Duque y hasta la Ermita de San Antonio de la Florida. Hicimos algunas de las Exposiciones más importantes sobre Madrid; no le doy títulos porque fueron más de cincuenta, y sus catálogos, hoy en su mayoría agotados, son imprescindibles para el estudio de la Villa”.

Cauta y rigurosa, aunque entusiasmada, Mercedes Agulló insiste en que “desde luego, nada puede darse como absolutamente definitivo, pero el hecho de que el legajo con correcciones hechas para la impresión de Lazarillo se hallara entre los papeles de don Diego Hurtado de Mendoza, me ha permitido desarrollar en mi libro una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo, que fortalecida por otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la dirección de don Diego”.

-Su investigación da al traste con dos siglos de estudios por parte de prestigiosos especialistas y eruditos como Martín de Riquer, Blecua, Rico, Rosa Navarro...

-Hasta ahora, todas las atribuciones del precioso librillo no han tenido base documental en que apoyarse.Trabajos excepcionales han considerado diferentes aspectos de la obra, la formación y lecturas de su autor, su conocimiento de la sociedad de su tiempo, tan maravillosamente reflejada en la obra, pero no había referencia a un texto que relacionase autor y obra. Para mí todas las opiniones son aceptables y todas tienen su justificación y son resultado de importantes averiguaciones. Yo he analizado el tema desde el punto de vista de un historiador?

A vueltas con el autor del Lazarillo (Calambur) verá la luz dentro de unos días y conoceremos entonces cuál es la reacción de los especialistas. Probablemente haya que cambiar muchas cosas de los libros de literatura. Mientras tanto, la investigadora me transmite esta petición: “Habrá que pedir al alcalde de Madrid que ponga una placa de don Diego Hurtado de Mendoza en la calle de Toledo y en la casa, que yo he localizado, donde murió.”

Blanca BERASATEGUI

¿Quién era Diego Hurtado de Mendoza?

Don Diego Hurtado de Mendoza era un hombre fascinante. Fue el gran personaje público del siglo XVI. Nació en la Alhambra en torno al 1500. Su padre, Íñigo López de Mendoza, Capitán General del Reino de Granada ejercía de gobernador, y el joven Diego recibió una educación exquisita, contando con los mejores preceptores de la época, como Pedro Mártir de Anglería. Conocía el latín, el griego, el hebreo y el árabe, entre otras lenguas. Fue delegado del emperador Carlos V en el Concilio de Trento y embajador en la corte de Inglaterra, en Roma y en Venecia, donde se convirtió en una personalidad respetadísima, protector de Vasari y Tiziano, entre otros.

Escribe Mercedes Agulló en su libro A vueltas con el autor del Lazarillo que “don Diego Hurtado de Mendoza era un hombre de una pieza, que no tenía miedo a nada, y que dirigió importantes acciones militares. Representa como pocos el ideal renacentista de unión de las armas y las letras”. Hombre extrovertido y generoso, adoraba a su hermana María Pacheco, mujer del comunero Francisco Maldonado, para quien pidió el perdón real. Mecenas de pintores y escritores, lector infatigable de manuscritos, era nieto del Marqués de Santillana, amigo de Gracián y santa Teresa de Jesús, y recibió elogios literarios de Lope de Vega: “¿Qué cosa aventaja a una redondilla de don Diego Hurtado de Mendoza?”. Su vida pública, en cambio, fue todo menos apacible: por ejemplo, siendo gobernador de Siena fue acusado por sus enemigos de irregularidades finacieras y el proceso que exigió para demostrar su inocencia se falló treinta años después con su absolución (1578).

Gozó del favor y del afecto del Emperador Carlos V, pero Felipe II, sin embargo, lo detestaba y fue ruin con él. La investigadora cree que el verdadero motivo de su desafecto “era el deseo del rey de hacerse con la biblioteca de don Diego, una de las más destacadas en la época, tanto en impresos como en su valiosísima colección de manuscritos. Le regaló al rey seis o siete baúles llenos de manuscritos árabes”.

Tras un accidente se le gangrenó la pierta, que tuvieron que cortársela. A los cuatro días, el 14 de agosto de 1575, murió y fue enterrado en el Monasterio de la Latina. La pierna amputada la habían enterrado antes, en la sacristía de la iglesia de los Santos Justo y Pastor. “¡Ah, cuando le cortaron la pierna gangrenada, no usó más anestesia que el rezo del Credo! ¡Échale temple!”, apostilla Mercedes Agulló

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

07-03-10 - El padre del Lazarillo
En el centro de este manuscrito podemos leer:"Vn legajo de correçiones hechas para la ynpressión de Lazarillo y Propaladia". Arriba, uno de los pocos retratos de Diego Hurtado de Mendoza, autor de 'El Lazarillo'.

Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575). Nacido en La Alhambra, era el hijo menor de Íñigo López de Mendoza (Capitán General del Reino de Granada) y de Francisca Pacheco y nieto del Marqués de Santillana. Tuvo una educación esmerada, contando con los mejores preceptores de la época, incluso su padre hizo venir desde Italia a Granada a Pedro Mártir de Anglería.

Representa como pocos el ideal renacentista de unión de las armas y las letras. Fue escritor, historiador, diplomático, soldado y muy culto. Hablaba latín, griego, el hebreo y el árabe, entre otras lenguas. Hombre de hercúleas fuerzas, se cuenta la anécdota de que paró a un toro en La Alhambra sujetándole con sus manos de los cuernos.

No se casó aunque fue Marfira, como llama D. Diego a Doña Marina de Aragón (1523-1543), la amada con la que parece recorrer todo un ciclo amoroso. Escribió un sentido poema In memoriam tras su muerte prematura.

Embajador en la corte de Enrique VIII, rey de Inglaterra en 1537 y Delegado del Emperador Carlos V en el Concilio de Trento (1545), tuvo desavencias con el Papa Paulo III, llegó a amenazar con tirar al río al Cardenal de Santa Croce si continuaba sugiriendo la clausura de dicho Concilio. Más tarde volvería a ser embajador en Venecia y Roma.
Puede ampliarse
Puede ampliarse

Gozó del favor y del afecto del Emperador Carlos V, pero Felipe II, sin embargo, lo detestaba y fue ruin con él. Llegó a encarcelársele en Medina del Campo acusándole de irregularidades financieras, el proceso que solicitó para demostrar su inocencia se falló treinta años después con su absolución (1578).

En 1568, fue desterrado en Granada por una discusión con Diego de Leyva junto al lecho donde moría D. Carlos, el hijo mayor de Felipe II. Su ponente le amenazó con una daga y él, con su fuerza, le desarmó y le tiró por la ventana al patio. Ya en Granada, su sobrino el marqués de Mondéjar le puso al frente del ejército que tuvo que combatir la sublevación de los moriscos.

La "leyenda negra" dice que era por una antigua rivalidad amorosa con Felipe II, al pretender los dos a Isabel de Velasco. Aunque parece más cierto que el verdadero motivo de su desafecto era el deseo del rey de hacerse con la excelente biblioteca de don Diego, una de las más destacadas en la época, tanto en impresos como en su valiosísima colección de manuscritos ya que el Monarca la quería para su nuevo palacio de El Escorial. Don Diego, de forma sinuosa e irónica, le nombró único heredero de sus bienes. En 1574, para lograr el perdón real, le regaló seis o siete baúles llenos de manuscritos árabes. Se le permitió el acceso a la Corte, si bien no a Palacio.

De su muerte cuenta Gregorio Marañón: "le cortaron una pierna que se le gangrenó después de una temporada de terribles dolores, aunque no tantos como los de la amputación, que soportó rezando el Credo en voz alta como único anestésico".

Con una amplia obra poética, fue un gran prosista. Es el autor del Diálogo entre Caronte y el Alma de Pedro Farnesio y la Crónica de las Guerras de Granada, ejemplo de prosa clásica castellana, así como su Epístola a Boscán y el poema mitológico Fábula de Hipómenes y Atalanta.

Lope de vega dijo de él:

¿Qué cosa iguala a una redondilla de Garci Sanchez ó D. DIEGO DE MENDOZA?
Ya varios autores del siglo XVII atribuían a este escritor la autoría del Lazarillo de Tormes, teoría que alcanzó cierta fama sobre todo en el siglo XIX. Sin embargo es gracias a la labor de la prestigiosa paleógrafa Mercedes Agulló y Cobo en un estudio de inminente publicación, la que documenta con unos papeles encontrados en la testamentaría del cronista López de Velasco y concluye que Hurtado de Mendoza es el autor de esta obra.

López de Velasco, cosmógrafo, gramático e historiador, poseía una biblioteca impresionante de libros sobre América. Se le encargó (¿por el Rey?) oficialmente “castigar” el Lazarillo en 1573, es decir, de podarlo y censurarlo para poder sacarlo del Catálogo de los libros prohibidos. Fue también el encargado de publicar el Lazarillo expurgado.

Los documentos señalan claramente: López de Velasco, que era el testamentario de Diego Hurtado de Mendoza, en el inventario de sus bienes relaciona, primero, los papeles propios y, luego, los que eran de don Diego y él custodiaba. Uno de estos cajones contiene inequívocamente las correcciones del Lazarillo.

La primera novela moderna española, embrión del Quijote, ya tiene padre.
Etiquetas: Hechos, Historia, Libros, Literatura

______________________________________________________________Subir al inicio Subir al inicio

Menú general del Museo de las Ferias Menú general del Museo de las Ferias Menú general del Museo de las Ferias

Esta pagina está en constante actualización, diseñada para visualizar en 800 x 600 y superior, mantenida por Juan Antonio del Sol Hernández - MEDINA DEL CAMPO, -- Teléf. 696 42 68 94 -- Última modificación: