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Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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08-07-83 - Rafael Velasco Martínez, escritor. "Hace falta una gran Casa de Cultura.

Rafael Velasco Martínez
Rafael Velasco Martínez

La vida cultural de Medina es algo totalmente ignorado por los propios medinenses. Escritores, pintores músicos, permanecen en un total anonimato aunque se les conozca en otros aspectos. Esto sucede con Rafal Velasco, hombre bien conocido en su actividad profesional, pero práticamente desconocido en su faceta literaria.

?Cuál ha sido su trayectoria como escritor?

Mi vida de escritor es prácticamente nula. Solo he escrito cosas modestas, y por esto no han tenido eco, ni en Medina ni fuera. Me dediqué a escribir por vocación, pero ina vocación introvertida, silenciosa, sin ningún deseo de protagonismo. Empecé a destaparme como poeta a los veinte años, leyendo un soneto a Zorrilla ante su tumba. Di algunos recitales, también por la radio, y se me empezaba a conocer en Valladolid. Entonces caí enfermo, y aquel camino se truncó en todos los órdenes (estaba estudiando Medicina y tuve que dejar la carrera). Pasé cuatro años en la cama, de espaldas a la vida; en estos casos, el primer año te visitan veinte amigos, el segundo dieciocho, y al final me venía a visitar uno solo, un gran amigo. Durante aquellos cuatro años leía muchísimo, oía música y escribía. Leyendo "Cavid Copperfield" vi que se hacía procurador, y me enteré de qué era eso, que antes mes sonaba a música celestial. Me hice procurador y me fui metiendo en mi profesión; entonces me olvidé mucho de escribir.

¿Qué libros ha publicado?

El primero fue un libro fe versos OFRENDA, EN 1939. Luego escribí una novela, RAUL Y CLARA, referente a los años de mi enfermedad. También una obra de teatro, LOS PÁJAROS TIENEN ALAS, Adaptación de una obra de Lamartine; ésta estaba aprobada, pero no se llegó a publicar. En 1944 publiqué OTOÑO, poesía, y no volví a publicar hasta 1961, con VERSOS PARA UN LIBRO NUEVO, recopilación de mis versos desde 1944 hasta 1961. El libro más conocido es TERMINUS (1981). Quería que fuese mi último libro de versos, de ahí su título. Era una época en que me retiré un poco de la actividad profesional, y me dediqué a recopilar en ratos libres. Ahora estoy corrigiendo una novela, LA NOCHE DE SAN JONÁS (RETABLO DE SOLEDADES). Trata de un tema universal, el tema de la soledad del ser humano, traído a una aldea de Castilla en una época no actual, con la posibilidad de que el lector lo acomode a cualquier época. Intento probar que el ser humano, por muy acompañado que s encuentre, siempre está solo, mirándose en su propio yo. Creo que esta novela tiene ciertos tonos de profundidad; Tal vez le interese a alguna editorial, pero no me voy a esforzar; soy muy vago en cuanto a relaciones, me falta un grado de aguante que se necesita. Soy muy independiente y me molesta someterme a ese estatuto que ha creado la sociedad, y todo esto me separa un poco de esas relaciones que pudiera tener. Yo no busco amistades, con intención alguna, y esto no quiere decir que no acepte la amistad; estoy dispuesto a servir a cualquier amigo, pero no a pedirle. Y no es por orgullo, sino por no tener que depender de nadie. Ese entorno social te establece, eres como un satélite, y yo quiero andar "por libre".

Aparte de mis libros, publiqué también una revista informativa de 1958 a 1967, y temgo escrito un poema, dedicado a un torero medinense, Juan Matos "Panogita", que me gustaría escenificar con ballet y coros.

¿En algún momento de su vida ha tenido la intención de dedicarse exclusivamente a escribir?

En la época entre mi enfermedad y mi actividad profesional tuve un momento en que me dediqué a ello. Escribí artículos en periódicos en Valladolid, dirigí algunas revistas de estudiantes y también hice programas de San Antolín y revistas dedicadas a la Semana Santa, que entonces estaba en boga porque la juventud no tenía diversiones, y se crearon las cofradías para la procesión. Nuestra juventud estaba encajada en unos límites tan estrictos que no había posibilidades; el único pulmón de expansión de Medina era Versalles. Después cuando me dediqué a mi profesión, dejé la actividad literaria a un lado.

¿Cómo ve la situación literaria y cultural en Medina?

En Medina hay muchos valores ocultos, pero están condenados al ostracismo si no se colabora. Hace falta una gran Casa de Cultura tendrían que elavorar un calendafrio para todo el año, con conferencias, conciertos, exposiciones, no solo de gente de fuera, sino promocionando a la gente de aquí; Hay gente joven con muchas ganas de hacer cosas, y pueden hacerlas. El problema es siempre el hombre; de nada vale una Casa de Cultura si no hay nadie que ordene y promocione, alguien que aporte ideas; con una idea se hacen muchas cosas. Y no debe haber tintes políticos, la cultura está por encima de todo. La Casa de Cultura debe estar en manos del propio pueblo, de toda la gente que esté interesada.

Confiamos que esto sea una realidad dentro de poco tiempo. Medina necesita urgentemente esta Casa de Cultura para que todos esos "valores ocultos", salga a la luz. Tal vez entonces nos daremos cuenta de que en Medina se hace Cultura, y que esta Cultura es de todos nosotros.

FRASCO

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27-08-83 - Algunos datos sobre las Ferias de Medina en los siglos XV y XVI

Vamos a tratar muy someramente sobre las antiguas y famosas Ferias de Medina, que llegaron a ser a partir de los últimos años del siglo XV, las primeras de España por su importancia.

Todos los que se ocuparon sobre la Historia de Medina de temas con ella relacionados, han visto defraudadas sus más caras esperanzas, al serles negado el hallazgo del documento auténtico por el que se reconozca y fije el origen de la época de las Ferias de Medina del Campo. Nosotros somos uno más a engrosar esta larga lista, aunque ya preveíamos este resultado al percatarnos de la importancia y medios con que contaban nuestros antecesores en esta búsqueda. No obstante esto, en repetidas Cortes del Reino se hace mención las Ferias medinenses, sobre todo en ls celebradas en tiempos de la Regencia del medinense Infante don Fernando de Antequera, así como en los reinados castellanos de Juan II, Enrique IV y el de los Reyes Católicos, pero por lo que hemos visto y leído pese a su parquedad, no nos cabe la menor duda de que nuestras Ferias datan de fechas muy anteriores a las de arriba mencionadas, si bien es verdad que si esplendor y apogeo comienza con los primeros años del siglo XV, época en que para encauzar este crecimiento y afianzar su importancia, otorga la Reina viuda de Aragón, doña Leonor, entonces Señora de Medina del Campo, sus célebres, "ORDENANZAS DE FERIAS", fechadas el 12 de abril de 1421, y confirmadas después por el Rey Juan II en 1439, ante Diego González de Medina, su secretario de Cámara, y posteriormente vueltas a confirmar expresamente y en todas sus partes por los Reyes Católicos en Cédula dada en Madrid a 30 de diciembre de 1482, ante Fernando Álvarez de Toledo, secretario, y López Castro, canciller.

Que las Ferias de nuestra Medina fueron de excepción en relación a las demás que en el Reino se celebraban, lo `prueba la Ley firmada por Enrique IV en Madrid y Toledo (Ley 1ª del lib. IX, Tit. XX de la Nueva Recopilación), en la cual, textualmente, se dice: "Ordenamos que Ferias francas y mercados francos no sean ni se hagan en nuestros Reinos y Señoríos, solos la nuestra Ferias de Medina del Campo", el mismo monarca dio Carta de Seguro para estas Ferias fechada en Segovia el 2 de abril de 1465. Del mismo modo Isabel la Católica y don Fernando revalidaron estos privilegios de "Franqueza".

El 4 de junio de 1482 desde la misma villa y en su Provincia General de 6 de septiembre de 1491 firmada en la Vega de Granada, la exceptúan expresamente.
La importancia de estas Ferias, su animación, vistosidad y el exotismo de muchas de las mercancías en ellas expuestas, hicieron de la misma Realeza con sus cortesanos las visitasen con frecuencia en ellas expuestas, hicieron de la misma Realeza con sus cortesanos las visitasen con frecuencia  en ellas expuestas, hicieron de la misma Realeza con sus cortesanos las visitasen con frecuencia, realzándolas y asegurándolas en su real presencia.  Así, el Infante D. Fernando  el de Antequera, que tantas pruebas de cariño dio por esta villa que le vio nacer, las cvisitó todos los años antes de su elevación al Trono aragonés;  Don Juan II de Castilla, tememos prueba documental también que presenció las de mayo de 1450, acompañado de su nueva esposa; en 1460 oficialmente lo hizo Enrique IV y en 1475, después de su coronación en Segovia, los Reyes Católicos  estuvieron varios días en ellas, visitándolas después  durante su largo reinado muchas veces, en modo especial Doña Isabel, que tanta predilección sintió siempre por su villa de Medina. Su homónima la Emperatriz cuya muerte motivó la conversión del Duque de Gandía, luego San Francisco de Borja, concurrió con sus damas en las ferias de octubre de 1532.

A las ferias medinenses convergían la inmensa mayoría de las mercancías descargadas en todos los puertos, de modo especial los de Sevilla, Barcelona y Santander, así como casi todo cuanto se fabricaba en España o arribaba en la India. En ellas encontrábamos joyas, telas de oro y plata, paños, lienzos, sedas, brocados, drogas, especiería, ceras, ganados mayores y menores y menores, vinos, aceites granos, frutas, maderas labradas o por labrar, carbón  corambres curtidas y por curtir, lavas, sebos, calzado y todo género de mercancías procedentes de las Indias Orientales y Occidentales, y que de Sevilla, Lisboa o Alejandría, de primera mano procedían.  En ellas se daban cita, por sí o por sus factorías, los principales mercaderes y asentistas de Génova, Venecia Flandes, Lisboa, Irlanda, Londres, Milán, Florencia y los de Ausburgo, así como los de toda Francia. El comercio con esta nación era en esos siglos , en los periodos de paz, activísimo; a las Ferias de Medina llegaban, a través de los Pirineos, lienzos, mercerías, tijeras y cuchillería, papel y libros de modo principal.

Tan prodigiosamente grande era la contratación que, ya en años de ferial decadencia, como el de 1587, tomando como ejemplo, Medina abonaba a la Hacienda Real, por alcabalas, “más de doze millores de maravedíes” (Archivo de Simancas): Exp. De Hacienda, Leg. 318, F. 4). Tenemos que hacer constar  al amable lector que la desastrosa política económica de Felipe II, gravó las más saneadas fuentes de riqueza de la nación, entre ellas, de forma manifiesta, las Ferias medinenses.

Muy curiosas, variado e importante era el capítulo de transacciones en dinero de toda clase de artículos, pero comparativamente, era muy poca cosa, en relación a las sumas verdaderamente fabulosas que se manejaban en letras, cédulas y toda clase de giros. Sempere y Guarinos, citando las Ferias de 1565, y después de resaltar que las Ferias de Medina eran las más concurridas de Europa, manifiestan que se giraron en una de ellas, letras por un valor de  CIENTO TREINTA Y CONCO MILLONES DE ESCUDOS.  Nada de esta puede extrañarnos cuando por propias y fehacientes  declaración de los seis encargados del cambio ()oficio), que a ellas concurrían por esos años, (ya decadentes, como dijimos), aseguraban que en cada una de dichas Ferias que en el año se celebraban escribían “tres manuales de 1,500 hojas por lo menos, donde asentaban los giros y partidas que cobraban y pagaban”,  siendo en su cargo de tal importancia económica, responsabilidad y solvencia, que en su fianza se elevaba a cuarenta mil ducados. Esto sin tener en cuenta que la Hacienda Real, remitía siempre a esas Ferias el pago de las partidas que adecuaban a los asentistas, ocasionadas por los enormes gastos de las empresas guerreras y políticas de esos años le acarreaban.

Dada la enorme fluencia de mercaderes a estas Ferias, y pese a tener la Villa lonjas y locales dispuestos “ad hoc”, los más remisos que eran centenares tenían que armar tiendas portátiles que alineaban convenientemente y constituían una verdadera urbe provincial dentro de Medina. Pese a esto, cuando ya no había más sitio, porque las lonjas, almacenes del Concejo y las casas particulares estaban abarrotadas de mercancías, solían entonces guardar los géneros en fardos, convenientemente rotulados y marcados, en el Convento de San Francisco, céntrico y espacioso. Como último dato general y para no cansar en exceso al curioso lector, citaremos a Scheren, que, en su “Historia del Comercio” (tromo2) manifiesta “que la circulación en letras de cambio, y lingotes y especies fue valuada en SEISCIENTOS SETENTA Y DOS MILLORES Y MEDIO de francos por un Ministro de Felipe II en una sesión de las Cortes de 1563.

Corolario inmediato y general de tanta de tanta prosperidad material e importancia ferial, lo constituía el de la Villa en que tenía asiento,  manifestando por una, entonces, notable urbanización, abundantes y numerosas fuentes, ciudados edificios y anchas calles, como hacía notar el veneciano Embajador Navagiero en sus libros “Viajas de España”. Asimismo su población creció también en grado sumo, llegando “a casi diez y seis mil vecinos, como aparecen en papeles auténticos que están en poder de Francisco Fernández, secretario de los Archivos de la ciudad de “Valladolid”, nos dice Montalvo en su “Memorial Histórico” (1633). En esta misma obra y en su capítulo 37 se nos dice: “Tenía esta villa (Medina) 124 calles, 14 plazuelas, y la plaza mayor, y en la circunferencia de sus murallas 14 puertas,  SIN LOS ARRABALES, que eran mayores que la villa”… “Tuvo 22 parroquias con 18 conventos, insigne Colegiata y dos Cabildos con ochenta sacerdotes y 9 hospitales” (Bca. Nacional  Manuscrito 18.636)

Como dato curioso para darnos idea del volumen del negocio bancario en el siglo XVI, haremos mención al benemérito Simón Ruiz Envito, banquero medinense, el cual, según propia observación, ganó en una mañana ferial 12.000 ducados con los cuales inición la fundación y dotación del Hospital de la Purísima Concepción de esta Villa.

Nada diremos, por n o ser demasiado extenso este bosquejo de las Ferias medinenses de antaño, sobre los “cambios” “escribanías”, lugar de asentamiento de los diversos gremios, forma de operar en ellos, etcétera, etcétera, dejándolo para otra ocasión, que D. m. no tardará en llegar.

Ricardo Sendino

25-01-12 - Bernal Díaz del Castillo

Se celebra en estos días el 491 Aniversario del descubrimiento de América y el inicio de su controvertida colonización. En una de las grandes empresas de esta colonización, la conquista de la Mueva España (Méjico) participó un medinense, Bernal Díaz del Castillo, que posteriormente relató esta conquista en uno de los mejores libros de tema histórico de la literatura en lengua castellana: la “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”.

Bernal Díaz nació en 1495 en Medina del Campo, en una casa que existe en la actual Plaza del Pan, donde se puede ver una lápida que lo conmemora. Este hecho está presente en su obra, donde más de una vez evoca a Medina con cariño. Miembro de una familia de soldados, él también siguió esta carrera, y en 1514 marchó a las Indias acompañado de Pedrarias Dávila, gobernador del  Darién (Colombia). A continuación pasó a Cuna, y empezó a tomar parte en las expediciones de Méjico, las dos primeras con Hernández de Córdoba y con Grijalva, y por fin con Cortés, del que fue un gran admirador. Tras la conquista de Méjico, recibió una encomienda en Guatemala, donde residió hasta su muerte, el 3 de febrero de 1580, y donde escribió su Historia Verdadera.

El móvil que llevó a Bernal Díaz a escribir este libro es la publicación de  la “Historia general de las Indias con la conquista de Méjico”, de López de Gómara, capellán de Cortés. Según Bernal, “las palabras que dice Gómara en su historia son todas contrarias a lo que pasó”. Esta indignación le hace escribir lo que fue en realidad aquella conquista.

Pero lo que de valor literario a la obra de Bernal Díaz no es la veracidad del relato, sino la firma en que está escrito. Bernal no era un historiador ni un erudito, sino un soldado sin estudios que había participado personalmente en una campaña en la que había experimentado todo tipo de emociones: el asombro ante las maravillas de la civilización azteca, el miedo en Otumba, el cansancio. Cuando comienza a escribir su Historia, tiene casi 60 años y hace más de 30 que fue a Méjico. El libro, más que una obra de rigor histórico, es la colección de recuerdos que conserva un anciano de la época más importante de su juventud. Bernal no utiliza retóricas  vanas, sino el habla llana de Castilla la Vieja, el que había aprendido en Medina, y junto a ella, las palabras que conoció en América y que le sirven para nombrar lo que allí había encontrado. No narra los hechos objetivamente, sino desde su punto de vista,  descubriendo sus sentimientos en cada momento y mezclando anécdotas intrascendentes pero entrañables con los grandes hechos de la conquistas.

La Historia Verdadera de Bernal Díaz, escrita en la época de apogeo de los libros de caballerías, es también, por amenidad, una novela caballeresca, pero además, por su veracidad es un documento histórico, por la sencillez del lenguaje y la sinceridad del autor, una gran obra literaria.

FRANCO

NOTA: la edición más asequible de la Historia de Bernal Díaz se encuentra en la Colección Austal, nº. 1274.

26-01-12 - La imprenta en el siglo XVI

"Visitando la noble Villa de Medina del Campo, recorriendo su inmensa plaza, la mayor sin duda que en España existe, y las calles vetustas, salta la duda de que allí tuviera el comercio la extensión y cuantía que suponen algunos autores (…). Además, dice la tradición que en Medina la industria del curtido , de adobo, de cardobanes, suelas y pergamino, alcanza valores fabulosos, y que poseía las mejores  y más activas imprentas de Castilla.

Es discutible que la plaza de Medina sea la más grande de España, lo cual afirma Pérez Galdos, y más aún su escepticismo en lo referente al alcance de las Ferias de Medina. Ahora bien, constituye un hecho innegable el que, durante gran parte del siglo XVI, en ninguna villa se concentró uno de los más importantes núcleos impresores de España, (si ya se puede hablar con propiedad de “España” en este momento)

Pero antes de hablar de la imprenta de Medina, convendría deshacer un par de malentendidos bastantes comunes. Se puede afirmar que la imprenta fue inventada por el alemán Gutemberg a mediados del siglo XV. Esto es falso, o al menos inexacto. Ya veintiocho siglos antes  de Jesucristo se reproducía la escritura sobre arcilla en Mesopotamia. Desde muy antiguo, los chinos imprimían sus oraciones con planchas de madera sobre papel de arroz… Y acercándonos más en el tiempo encontramos el descubrimiento del holandés Laurens Loster: los caracteres de imprenta. Dados  estos antecedentes a Gutemberg, solo le retaba perfeccionar el proceso, cosa que efectuó al realizar los caracteres en plomo, permitiendo de esa manera efectuar muchas más reproducciones.

Durante los últimos años del siglo XV y primeros del XVI, la imprenta fue extendiéndose por toda Europa, constituyéndose el vehículo de expansión del lemaceísmo, uno de los primeros lugares donde se instaló en Castilla fue en Medina.

Esto sucedía en 1511. En esta fecha, el italiano Nicolás de Piamonte publicó “Valerio de las historias eclesiásticas de España”, cuyo autor era Diego Rodríguez de Almela, iniciando esta importante industria medinense. Los culpables de la implantación fueron varias familias de libreros, que alternativamente imprimieron una gran pujanza de esta industria. Este es el caso de los Guillermo, Jacobo y Jerónimo de Millis (este último gran amigo de Simón Ruiz Envito), los hermanos Francisco y Mateo del Canto los Lasso, los riquísimos Boyer, que llegaron a comercializar impresos por Italia, Francia y Alemania…

En cuanto a los títulos publicados, nos ofrece gran interés al lector actual, por no ser por su curiosidad. Algunos de ellos son:  “Despertador de pecadores, Meditación de pasión”, “Segunda comedia de la Celestina”, (1528-38), “Antonina Margarita, opus uempe Phisicis, Mediaces ae Thologis hom minus utile quam necesariúm. Per Gometium Pereiram nedieun Methinae Duelli, quae Hispanorum lingua Medina de el Campo appellatur  hun e primun in lucem editum. Anno MDLIV, décima quatta die Mensus Augusti” (Todo esto es el título de un libro publicado en 1554), etc. etc.

Posiblemente el auge de la imprenta desarrolló la rama de la encuadernación. A esto contribuyó decididamente la baratura de las pieles debido a las ferias de ganado. Todo ello configuró la numerosa agrupación del “Gremio de cueros y cordibanes”, el que, el comienzo, se refería Benito Pérez.



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