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TEMA ESPECIAL: V Centenario de la muerte de Isabel la Católica
ISABEL I. UNA REINA VIAJERA
MARIA ISABEL DEL VAL VALDIVIESO, Universidad de Valladolid

María Isabel del Val Valdivieso
MARIA ISABEL DEL VAL VALDIVIESO Universidad de Valladolid

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Isabel I. Una reina viajera

Al estudiar la biografía de Isabel I, llama la atención su intensa actividad viajera. Es cierto que se trata de algo muy propio de las cortes medievales, con todo, en el caso de la Reina Católica los traslados de uno a otro lugar sorprenden, por el amplio espacio que abarcan –los reinos peninsulares de Castilla y de Aragón–, y porque hasta el final de sus días no deja de moverse a pesar de enfermedades o embarazos, como puede constatarse a través del itinerario que publicó Rumeu de Armas.

Su vida viajera comenzó cuando fue llevada a la corte real por su hermano Enrique IV. Hasta entonces había vivido en Madrigal y en Arévalo, desde donde realizó algunas escapadas, a Toledo y a Medina del Campo. A partir de 1462 las cosas cambian, al tiempo que se va ampliando su radio de acción.

No es extraño, por tanto, que sean muy numerosos los lugares en los que residió la reina. Segovia, Ávila, Valladolid, Dueñas, Tordesillas, son localidades en las que tuvo fijada su residencia en algún momento durante su principado. Posteriormente el círculo se amplía, Burgos, Zamora, Extremadura, Andalucía, Aragón, Cataluña,Valencia, y un largo etcétera de núcleos concretos, se irán
sucediendo durante su reinado, hasta llegar por última vez a Medina del Campo, donde le alcanzará la muerte el 26 de noviembre de 1504
.

Como es lógico, esos desplazamientos le llevan a dotarse de alojamientos apropiados, en los que poder encontrarse cómoda, junto a su extensa corte. Atiende a esa necesidad, bien mediante construcciones de nueva planta, o adecuando edificios ya existentes; utiliza también casas nobiliarias o monásticas; sin olvidar los campamentos militares, en los que se alojó durante la guerra de sucesión, y en la de Granada. Castilla y León guarda en la memoria numerosas residencias isabelinas, y en algunos casos conserva sus huellas materiales.

Visitó con frecuencia Medina del Campo. Allí contaba con dos posibles residencias, el castillo, donde estuvo alojada su hija Juana, y el palacio de la plaza, en el que murió. A lo largo de su reinado, ordenó la realización de obras en uno y otro. Por lo que se refiere a la residencia urbana, todavía en 1504 encarga ciertas remodelaciones, tanto en su cuerpo principal como en otras dependencias.

En la cercana Valladolid, en 1469, tuvo lugar uno de los actos más relevantes de su vida, su boda con Fernando de Aragón. Entonces se alojó en la casa-fuerte de Juan Vivero, que en la actualidad, perdidas las fortificaciones, acoge al Archivo Histórico Provincial. Ya reina, visitó varias veces la villa, alojándose en distintas casas nobiliarias, y en el monasterio de Nuestra Señora de Prado, donde contaba con un aposento, en el que, según indica Domíngez Casas, parece que se gastaron 160.000 maravedís antes de 1493.

No es éste el único centro monástico utilizado por la reina, fueron numerosos los que le sirvieron de residencia circunstancial, entre ellos, por mencionar otro ejemplo castellano leonés, el dominico de Santa Cruz de Segovia. A pesar de contar con el alcázar y unas casas en la ciudad, se alojó allí en alguna ocasión (en 1503, en el transcurso del viaje que la llevará a Medina del Campo), quizá porque los reyes habían contribuido a su reconstrucción, y le tenían bajo su patrocinio, como pone de manifiesto su decoración heráldica.

Entre las casas señoriales que la albergaron, se cuenta el palacio de los Condestables en Burgos, la famosa Casa del Cordón. Eso explica que los reyes
realizaran elevados gastos para acondicionar allí sus reales aposentos. También el palacio de los condes de Monteagudo en Almazán sirvió en alguna ocasión de residencia real; en ese lugar, en el que en 1496 Alonso de Lugo les presentó a los menceys, Isabel y Fernando planearon instalar la corte del príncipe Juan.

Otros ejemplos podrían mencionarse, pues fueron muchos los lugares en los que posó desde que fuera proclamada en Segovia en 1474, hasta su muerte en Medina del Campo en 1504. Pero lo expuesto es suficiente para poner de manifiesto esa gran actividad viajera que protagonizó Isabel la Católica a lo largo de todo su reinado.

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