Vista del desfiladero de Despeñaperros
Despeņaperros
Despeñaperros

La base de la actual red viaria española fue echada en el reinado de Fernando VI, cuando, con arreglo a un plan general del que da cuenta Bernardo Ward en su Proyecto económico, se emprendió entre otros proyectos, la construcción del camino de Madrid a la Coruña y de la carretera de Reinosa a Santander. Bajo Carlos III llegaron a feliz término otras numerosas iniciativas, aglutinadas con el conde de Floridablanca durante su periodo como superintendente de Caminos, entre 1780 y 1789. Quizá la más representativa de ellas fue el camino de Andalucía, que ofrecía una dificultad especial en sierra Morena. Existían allí algunos pasos, como el puerto el Rey, mal mantenidos y que comportaban largos rodeos. Joaquín de Itúrbide primero, en 1771-1772, y en 1777 Carlos Lamaur (un ingeniero francés empleado en España desde 1750), elaboraron sendos informes en los que recomendaban un nuevo proyecto, más fácil y rápido que los anteriores, pero que nadie había acometido hasta entonces a causa de la presencia del desfiladero de Despeñaperros.

En 1778 el Consejo de Castilla aprobó el proyecto de Lemaur, a quien el superintendente Floridablanca encomendó asimismo la ejecución. De inmediato se procedió al acondicionamiento del camino entre Madrid y Ocaña, se construyó una nueva calzada entre el punto y Despeñaperros (65 km, incluidos nueve puentes), y se abrió el trazado por el desfiladero, que sigue siendo empleado en la actualidad por la carretera nacional. Al término de las obras, en 1783, el camino de Andalucía quedaba, al decir de los viajeros, como una de las vías más inteligentemente diseñadas en Europa.