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CESAR BORGIA

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Cesar Borgia nació en Roma el 13 de septiembre de 1475 y falleció en la localidad Navarra de Viana el 12 de marzo de 1507. Hijo de Rodrigo Borgia, posterior papa Alejandro VI, y de Vannozza de Cattanei, tuvo dos hermanos, Juan y Jofré, y una hermana, Lucrecia.

Cesar Borgia
César Borgia

Cesar Borgia nació en Roma el 13 de septiembre de 1475 y falleció en la localidad Navarra de Viana el 12 de marzo de 1507. Hijo de Rodrigo Borgia, posterior papa Alejandro VI, y de Vannozza de Cattanei, tuvo dos hermanos, Juan y Jofré, y una hermana, Lucrecia.

Casado con Catalina de Albret, hermana del rey navarro Juan III de Albret, fue obispo de Pamplona y arzobispo de Valencia. Tras la muerte de su hermano mayor Juan abandonó la carrera eclesiástica por la militar con el apoyo del rey de Francia Luis XII y de su padre el Papa Alejandro VI. Tras la muerte de éste y el nombramiento de Julio II como papa, comenzó su persecución y fue entregado al rey de Castilla para ser juzgado en España. Estuvo encarcelado en Chichilla y en el Castillo de La Mota en Medina del Campo, lugar del que se escapó buscando refugio al amparo de su cuñado, el rey de Navarra. Después de una vida llena de intrigas y traiciones, Cesar Borgia murió en Viana combatiendo al lado del rey navarro el 12 de marzo de 1507 a manos de las tropas del Conde de Lerín.

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En favor de César Borgia

César Borgia, que en la imagen aparece junto al cardenal Pedro Loys Borgia, al propio Maquiavelo y a Micheletto Corella, habría sido el inspirador de “El Príncipe”. Cuadro de un maestro del Cinquecento.
César Borgia, que en la imagen aparece junto al cardenal Pedro Loys Borgia, al propio Maquiavelo y a Micheletto Corella, habría sido el inspirador de “El Príncipe”. Cuadro de un maestro del Cinquecento.

Deseo evocar hoy la memoria de Cesar Borgia -Borja para ser más correctos-duque de Valentino-. Fue el más joven de los hijos naturales del futuro Alejandro VI y de Vanozza Cattanel. Lleno de ambición y de energía, desdeñoso de todas las leyes divinas y humanas, con notorias dotes de guerrero y administrador, fue hecho cardenal a los dieciséis años por su padre, que ocupaba ya la silla de San Pedro. Asesinó a su hermano Juan, duque de Gandía al que sucedió como capitán general de la Iglesia. Aliado con Luis XII de Francia para estabilizar el poder papal, recibió de este rey el título de duque de Valentino (italianismo por Valentinois). Fue luego nombrado por su padre duque de Romagna.

Para librarse de sus principales enemigos, los citó con falsos pretextos en el castillo de Senigallia y allí después de compartir con ellos en un espléndido banquete, los mandó ahorcar. Fue hombre de sólida cultura, dominaba el griego, el latín, el español, el francés y hablaba un catalán reacio y sonoro. Tuvo, seguramente, relaciones íntimas con su hermana Lucrecia, a cuyo primer marido, Alfonso de Aragón [primer matrimonio consumado], mandó matar César por razones políticas. A la muerte de Alejandro VI fue hecho prisionero por el papa Julio II, escapó de la prisión y de nuevo fue encerrado por el gran capitán Gonzalo de Córdoba. Logró escapar de nuevo y se refugió en Navarra, cuyo rey era hermano de su esposa. Acompañó a su cuñado en una expedición contra España y murió en Viana en una emboscada nocturna. Luchó como un león sin proferir una palabra. Acribillado por las lanzas enemigas, su cadáver fue recogido al día siguiente y recibió cristiana sepultura con los honores de un gran guerrero. César Borgia dejó entre los pueblos que gobernará reputación de príncipe severo pero justo. Protegió las artes, fue amigo de Pinturicchio y de Leonardo da Vinci. Sirvió de modelo al texto más importante y duradero que se haya escrito sobre política: "El príncipe" de Nicolás Maquiavelo.

César Borgia
César Borgia

He tratado de ser escueto y de relatar, con la mayor objetividad los hechos comprobados de la vida de esta personalidad radiante del Renacimiento italiano sobre la cual se ha vertido un sucio caudal de literatura barata, de santurronería hipócrita y de oscura necedad. Se salvan de esta avalancha de mentira y lodo, algunas páginas de la gran historiadora italiana María Benonci, en su biografía de Lucrecia Borgia y las alusiones aparecidas en el mismo libro de Maquiavelo

Debe recordarse que este príncipe y guerrero que buscó con avidez el poder y lo logró sin tener en cuanta los medios usados para conseguirlo:

· Jamás dijo a los pueblos que gobernara que su único compromiso era con los desvalidos y con su patria amada.

· Jamás prometió garantías a los banqueros e industriales para desarrollar sus actividades dentro de las normas de la ley y en beneficio de todos.

· Jamás dijo que la liberación de la clase obrera es el gran objetivo a que debe supeditarse cualquier movimiento político, ni ofreció trabajar para establecer la dictadura del proletariado.

· No pensó nunca en algo tan extraño como que todos los hombres son iguales y tienen iguales derechos para elegir a sus gobernantes.

Quiero decir con esto que jamás engañó a nadie sobre sus intenciones, que fueron siempre bien claras y simples: obtener el poder y conservarlo a toda costa.

Sería asunto un poco largo de explicar, pero confieso que prefiero mil veces ser gobernado por el Valentino que por la complicada urdimbre burocrática estado moderno, tan sospechosamente interesado en mi bienestar y en el ejercicio de mi personal albedrío. Cuestión de gustos… y de saberlo pensar un poco a la luz de los últimos ciento cincuenta años de historia universal.

Álvaro Mutis

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Cesar Borgia en el Castillo de la Mota (1504 - 1506)

En la segunda mitad del siglo XIV, nace en Roma, Alfonso de Borja, uno de los miembros principales de la poderosa familia valenciana de los Borja, transformada por los italianos en Borgia, llegada unos años antes procedentes del hispano reino de Valencia.

Este Alfonso de Borja (1379 - 1458), llegó al pontificado con el nombre de Calixto III el año de 1455, llevando la tiara papal hasta su muerte en 1458, no sin antes haber elevado al arzobispado de Valencia a su sobrino Rodrigo de Borja, que un año después, en 1456, recibe el capelo cardenalicio, y en el pontificado de Sixto IV (1471 - 1484) -que fue general de la orden franciscana-, autorizó el establecimiento de la Inquisición en Castilla y Aragón bajo el patrocinio real, edificó la Capilla Sixtina en el Vaticano, y referente a nuestra Medina, creó la Abadía de Medina del Campo (1480), elevando a Colegiata la románica parroquia de San Antolín.

Por mandato de este Papa Sixto IV, vino a Castilla como legado papal o cardenal Rodrigo Borgia, o de Borja, una de cuyas misiones fue lograr la reconciliación dl rey Enrique IV con su hermana de padre, la princesa Isabel, corriendo el año 1472, la cual se asentó ya como heredera de la Corona de Castilla, o princesa de Asturias, desde la Concordia de los Toros de Guisaldo.

Alejandro IV
Rodrigo de Borgia - Alejandro IV

Este Rodrigo de Borgia, elegido papa en 1492 con el nombre de Alejandro VI, hizo que su hijo natural Cesar Borgia, fuese nominado, primero, Obispo de Pamplona, y enseguida cono Arzobispo de Valencia, sede que él antes había ocupado; elevado a la púrpura cardenalicia en 1493, fue cardenal camarlengo, para después abandonar el estado eclesiástico y ponerse al frente de las tropas pontificias y conquistar la Romaña, siendo nombrado por Alejandro IV, duque de la Romaña, rechazando de los Estados pontificios a las tropas francesas acaudilladas por su rey Carlos VIII, que pretendieron conquistar el reino de Nápoles, siendo vencidas por el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba y expulsadas de Italia. No obstante su oposición a los franceses, Cesar Borgia logró que el rey Luis XII de Francia, sucesor de Carlos VIII, fuese su aliado y amigo y le entregó el ducado de Valentinois (duque de Valentino para los españoles e italianos de su época), casándose en 1499 con Carlota de Albret, hermana del rey de Navarra, pero al morir su padre Alejandro VI en 1503, y subir al solio de San Pedro el cardenal Juliano de la Róvere con el nombre de Julio II, tuvo que huir precipitadamente a Nápoles, donde el rey Fernando el Católico lo apresó y trasladó a Castilla siendo encerrado preso en el Castillo de la Mota de Medina del Campo, y nos dice a renglón seguido Antonia Ortolá, "en calidad de preso de Estado", y añade: "traído de Italia por González Fernández de Córdoba y retenido por Fernando el Católico"; y después nos dice: "cansado de aguantar por espacio de dos años de libertad se la procuró por medio de una audaz evasión en la noche del 25 de octubre de 1506; avisado el Alcalde Gabriel de Tapia, llegó a tiempo de cortar la soga con la que se descolgaba desde la torre del homenaje y, aunque quedó muy maltrecho por la caída, todavía pudo montar a caballo y refugiarse, con el auxilio del conde de Benavente, en las tierras del Rey de Navarra".

Claudio de la Torre, nos dice a este respecto: "que Cesar cae al foso, donde le recogen malherido", y esa parece que es la versión más generalizada, ya que si cae desde la torre, donde estaba preso, aún tenía que, o pasar por el rastrillo y su cuerpo de guardia armada, alertada, por las voces del Alcaide, o bien saltar la muralla y precipitarse por otra escala o cuerda hasta el foso, que en este castillo es y siempre fue seco, lo que nos parece humanamente imposible.

Así pues, emprendida la fuga y maltrecha su pierna, "a uña de caballo" y con sus cómplices, afines a la casa de Benavente, se encamina a Pozaldez y desde allí a Villalón, lugar que era señorío de su amigo el conde de Benavente, donde descansará durante casi un mes, ya que a finales de aquel noviembre y "aún o repuesto del todo de sus heridas" Cesar Borgia emprende viaje a Santander, acompañado por Martín de la Borda y Miguel de la Torre, ambos hombre de la casa condal de Benavente, y dicen algunos historiadores que "el caballo de Cesar, un alazán lucía enfrente una estrella blanca". Pasan raudos por Valladolid y llegan a Reinosa y el día 29 de noviembre de aquel 1506, se detienen en Castro Urdiales y por resentirse sus caballos, Cesar Borgia y Martín de la Borda "entran a pié en Santander".

El paso del Valentino, como se le conoció en los últimos años de su pasmosa y fulgurante corta vida, (32 años "muy vividos"), por las tierras y páramos de la Vieja Castilla, debió ser a los ojos de sus gentes, como bien nos dice Claudio de la Torre, igual que "una de las tantas libertades que el diablo, envuelto en su capa, y con los ojos de fuego, se permitía en aquellos tiempos".

Este encierro en la prisión de Estado que fue el Castillo de la Mota, y en sus primeros años de construcción final, "una de las fortalezas llaves del sur del Duero castellano", sirvió de triste palacio-prisión, a uno de los hombres más controvertidos de todo el Renacimiento y al que los historiadores enemigos que le sobrevivieron y triunfaron el Italia, crearon sobre él y su padre el pontífice, "una leyenda negra" a la que los modernos eruditos en la historia de su época y la apertura de los archivos vaticanos están dejando muy desvirtuados y puestos en su verdadero lugar.

La hermana de Valentino y hermosa hija de Rodrigo de Borja, luego Alejandro VI, Lucrecia, que primero estuvo casada con Juan Sforza en 1492, y anulado canónicamente este patrimonio, contrajo segundas nupcias con Alfonso de Aragón, que fue asesinado, achacándole su muerte a su cuñado Cesar Borgia, en 1498; finalmente se casó con Alfonso d'Este, duque soberano de Ferrara en 1501, del que enviudó normalmente en 1534 gobernando el ducado para sus hijos, rodeada de una corte de artistas y literatos hasta su muerte, sobrevenida en 1519, no sin que sobre ella cayera la injusta y bastante infundada mala leyenda de los victoriosos sobrevivientes en 1519.

Huido Cesar Borgia de la fortaleza medinense aquel 25 de octubre de 1506, cayéndose al hondo foso del castillo y huyendo a Santander en 1506 como "forastero sospechoso" según veremos a renglón seguido. Consignada esta fecha, no es hasta quince días después cuando la Reina doña Juana firmada la orden de "busca y captura" (como ahora se dice) del duque de Valentino, dado que su padre el rey Fernando el Católico, como Regente de Castilla, se encontraba por esos días en Italia.

Fernando el Católico
Fernando el Católico

Esta orden estaba redactada de modo "terminante" pero llegó tarde porque Cesar Borgia y sus dos acompañantes (Martín de la Borda y Miguel de la Torre), habían embarcado ya en Santander y desembarcado en Castro-Urdiales, a fin de borrar sus huellas, y por Bilbao y Guipúzcoa llegaron a Pamplona, donde reinaba su cuñado Juan de Albret.

La sangre fría y don de gentes de Cesar Borgia se demostraron una vez más, cuando fue detenido en Santander "como forastero sospechoso" logrando engañar a los alguaciles haciéndose pasar por "un honesto tratante de trigo". A este respecto nos apunta Claudio de la Torre, antes citado, que en el Archivo de Simancas se conserva una carta del Corregidor de las Cuatro Villas del Mar, en la que éste se disculpa ante su reina por semejante torpeza. Este Corregidor que en aquel momento histórico lo era Don Pedro de Mendoza añade, "si hubiéramos sabido de su fuga, ni por todo el oro del mundo se nos hubiera ocurrido hacer nada contrario al buen servicio de su Majestad, ni mucho menos dejar en libertad al fugitivo, sabiendo quien era o sospechándolo siquiera".

Siguiendo los pasos del duque de Valentino, es decir, de Cesar Borgia, a través del texto de una misiva que envía por aquellos fechas al marqués de Mantua y que sus historiadores consideran como una de las últimas firmadas por él, peso si, ciertamente, la última de las conservadas y publicadas, y por ella sabemos que pronto estuvo en la corte de su cuñado el rey de Navarra Juan de Albret, que le nombra capitán general de su ejército, que estaba en franca guerra con el conde de Lerín y otros súbditos rebeldes, apoyados en a sombra por el rey Fernando el Católico al que le interesaba la división y el debilitamiento del reino de Navarra hasta que ya en 1512 logra su completa anexión a la Corona de Castilla.

Todo ello hace que el flamante capitán general de Navarra, "para hacer entrar en razón a los rebeldes", y a partir de aquí, siguiendo uno de los relatos publicados por el precitado Claudio de la Torre, se nos dice textualmente: "En las afueras de Viana, en un paisaje desolado, son el más leve adorno de verdor, sin siquiera horizonte, porque el lugar se esconde entre los guijarros de un barranco, fue muerto Cesar Borgia en una emboscada por los soldados del conde de Lerín". Y continúa después: "sus restos mortales fueron enterrados con gran pompa, y bajo soberbio monumento, en la iglesia parroquial de Santa María, de Viena."

Pero el tiempo y los hombres terminaron por demoler el monumento, y la orden inapelable y feroz de un obispo de Calahorra de finales de siglo XVII, dispuso arrojar los restos del duque de Valentinois y de la Romaña fuera de la iglesia, a la calle, allí donde fueran pisoteados por los transeúntes y las bestias.

-Tremendo obispo- .No tuvo caridad por los huesos del que fue todo un príncipe del Renacimiento, aquel que se asegura sirvió a Nicolás de Maquiavelo como modelo fiel para que figurara en su obra "El Príncipe" y hasta en esto tuvo Cesar Borgia que encontrarse con el rey Católico, Fernando II de Aragón y Fernando V de las Españas, al que su padre, Alejandro VI, como papa, le otorgó ese título de "Católico" y al que algunos lo identifican también como modelo para la citada obra del florentino Maquiavelo, que siglos después sirvió de frecuente lectura y consulta, y hasta anotaciones por parte del emperador francés Napoleón Bonaparte.

Ahora efectuaremos un repaso sucinto de nuestro Castillo de la Mota, en la que durante más de dos años permaneció preso Cesar Borgia o Cesar de Borja, duque de Valentinois y duque de la Romaña, fortaleza medinense que se termina de construir en pleno siglo XV, durante los reinados de Juan II (1406 - 1454) y de su hijo Enrique IV (1454 - 1474), finalizando la ampliación definitiva entre los años 1479 y 1482, ya reinando Isabel I, la Católica (1474 - 1504). Esta fortaleza permaneció durante años en poder de la familia Fonseca, con su sobrino en la misma época también del mismo nombre como arzobispo de Santiago de Compostela. La tenencia del Castillo de la Mota por parte de los Fonseca, no sirvió más que para ocasionar conflictos y rencillas entre el Castillo y los vecinos de la Villa, a la que deberían defender y proteger, máxime en sus largos meses de ferias anuales; así como el duque de Alba pasaba en dirección a Segovia, o volvía de ella, con cien o quinientas lanzas, (no se ponen de acuerdo los historiadores al respecto), con ocasión de la proclamación en Segovia como Reina de Castilla de la princesa Isabel, los medinenses tenían puesto cerco al Castillo de la Mota, "puestos en pié d guerra", y al duque de Alba no le costó mucho esfuerzo poner paz, y que el Castillo fuera entregado a la nueva Reina por sus tenedores, como se hizo.

Así pues, desde esa fecha de 1474, el Castillo de la Mota volvió a pertenecer a la Corona de Castilla, y ejecutadas las obras pertinentes a fin de aumentar su seguridad y defensa, los Reyes Católicos, don Fernando II de Aragón y V de Castilla y doña Isabel I, de Castilla y de Aragón mandaron colocar en la puerta principal de la fortaleza medinense, en dura piedra caliza, labradas a ambos lados del nuevo Escudo Real ya con el Águila de San Juan bajo sus alas, las Armas de Castilla y de León, junto a las de Aragón, Cataluña, Valencia y las Dos Sicilias, y ya a partir de esa fecha, la fortaleza fue dedicada a la custodia y guarda de presos eminentes e ilustres, es decir de "razón de Estado", y también como salvaguarda de valiosos rescates de dinero y joyas, como aquel valiosísimo del rey de Francia Francisco I, para décadas después ir cayendo en el olvido de los poderes públicos, y pasar a ser fuente y "mina" donde recoger ladrillos gratuitamente el vecindario medinés, siendo abandonada la fortaleza por el Estado, sobre todo a partir de la guerra de la Independencia (1808 - 1814).

Así pues la ruina del Castillo de la Mota fue bastante rápida y muy grave, quedando inutilizado para cualquier práctico inmediato, y sirviendo de fuente de provisión de ladrillos, maderas, puertas y ventanas, desaparecieron paulatinamente, almenas, puente levadizo y torres, sin contar las maderas de toda índole que allí pudiera haber, siendo convertido en una "gran e histórica ruina", fruto directo de la incuria del tiempo y de los hombres, precipitada, singularmente, durante el calamitoso siglo XIX, iniciado con la guerra popular contra el invasor francés, esmaltada con las guerras civiles entre carlistas y liberales en dos crueles y largos periodos, la guerra de Marruecos de Isabel II, con Prim y O'Donell con caudillos victoriosos, para finalizar, en 1898, con los desastres de Filipinas y de Cuba.

Isabel la Católica
Isabel la Católica

Nuestro Castillo de la Mota, paree que en sus muros y almenas llevó retrasada todos los desastres que la nación iba pasando, y tuvo que llegar la fecha del IV Centenario de la muerte de Isabel la Católica "Fundadora de España Madre de América" con la fortaleza de la Mota, lo que movió a los poderes públicos a declararle en 1904 a nuestro Castillo de la Mota como "MONUMENTO NACIONAL", y así comenzaron las obras de consolidación de esta verdadera ruina histórica, que no tenía ni puerta de entrada o acceso directo a su interior, nada más que una abertura realizada por la mocería medinense de entonces, en la parte del muro a poca altura del foso que daba paso a uno de los recintos "subterráneos"; por allí penetró el joven rey don Alfonso XIII en su primera visita a Medina en 1903, y a partir del 1904 y 1905 a 1914, 1916 y en 1942 se verifican las obras de rehabilitación del recinto interior para fines culturales y no guerreros o de defensa. Esto en cuanto a la fortaleza prisión.

Ya vimos como los restos mortales del otrora prepotente Cesar Borgia, duque de Valentinois y duque de la Romaña, enterrados en plena vía pública, frente a la iglesia parroquial de Santa María, de la navarresa Viana, permanecieron allí sin saberse exactamente el lugar, ya que reciéron de lápida o señal externa desde que aquel inquisitorial obispo de Calahorra ordenase la exhumación y retirada del "soberbio monumento funerario" en que yacían sus restos, y hasta 1945 no fueron buscados, en el mes de agosto de es año, mediante unas excavaciones practicadas en los referidos parajes de la ciudad navarresa, y allí "se encontraron unos huesos que, colocados en un pequeño cofre me cupo el honor de llevar con mis propias manos, (las de Claudio de la Torre), al archivo Provincial de Navarra, donde quedaron depositados".

Los huesos hallados en plena vía pública parecen ser auténticos, según el informe que, a la visita de los mismos, realizaron los doctores Juaristi y Becerra estimando que aquellos eran los restos mortales del Valentino, siguiendo así una honda tradición, pero también todavía algunos pocos discuten su identidad. No obstante, y respaldando su informe, el propio Dr. Juaristi donó su sepulcro labrado y monumental a la ciudad de Viana para que albergase los restos mortales que él mismo y l tradición histórica estiman pertenecieron a Cesar Borgia; por ello el curioso viajero que visite la ciudad de Viana, en el reino de Navarra, hoy Comunidad Autónoma, podrá contemplar el monumento funerario que el citado Dr. Juaristi dono, un desagravio de lo realizado por aquel obispo de Calahorra, para que sirviera de cristiano enterramiento de los despojos de aquel príncipe del Renacimiento, con sus contradicciones vicios y virtudes (que alguna tendría) nuestro Cesar Borgia, el cual tuvo como mote lema de sus empresas el "Aut Caesar, aut nihil" (O Cesar, o nada).

Como "condotiero" o caudillo militar, al frente del ejército pontificio que él organizó, durante el papado de su padre Alejandro VI, conquistó las plazas de la Romaña de Imola, Forni, y Casena, liberó Pésaro (tiranizada por Juan Sforza), Rímini que lo era por Pandolfo Malatesta, y también Faenza oprimida por Astorre Manfredi, lo que motivó su nombramiento como duque de la Romaña, y asimismo detuvo y desvió de los Estados de la Iglesia a las tropas francesas que mandaba el propio rey Carlos VIII, en su camino hacia Nápoles, donde se encontraron con el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba.

Luis XII de Francia
Luis XII de Francia

Luis XII de Francia le hizo duque de Valentinois, su padre el pontífice Alejandro VI, duque de Romaña, y ambos ducados un tanto efímeros, el uno otorgado en 1498 por un monarca subyugado por las dotes de atracción que poseía Cesar Borgia, y en 1501, por el papa reinante que, pese a los lazos de sangre que los unía, no pudo sustraerse a los grandes servicios que había realizado al aumentar y afianzar los Estados Pontificios que sus campañas militares por la Romaña. Obispo, Arzobispo, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, General de los Ejércitos pontificios, duque de Valentinois y duque de la Romaña. Capitán General del reino de Navarra (1507), y muerto en una obscura escaramuza, como ya hemos apuntado aquel 2 de marzo del año 1507. Su matrimonio con la hermana del rey de Navarra Juan de Albert, tuvo lugar el 12 de mayo de 1499, a los veinticuatro años, en la plenitud de su poder, que creo llega a su cenit en 1501, cuando le es otorgado el Ducado de la Romaña... "sic transit gloria mundi", que diría el clásico, para finalizar estas líneas enfocadas a resaltar a este singular personaje histórico, inspirador de Maquiavelo, junto a su antagonista Fernando el Católico, en su esporádica y forzada vinculación con el Castillo de la Mota, y concretamente a ella nos hemos referido especialmente.

Cerramos estas líneas con unas pinceladas familiares en torno a este linaje de los Borja, que en Italia se transforman, con sus beneplácito en Borgia.

Los abuelos valencianos de Cesar Borgia fueron Isabel de Borgia que casó con Godofredo de Borja, pariente lejano suyo y ambos fundadores de las casas ducales de Gandía y de Esquilache. Hermano de estos fue Alfonso de Borja, papa con el nombre de Calixto III (1455 - 1458), nacido en 1378.

Del matrimonio de Isabel y de Godofredo, nacieron Juan de Borja y Rodrigo de Borja (que fue papa como Alejandro VI), el cual habiendo emigrado a Roma, a la sombra de su tío Alfonso, ya cardenal. Allí, con Rosa Vanozza de Catanei, y antes de ser consagrado arzobispo de Valencia y recibir el capelo (1456), tuvo, con ella, cinco hijos reconocidos, Juan, Cesar, Godofredo, Luis y Lucrecia. La Rama primogénita de esta familia de los Borja quedaron en Gandía. Por ello tenemos que del matrimonio del sobrino de Alejandro VI, Juan de Borja con doña Juana de Aragón, de este matrimonio nacieron siete hijos, el primogénito de ellos Francisco, que después sería el 4º Duque de Gandía y primer Marqués de Lombay, se crió en la corte erudita del Arzobispo de Zaragoza su tío don Juan de Aragón (descendientes por línea bastarda de Fernando el Católico).

El Marquesado de Lombay procede de la baronía de este nombre que fue elevada a marquesado por Real Cédula del Emperador don Carlos V, fechada en Angsburgo el 7 de julio de 1530, y a más a Francisco de Borja le nombró cabalcerizo y Montero Mayor de la Emperatriz Isabel, la cual moriría años después en Toledo de sobreparto el día 1º de mayo de 1539, y que dio lugar a la trágica y fúnebre escena realizada por el pintor Moreno Carbonero, cuando don Francisco de Borja y Aragón, cuarto duque d Gandía y primer marqués de Lombay, Montero Mayor y Caballerizo Mayor de la Emperatriz, entrega el cadáver de su Señora, al Cabildo de la Catedral de Granada, y percibe a través de su vista y de su olfato, en que se había convertido la belleza singular y el señoría de la joven emperatriz de Alemania y reina de Las Españas.

Este suceso histórico, elevado a las cimas del arte, hizo posible que la todavía no fundada Compañía de Jesús (Societas Iesus) tuviese años después su tercer Prespósito General de la Compañía, y un Santo más allá y la Iglesia Universal: San Francisco de Borja.

También descendiente de la familia Borja, entre otros muchos, fue don Gaspar de Borja y Velasco (1582 - 1645), nieto de San Francisco de Borja, fue Cardenal- arzobispo de Milán, después de Sevilla y finalmente ocupó la sede primada de Toledo, donde murió. Presidió el Real Consejo de Aragón. A San Francisco de Borja le sucedió su hijo primogénito Carlos de Borja y Castro, en todos sus títulos, cargos y dignidades al ingresar en la Compañía de Jesús, su padre, después de muerta su esposa doña Leonor de Castro, que fue dama de honor de la Emperatriz Isabel. También hijo de San Francisco de Borja, fue Juan de Borja y Castro, que fue Mayordomo Mayor de la Emperatriz doña María de Austria, escribió la obra "Empresas Morales a la S.C.R. Majestad del rey Don Felipe" (editado en Praga en 1580), fue conde de Mayalde y Ficallo.

Otro descendiente singular y digna de ser recordada fue Doña Isabel de Borja (1498 - 1557), hija de Juan de Borja y de Doña María Enríquez de Luna, y por tanto sobrina-nieta del rey Fernando el Católico (la madre del rey fue Doña Juana Enríquez), nieta del Almirante de Castilla y Duque de Medina de Rioseco y asimismo n¡eta del papa Alejandro VI. Su hermano don Juan de Borja fue padre de nuestro San Francisco de Borja. Creo que con estos trazos familiares, podemos finalizar esta reseña histórica, los cuales hemos hecho para mayor información de la amplia y encumbrada familia de los Borjas hispanos y de sus parientes italianos de los Borjia, que todos son y pertenecieron y siguen perteneciendo a un tronco familiar común, el valenciano de los Borja.

Nuestro personaje Cesar Borgia y su padre el papa Alejandro VI, que entre otras cosas buenas promulgó en 1493 su célebre Bula fijando la geográfica "línea alejandrina" que determinó la división del Nuevo Mundo entre Castilla y Portugal, fueron tratados muy severamente por los historiadores italianos y los que bebieron de esa fuente, pero modernamente van siendo juzgados y tratados de de mucho mejor modo y manera, y las "lógicas" vaticanas debidas a este pontífice español, fueron abiertas no hace muchas décadas. Literariamente su reivindicador moderno fue el novelista valenciano Vicente Blasco Ibañez, en su obra "A los pies de Venus" que supone una ardorosa reivindicación de los Borgias, y actualmente el novelista Vázquez Montalván ha publicado una obra sobre Cesar Borgia titulada "O Cesar o nada" (1998) que aún no conocemos.

Ricardo Sendino González

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08-12-07 - César Borgia, ilustre preso de Chinchilla JOSÉ FERRERO

Quiero rendir homenaje en estas páginas a una de las figuras más importantes del renacimiento ítalo-español cuando se cumplen quinientos años de su muerte. No sólo destacó a nivel militar, político o eclesiástico, sino desde un punto de vista al que pocas veces se han referido al tratar la figura de César Borgia, el artístico, siendo mecenas de algunos de los hombres más importantes de la cultura del renacimiento mundial.

La historia ha hecho que el nombre de César Borgia esté unido a nuestra tierra ya que estuvo preso en el castillo de Chinchilla, por ello es de justicia, al menos, el escribir esta pequeña reseña histórica.

Italia era sin duda en 1492, cuando su padre Alejandro VI llegó a la silla papal, un hervidero de hombres y nombres ilustres en un país fragmentado en principados, ducados, etc...

César Borgia, hijo del célebre Rodrigo Borja, el Papa Alejandro VI y hermano de Lucrecia Borgia. Su vida y su obra han pasado a la historia como la de un batallador y un intrigante, al igual que su padre, siendo acusado de asesinatos como el de su propio hermano Juan, que apareció ahogado en el Tiber. Tras la muerte por malaria de su padre Alejandro VI y la subida del nuevo Papa al poder, Julio II en 1503, sus enemigos no dudaron en intentar hacer pagar los pactos políticos que habían tenido que hacer los Borgia para mantener el poder del Vaticano. Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, llegó a las afueras de Roma, pero no para ayudar a César como él creía a apaciguar las sublevaciones de las familias romañas contra los catalanes que así eran llamados los españoles que vivían en Italia, y hacer cumplir los pactos de respeto a la familia Borgia del nuevo Papa, sino para hacer preso a César por una orden de los Reyes Católicos en 1504 como súbdito español y además haber sido aliado de los franceses en contra del Nápoles español. Una vez España es encarcelado en el castillo de Chinchilla, de donde sabemos que intentó fugarse y tras una estancia de varios meses es trasladado al castillo de la Mota en Medina del Campo. De allí si conseguiría huir en 1506 con ayuda de un criado, trasladándose a Navarra donde reina su cuñado Juan de Albret. Navarra está en plena guerra civil. Morirá en una batalla en Viana, donde será César Borgia enterrado, uno de los más valientes y crueles hombres del renacimiento.

El primer nombre que debemos escribir en esta lista es Leonardo da Vinci que estuvo al servicio de César Borgia como ingeniero militar. Sabemos por los cuadernos de campo de Leonardo que el trabajo con César fue muy provechoso. Se sabe que Miguel Ángel le hizo esculturas, como un pequeño cupido.

Nicolás Maquiavelo se entrevistó como embajador de Florencia varias veces con César y en su famoso libro El Príncipe le pone como ejemplo del príncipe moderno y culto:

César Borgia, llamado duque Valentino por el vulgo, adquirió el Estado con la fortuna de su padre, y con la de éste lo perdió, a pesar de haber empleado todos los medios imaginables y de haber hecho todo lo que un hombre prudente y hábil debe hacer para arraigar en un Estado que se ha obtenido con armas y apoyo ajenos. El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, reemplazar con nuevas las leyes antiguas, ser severo y amable, magnánimo y liberal, disolver las milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de modo que lo favorezcan de buen grado o lo ataquen con recelos; el que juzgue indispensable hacer todo esto, digo, no puede hallar ejemplos más recientes que los actos del duque. Sólo se lo puede criticar en lo que respecta a la elección del nuevo pontífice, porque, si bien no podía hacer nombrar a un Papa adicto, podía impedir que lo fuese este o aquel de los cardenales, y nunca debió consentir en que fuera elevado al Pontificado alguno de los cardenales a quienes había ofendido o de aquellos que, una vez papas, tuviesen que temerle. Pues los hombres ofenden por miedo o por odio. todos los demás, si llegados al solio, debían temerle, salvo el cardenal de Amboise dado su poder, que nacía del de Francia, y los españoles ligados a él por alianza y obligaciones reciprocas. Por consiguiente, el duque debía tratar ante todo de ungir papa a un español, y, a no serle posible, aceptar al cardenal de Arnboise antes que el de San Pedro Advíncula. Pues se engaña quien cree que entre personas eminentes los beneficios nuevos hacen olvidar las ofensas antiguas. Se equivocó el duque en esta elección, causa última de su definitiva ruina.

En el ámbito de la música se rodeó de músicos de gran talento, gracias también a su contacto con la capilla musical papal. Es muy conocida que una canción de Filippo de Lurano, gran compositor de fottolas, era una de sus canciones preferidas. También Giacomo Fogliano o Bartolomeo Tromboncino estuvieron en el ámbito de los Borgia.

Desde luego no solo debemos ver en César Borgia al vividor, asesino cruel y dictador que nos quiso vender la historia de la España de los reyes Católicos, debemos ir más allá y entender como eran los nobles del renacimiento y para ello nada mejor que leer El Príncipe de Maquiavelo, aunque por supuesto no estemos de acuerdo con que el fin justifique los medios.

José Ferrero es tenor y componente del grupo Capilla Antigua de Chinchilla

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21-01-19 - César Borgia, el modelo de Maquiavelo para su príncipe renacentista y presunta inspiración de Leonardo para el rostro de Cristo.

Retrato de César Borgia posiblemente basado en un original de la época, que hizo Bartolomeo Veneto/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Retrato de César Borgia posiblemente basado en un original de la época, que hizo Bartolomeo Veneto/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

El hombre en el que Maquiavelo se inspiró fundamentalmente -entre otros- para el modelo de gobernante que describió en su obra El príncipe (también citó a Fernando de Aragón pero éste le quedaba más lejano) fue, sin duda, uno de los grandes personajes del Renacimiento y, junto con los demás miembros de su familia, se convirtió en objeto de mil y un leyendas, unas con más base que otras. Grandes artistas como Leonardo, Miguel Ángel, Pinturicchio, Tiziano o El Bosco, entre otros, le tuvieron como mecenas a él o a los demás Borgia.

De hecho, la relación de César Borgia con el arte tiene un capítulo realmente curioso: algunos autores opinan que no sólo fue el modelo de El príncipe sino que sus rasgos faciales también fueron tomados por muchos artistas contemporáneos suyos para el rostro de Cristo. Hasta entonces, la iconografía cristiana había representado a Jesús de maneras diversas, desde el moscóforo imberbe inicial, que se mantuvo hasta el Medievo, al de barba y melena que se impuso luego por inspiración procedente de la franja sirio-palestina, pasando de una actitud majestuosa a la más humana que se introdujo en el Renacimiento.

César Borgia y Maquiavelo (Federico Faruffini)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
César Borgia y Maquiavelo (Federico Faruffini)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Y, a decir de algunos, fue Leonardo el responsable. En 1502, el de Vinci había dejado el mecenazgo del milanés Ludovico Sforza para ponerse bajo el patrocinio de César, interesado en sus ingenios bélicos y, según se cuenta, en que inventase un veneno indetectable, método de cabecera en la Italia medieval y renacentista para deshacerse de enemigos o personajes incómodos. La leyenda dice que ambos llegaron a ser amantes pero en torno a los Borgia circulan tantas que ésta es una más. Aquí nos interesa porque ese amor sería el que llevó a Leonardo a pintar un Cristo con la faz del Borgia (el famoso Salvator Mundi) y el padre de éste, el papa Alejandro VI, se habría encargado de su difusión.

La misma leyenda dice que Miguel Ángel, celoso de Leonardo, adoptó el mismo canon estético de un Cristo claramente blanco y alejado del aspecto semita de épocas anteriores, sentando las bases de una nueva iconografía. Toda esta historia es apócrifa e improbable, por supuesto, y de tener algún viso de realidad seguramente se reduciría a la intención de dotar a Jesús de un aspecto menos hebreo, acaso porque a los Borgia (y a los españoles en general) se les consideraba despectivamente judíos. Para añadir más confusión al asunto, de un tiempo a esta parte está en duda la autoría del Salvator Mundi.

Hay quien ve parecido en rasgos y estructura facial entre los rostros del retrato más conocido de César Borgia, obra de Altobello Melone, y el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci/Imagen 1: dominio público en Wikimedia Commons – Imagen 2: dominio público en Wikimedia Commons
Hay quien ve parecido en rasgos y estructura facial entre los rostros del retrato más conocido de César Borgia, obra de Altobello Melone, y el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci/Imagen 1: dominio público en Wikimedia Commons – Imagen 2: dominio público en Wikimedia Commons

¿Y quién era este César que tanto dio que hablar en su tiempo? Si bien nació en Roma, su progenitor procedía de Játiva, Valencia: Roderic (o Rodrigo) de Borja, de linaje noble, era sobrino de un obispo que llegaría a Papa (Calixto III) y que le facilitó ser nombrado cardenal diácono en Roma, donde fue ascendiendo en la jerarquía hasta recibir los obispados de Gerona (1457) y Valencia (1458), aparte de otras muchas mercedes y cargos. En la ciudad levantina permaneció hasta 1492, cuando resultó elegido para sustituir a Inocencio VIII.

Lo logró imponiéndose en el cónclave a otros candidatos de ilustres apellidos como Ascanio Sforza, Lorenzo Cibo y Giuliano della Roverere, que a priori parecían tener ventaja por ser italianos pero que no pudieron contrarrestar las arteras maniobras de Rodrigo a la hora de ganarse el voto de los cardenales, alternando convicción con simonía (promesas y sobornos). Asumió el nombre de Alejandro VI y pese a italianizar su apellido para contrarrestar las maledicencias contra él por su procedencia extranjera, nunca consiguió quitarse ese estigma, debidamente azuzado por sus enemigos políticos, que le acusaban de favorecer los intereses de Aragón.

Rodrigo de Borja, el papa Alejandro VI (Cristofano dell’Altissimo)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Rodrigo de Borja, el papa Alejandro VI (Cristofano dell’Altissimo)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Eso hizo que se sobredimensionase su escandalosa vida privada, no precisamente modélica pero tampoco muy diferente a la de sus predecesores y a la de la mayoría de los papas y jerarcas eclesiásticos de esos siglos. Mantuvo relaciones amorosas con varias mujeres, de las que nos interesa aquí la más importante, Vannozza Cattanei, porque todos los hijos que le dio, que fueron reconocidos por el prelado, alcanzaron cierta fama: Juan, César, Lucrecia y Jofré. Aparte había tenido a Pedro Luis (de quien no se sabe quién fue su madre) y luego tuvo a Juan y Rodrigo (también de madres desconocidas), aparte de especularse con la paternidad del vástago de otra célebre amante, Julia Farnesio.

Nacido en 1475, César Borgia era, pues, el segundo; algo que le disgustaba porque, según la costumbre de entonces, le abocaba a tomar los hábitos cuando desde pequeño mostró afición al oficio de las armas, convirtiéndose en un buen jinete y un consumado esgrimista, aunando en su persona belleza, fuerza y ambición. Sin embargo, no le quedó más remedio que estudiar teología y derecho, obteniendo el obispado de Pamplona con sólo diecisiete años, para luego pasar al de Valencia tres más tarde y ser nombrado cardenal.

Un vaso de vino con César Borgia. En este cuadro de John Collier vemos, de izquierda a derecha, a César, Lucrecia, Alejandro VI y un sirviente/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Un vaso de vino con César Borgia. En este cuadro de John Collier vemos, de izquierda a derecha, a César, Lucrecia, Alejandro VI y un sirviente/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Una tragedia familiar cambió aquel panorama. Su hermano Juan, el primogénito, que era capitán general de los ejércitos pontificios, fue asesinado en 1497 sin que se sepan las circunstancias de su muerte ni la identidad de los culpables porque los sirvientes que le acompañaban perecieron junto a él. Los rumores apuntaron a César, que anhelaba su cargo (y, desde luego, resultaría mucho más competente en él), aunque también a Jofré (porque Juan mantenía amoríos con su esposa). Cualquier Borgia era sospechoso por definición, pues se les comparaba con Nerón y Calígula, achacándoseles crímenes, estupros y cosas peores… En cualquier caso, César pudo por fin abandonar el sacerdocio para dedicarse a la vida militar.

La renuncia a la púrpura, que ejecutó al año siguiente, implicaba la necesidad de buscar un matrimonio ventajoso. Mientras lo hacía, Luis XII de Francia le regaló el ducado de Valentinois con el objetivo de ganarse el apoyo de los Borgia para hacerse con el Milanesado, sore el que los españoles también tenían puestos los ojos; por eso a César se le conoció en su época como Duca Valentino. El monarca francés también le dio la ansiada esposa: Carlota de Albret, hermana del rey de Navarra, con la que se casó en 1499; juntos tendrían una hija, Luisa (aunque César llegó a engendrar una docena más extramatrimoniales).

Posible retrato infantil de César Borgiahecho por Pinturicchio/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
Posible retrato infantil de César Borgiahecho por Pinturicchio/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Tal como estaba acordado, los Borgia secundaron la campaña gala y después Luis les devolvió el favor como aliado en la conquista de la Romaña, que el Papa deseaba incorporar a los Estados Pontificios. César dirigió la guerra con suerte diversa, alternando éxitos como la captura de Imola y el apresamiento de Catalina Sforza con fracasos como el tener que retirarse ante la intervención del milanés Ludovico el Moro. No obstante, logró tomar varias ciudades y someter a Florencia como tributaria, lo que le hizo ganarse el título de Señor de Romaña.

El siguiente episodio transcurrió en el sur de la península itálica, en el contexto de la disputa entre Francia y Aragón por quedarse con Nápoles. Alejandro VI se lavó las manos en el asunto pero medió para que se repartieran el reino y César se unió al ejército francés que en 1501 ocupó el territorio asignado. Al año siguiente volvió al norte para continuar la unificación del centro de Italia a la que aspiraba su padre. Se adueñó de Urbino y Camerino pero cuando se disponía a sitiar Bolonia, Luis XII empezó a desconfiar de esa expansión que amenazaba sus posesiones y exigió ponerle fin.

Señoríos italianos en 1499/Imagen: Wikimedia Commons
Señoríos italianos en 1499/Imagen: Wikimedia Commons

Esa retirada de apoyo galo animó a algunos de los condotieros que tenía contratados a traicionarle y quedarse con sus conquistas, repartiéndoselas entre ellos. César pidió ayuda de nuevo a Luis XII y al final fue necesario negociar un acuerdo. Al menos en teoría porque Alejandro VI tomó represalias contra la familia Orsini, implicada en la sublevación, a la par que César se las arreglaba para apresar y ejecutar a los principales líderes. Obviamente, los Orsini no se quedaron de brazos cruzados y volvieron a desatarse las hostilidades.

No fue hasta la primavera de 1503 que se alcanzó un armisticio. Todo parecía encauzarse pero ese verano una epidemia de malaria que se había extendido por Roma acabó con la vida del Papa (también se habló de envenenamiento, una constante en la Italia renacentista) y César perdió así no sólo a un padre sino también a quien le guardaba las espaldas. De mano, fue obligado a abandonar Roma mientras se elegía sucesor, pues se temía que emplease al ejército para imponer a su candidato, el cardenal francés Georges d’Amboise.

Los dos candidatos a suceder a Alejandro VI: Georges d’Amboise (heliografía de Niépce) y Giuliano della Rovere (pintura de Rafael); se impuso el segundo/Imagen 1: dominio público en Wikimedia Commons – Imagen 2: dominio público en Wikimedia Commons
Los dos candidatos a suceder a Alejandro VI: Georges d’Amboise (heliografía de Niépce) y Giuliano della Rovere (pintura de Rafael); se impuso el segundo/Imagen 1: dominio público en Wikimedia Commons – Imagen 2: dominio público en Wikimedia Commons

La cosa estaba entre éste y Giuliano della Rovere, enemigo declarado de los Borgia. Sin embargo, el ganador fue Francesco Nanni Todeschini Piccolomini, coronado con el nombre de Pío III. Nadie esperaba que durase mucho porque estaba muy enfermo de gota y, en efecto, falleció veintiséis días más tarde. En octubre, Giuliano consiguió por fin la ansiada tiara; el que ha pasado a la Historia como Julio II no tardó ni un mes en ordenar la detención de César, si bien lo mantuvo arrestado en el palacio del Vaticano en vez de arrojarlo a una mazmorra del Castillo de San’t Angelo. Como escribió Maquiavelo:

“Todos los demás, si llegados al solio, debían temerle, salvo el cardenal de Amboise dado su poder, que nacía del de Francia, y los españoles ligados a él por alianza y obligaciones recíprocas. Por consiguiente, el duque debía tratar ante todo de ungir papa a un español, y, a no serle posible, aceptar al cardenal de Amboise antes que el de San Pedro Advíncula. Pues se engaña quien cree que entre personas eminentes los beneficios nuevos hacen olvidar las ofensas antiguas. Se equivocó el duque en esta elección, causa última de su definitiva ruina”.

César Borgia abandonando el Vaticano (Giuseppe Lorenzo Gatteri)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
César Borgia abandonando el Vaticano (Giuseppe Lorenzo Gatteri)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Durante su encarcelamiento, la República de Venecia aprovechó para apropiarse de la Romaña. El nuevo Papa, que deseaba mantener ese territorio bajo su jurisdicción, pactó con su prisionero concederle la libertad si a cambio iba al frente de sus tropas a recuperarlo. César cumplió y le devolvió algunas ciudades; otras quedaron en poder de la Serenísima. Para entonces ya tenía otros planes: viajar a España, donde los Reyes Católicos le habían hecho la oferta de ponerse al servicio de Prospero Colonna, un militar que había tenido un destacado papel al lado del Gran Capitán en las batallas de Ceriñola y Garellano (y años después repetiría en Bicoca), con las que los monarcas se aseguraron el control de Nápoles.

Pero César se la jugó. Todos creían que marchaba hacia Nápoles cuando en realidad intentaba unirse al ejército francés del duque de Mantua. Ahora bien, todos, todos no. El astuto cardenal español Bernardino López de Carvajal imaginó aquel doble juego y advirtió a Gonzalo Fernández de Córdoba, nombrado virrey de Nápoles, quien mando arrestarlo en Castilnovo y pidió instrucciones a la Corona, recomendándosele deportarlo. Así fue cómo César Borgia llegó a la tierra originaria de su familia, aunque en circunstancias poco honorables, pasando por los calabozos de Cartagena y Chinchilla antes de terminar encerrado en Medina del Campo, en el Castillo de La Mota.

El Gran Capitán ante el cadáver del duque de Nemours tras la batalla de Ceriñola (Federico de Madrazo)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons
El Gran Capitán ante el cadáver del duque de Nemours tras la batalla de Ceriñola (Federico de Madrazo)/Imagen: dominio público en Wikimedia Commons

Como cabía esperar, no se resignó a su destino y una noche de otoño de 1506 se fugó descolgándose por una ventana. Haciéndose pasar por mercader, dejó Medina del Campo y alcanzó Santander, donde logró embarcarse. La mala suerte hizo que el barco tuviera que regresar a causa de un temporal, así que decidió huir por tierra atravesando el País Vasco y Navarra. En diciembre estaba en Pamplona, donde fue acogido por el rey navarro Juan de Albret, al fin y al cabo cuñado suyo, que además le nombró condestable del reino, dándole otra vez la oportunidad de empuñar la espada (en la que, por cierto, llevaba escrita la divisa “Aut Caesar aut nihil”, es decir, “O César o nada”, en recuerdo de lo que exclamaron las legiones de Julio César al cruzar el Rubicón).

El problema era que el Reino de Navarra estaba en plena guerra civil: los beaumonteses, partidarios de Luis de Beaumont (el anterior condestable), frente a los agramonteses, que defendían al monarca. Éste puso a César al frente del ejército, conquistando Viana y poniendo sitio a su castillo. Enfurecido porque la noche del 11 de marzo de 1507 una partida de jinetes logró romper el cerco y suministrar víveres a los sitiados, salió en su persecución sin percatarse de que iba dejando atrás a sus hombres. Los fugitivos le tendieron una emboscada y acabaron con su azarosa existencia.

Lápida de la tumba de César Borgia/Imagen: Pathferrero en Wikimedia Commons
Lápida de la tumba de César Borgia/Imagen: Pathferrero en Wikimedia Commons

El cadáver fue enterrado inicialmente en una iglesia de Viana pero en el siglo XVI el párroco ordenó exhumarlo por considerarlo indigno de estar allí y lo inhumaron en plena calle. En 1945 se sacaron sus restos para volver a inhumarlos en el templo -sólo en la puerta, no dentro-  y allí siguen. No deja de resultar irónico que se negase el descanso eterno en tierra sagrada a quien -presuntamente- había puesto rostro a Jesucristo y que además muriese casi a la misma edad.

Fuentes: El príncipe (Nicolás Maquiavelo)/El príncipe del Renacimiento. Vida y obra de César Borgia (José Catalán Deus)/El papa Borgia. Un inédito Alejandro VI liberado al fin de la leyenda negra (Lola Galán y José Catalán Deu)/Los Borgia. Iglesia y poder entre los siglos XV y XVI (Óscar Villarroel González)/Los 7 Borgia. Una historia de ambición, refinamiento y perversidad (Ana Martos Rubio)/César Borgia y Viana (1507-2007) (Félix Cariñanos)/Wikipedia

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25-10-2021 - El pueblo de Serrat no está en el Mediterráneo

El artista, allá donde va, habla de su pueblo. Él, nacido en un barrio de Barcelona, y como tantos otros que han crecido en ciudades, tiene un pueblo, un lugar al que ligar sus recuerdos de infancia.

POR RAQUEL PARDO

Viana - Principado.
Viana - Principado.

Pero el de Serrat no se asoma al Mediterráneo (o sí, pero desde muy, muy lejos) y ni siquiera es el sitio donde crecieron sus padres o sus abuelos.

El pueblo de Serrat se llama Viana, y tampoco es estrictamente un pueblo porque, nada más entrar, se puede leer en grande cómo se denomina: “Principado”, dice en la primera rotonda que se atraviesa en coche desde Logroño, apenas a ocho kilómetros de allí. De hecho, en su categoría histórica aparece que Viana es una ciudad que, además, esconde muchísimos rincones interesantes que tienen que ver con su pasado.

Ruta del Vino de Navarra. Rutas del vino de España
Ruta del Vino de Navarra. Rutas del vino de España

Por tener, tiene hasta vino, de Rioja, eso sí. Aunque administrativamente, Viana es Navarra, es una de las localidades cuyas bodegas pueden elaborar bajo esta Denominación de Origen Calificada

CON MUCHA HISTORIA, CON MUCHAS HISTORIAS

Viana es una ciudad que conserva su pasado de fortaleza medieval, cuando el rey Sancho VII levantó muros para defender sus posesiones frente al Reino de Castilla en el siglo XIII. Situada en una posición privilegiada desde la cual contemplar las estribaciones de la Sierra de Cantabria, al norte, o la Demanda, hacia el sur, pasa por ser una ciudad acostumbrada a defenderse, donde lucharon con valor no solo los soldados, también, según las crónicas, las vianesas, que se vestían con los ropajes de sus hermanos o maridos muertos y se lanzaban a la batalla para defender el Reino de Navarra.

Por Viana pasa también el Camino de Santiago, gracias a que por entonces cambió su trazado para atravesar la ciudad y, de paso, abrir una interesante ruta comercial.

Ruinas de la Iglesia de San Pedro, en Viana. Getty Images
Ruinas de la Iglesia de San Pedro, en Viana. Getty Images

Lo de Principado le viene del siglo XV, cuando el rey Carlos III el Noble lo instauró para que lo ostentara su nieto y hoy es un título que aún conserva el rey Felipe VI.

Uno de los episodios más singulares de Viana tiene que ver con que es el lugar donde está enterrado César Borgia, hijo del papa Alejando VI y miembro de la legendaria familia valenciana que carga con una leyenda negra que les atribuye haber sido una de las primeras familias criminales de la historia. Lo que no es tan leyenda es que es él quien inspiró a Maquiavelo para escribir su tratado, “El Príncipe”.

César había huido del Castillo de la Mota en Medina del Campo, donde había sido enviado por el Gran Capitán, quien lo detuvo en Nápoles, y pidió refugio a su cuñado, el rey Juan de Albret (César estaba casado con la hermana del rey, Carlota). 

El monarca vio en el militar, un diestro guerrero curtido en varias campañas en Italia, un valioso refuerzo para proteger sus posesiones en plena guerra contra sus enemigos y le nombró capitán de sus ejércitos. Pero le salió el tiro por la culata, ya que César cayó víctima de una sospechosa emboscada que, según documentos que parecen indicarlo así, fue planeada y ejecutada por sus propios hombres.

Castillo de La Mota en Medina del Campo. Alamy
Castillo de La Mota en Medina del Campo. Alamy

Su cadáver fue sepultado dentro de una de las iglesias de Viana, Santa María, un bonito templo que alberga una imagen de la patrona, María Magdalena, cuyo tributo también tiene una curiosa historia detrás: en el siglo XVI, en plena ola de peste (sí, lo de las pandemias no es nuevo en el mundo) los vianeses decidieron que, debido a que el día 22 de julio, onomástica de Santa María Magdalena, no había muerto nadie en la ciudad por la enfermedad, sería nombrada su protectora y patrona.

Pero volvamos a César, que tuvo complicado descansar en el templo debido a que, cuenta la leyenda, el obispo de Calahorra quiso vengarse de los Borgia sacando su cadáver y enterrándolo en plena calle principal, para que todo el mundo pudiera pisarlo. Ya en el siglo XX, Borgia volvió a ser trasladado a las inmediaciones de la iglesia, aunque no a su interior, y es ahí donde se puede leer en su lápida “Generalísimo de los Ejércitos de Navarra y Pontificios, muerto en los campos de Viana”.

Pasear por las calles de Viana, parando de vez en cuando en sus tabernas, lleva a entender un poco por qué alguien como Serrat encuentra aquí refugio y descanso“En este lugar aprendí a amar la luz”, reza el pilar que preside “Los jardines de Serrat”, un bonito rincón de la ciudad con vistas al paisaje riojano y la Sierra de la Demanda al fondo. 

Joan Manuel Serrat y el inicio de un idilio mundial con el Mediterráneo. Getty Images
Joan Manuel Serrat y el inicio de un idilio mundial con el Mediterráneo. Getty Images

Aquí, cuenta el cantante en una entrevista con el diario Ara, fue donde el niño de la ciudad empezó a hacerse de pueblo, aprendiendo a cazar pájaros y pescar truchas.

Por aquí correría delante del Balcón de Toros, o jugaría al balón en la Plaza del Coso o al escondite en los alrededores del albergue de peregrinos, siempre con gente, y más en un año xacobeo post pandemia como este.

Y es posible que, siendo menos niño, se haya descorchado alguno de los vinos o cavas de Ondarre, las bodegas más cercanas a la ciudad. Ondarre ahora está dirigida por la tercera generación de la familia Limusín, entregada a mostrar la singularidad de una de las uvas más emblemáticas de la zona, la mazuelo (en otros lugares conocida con el nombre de cariñena), con la que en breve lanzarán su primer vino de Viñedo Singular, La Escaleruela, el nombre de la finca de la que procede y que está situada junto a la bodega.

También, seguro, se ha tomado algún chuletón en el Asador Tres Tinas, con la compañía de unos pimientos del Piquillo que, aquí, saben mejor por estar en su patria.

Serrat ha hecho aquí amigos, ha sido nombrado hijo predilecto y ha dado un concierto acompañado de la banda municipal de Viana. Suele decir que él es catalán y de Viana, un argumento que también esgrimen sus hijas, porque en la ciudad ha transcurrido, y transcurre (tiene una casa a la que acude a menudo) una parte muy importante de su vida. “Hace más de 50 años que llegué a Viana por primera vez, y llegué a quedarme para siempre”, sentencia el de Poble Sec durante el concierto que dio en 2013 junto a la banda de música local en la plaza.

Para siempre a lo mejor no, pero para quedarse unos días, argumentos no le faltan a la localidad navarra.

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