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RESTAURACIÓN ESCULTURA FRAY LOPE DE BARRIENTOS

FRAY LOPE DE BARRIENTOS

Anónimo
Mediados del siglo XV
Escultura en alabastro policromado150 x 58 x 72 cm. / 28 x 33 x 63 cm. (el perro)
Fundación Simón Ruiz

RESTAURACIÓN:

Miryam Hernández Valverde. Centro de Restauración y Conservación de Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León

FINANCIACIÓN:

Junta de Castilla y León

DESCRIPCIÓN:

Es una excepcional composición de bulto redondo, intensamente decorada con labores que reflejan de forma fiel la textura y las telas Fray Lope de Barrientosdel rico equipo pontifical –brocados, apliques de piedras preciosas, terciopelos, etc–. La policromía contribuye a dotar de verosimilitud el trabajo de talla. El Obispo se acompaña de un pequeño perro. El rostro de Fray Lope se viene interpretando como un retrato verdadero, posiblemente tomado de una mascarilla funeraria. En cualquier caso, el hecho de constituir la cabeza un bloque aparte, inserto en el tronco por medio de un largo cuello, nos puede remitir a esa posiblidad.

ESTADO DE CONSERVACIÓN:

La pieza no presentaba patologías graves que hicieran peligrar su estabilidad futura, pero sí precisaba una intervención que resolviera las deficiencias de presentación.

Presenta numerosas reparaciones y parcheos debidos a los viajes sufridos en este siglo. Las diferentes intervenciones intentaban subsanar el desmembramiento original de la pieza y las roturas ocasionadas con pegotes de morteros de yeso y encoladuras de cera o cola animal, en general con deficiente técnica y habilidad, de suerte que el relieve y las formas quedaban ocultos en gran parte por estos.

El oscurecimiento generalizado de la superficie, producido por la aplicación de un barniz de resina, enmascaraba las calidades del alabastro e impedía la apreciación de las policromías subyacentes.

Se han identificado dos superposiciones, ambas respetadas en el proceso de restauración, que evidencian el intento de una representación naturalista pues reproducen los colores y dorados reales de las prendas pontificales.

Se han estudiado los fragmentarios restos de corlas que imitaban piedras preciosas como esmeraldas y rubíes.

La pintura no se hizo extensiva al rostro del Obispo, a excepción de las pupilas y los mechones de pelo que se dibujan bajo el amito de la mitra.

El desmontaje de las partes mal pegadas puso en evidencia el intenso despiece original, que incluía veintiocho trozos de alabastro rotos en cuarenta por la deficiente manipulación sufrida. En parte, este desmembramiento se debe a la mala calidad del alabastro, plagado de vetas que se vuelven puntos muy frágiles a la hora de tallarlo. La escultura del perro se resolvió en cuatro piezas.

PROCESO DE RESTAURACIÓN:

La intervención se planteó desde presupuestos conservacionistas y con el carácter de «mínimo necesario», lo que implicaba la reducción de operaciones más propiamente restauradoras, tales como la reintegración cromática, prefiriendo una presentación de la obra menos completa pero suficiente para su comprensión.

Labor de documentación gráfica (mapas de patologías y fragmentación original), fotográfica y descriptiva, completada con el análisis petrográfico del alabastro y el estudio físico químico de la policromía.

Desmontaje de las partes sujetas con yeso y/o cola o cera, algunas de las cuales ya estaban separadas in situ–mitra, bloque del almohadón y perro-retirando los parches y rellenos deformantes.

Limpieza del potente estrato de polvo, ceras, ahumados y barniz alterado mediante aplicaciones de geles disolventes, respetando el repolicromado por considerarlo documento histórico en la evolución de la escultura. Paralelamente se efectuó el sentado de color.

Fijación y pegado de piezas respetando el montaje original, lo que ha implicado la colocación «a hueso» de, al menos, las tres piezas de alabastro mayores, por lo que no se unieron entre sí con ningún adhesivo o espigas. El resto de los trozos fueron recolocados por medio de resina epoxídica o acrílica en función del peso.

La reintegración de volumen se planteó como necesaria para impedir desplazamientos de piezas y, en el caso concreto de la nariz de Fray Lope, con un mayor peso estético en la obra, para borrar el aspecto desfigurado de su retrato (para su reconstrucción contamos con una fotografía de principios de siglo).

Los materiales de reintegración son plenamente reversibles –yeso extraduro–.

La entonación cromática de las áreas reconstruidas se acercó con pigmentos al tono melado de la piedra.

Como capa de protección de la policromía y para recuperar el aspecto satinado que tuvo el pulimento primitivo del alabastro se aplicó un barniz acrílico con ceras microcristalinas.

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