Esta obra tiene
mucho interés. Trata todos los temas: el exilio republicano,
tiernamente
analizado por Mihura, la represión sexual d la época
y, sobre todo, el amor, ese amor que él mismo hubiera deseado,
representado en una mujer -Ninette- un ideal que Miguel buscó
permanentemente y que no encontró, para su desgracia. Una mujer
liberal, sensual, -sin alharacas- que le ofreciera su amor con naturalidad
y con el pleno conocimiento de que esta oferta era para el hombre
que ella había elegido.
Y ya, el resumen
del formato teatral. Es un reto, el reto de Mihura y para Mihura,
magistral; que solo un talento como el suyo se podía imponer
como meta, como enorme dificultad para aprobar y superar con nota:
un señor sale de Murcia para conocer París; visitarlo
y tener unas aventuras -cuantas más mejor- con diversas jóvenes
parisinas...
En Murcia se
dice que: "París es la sede del amor y feria de la frivolidad";
"que las francesas son..."; "que las francesas tienen...",
"que las francesas hacen..."
Y... el tal
señor de Murcia no solo no conoce y visita París, no
tiene múltiples aventuras femeninas que desea e imagina...
(tiene una, seria, con una chica virgen), no se lo puede contar a
nadie, ni en París, ni en el casino de su ciudad. Y, además
regresa a Murcia sin haber salido en todo "su tiempo de aventuras",
de un pisito modesto de trabajadores españoles, para casarse
e iniciar la aventura matrimonial, con suegros incorporados.
Y Mihura aprueba,
son sobresaliente, la difícil tarea, la ardua materia propuesta
a examen por él mismo.
Y hasta aquí:
"lo bue..., sibre... dos veces bue..."
Vaya mi agradecimiento.