Vista Medina
Titulo
Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa de las Ferias

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Plano de D. Gerardo Moraleja Pinilla de Medina del Campo.
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MONUMENTOS EXISTENTES

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20 - CONVENTO DE SANTA MARÍA LA REAL DE DUEÑAS. Hubo en este mismo sitio un antiguo convento de canonesas premostratenses, titulado de Santa María de los Huertos, cuya fundación debió de ser coetánea de la de San Saturnino (28R), a principio del siglo XIII. Dos siglos después, cuando el infante medinense D. Fernando fundó, cumpliendo los votos de su padreel rey D. Juan I, el convento de San Andrés, de la Orden de Santo Domingo, parece que abrió el propósito de fundar otro de Dominicos, y al distraer su atención los asuntos más graves de la Regencia de Castilla, primero --a la muerte de su hermano Enrique III-, su elección para rey de Aragón después, y por último su prematura muerte en 1416, su viuda la reina Dª. Leonor, apenas vióse libre de su obligada permanencia en Aragón, volvió a su villa predilecta. Medina, poniendo en ejecución el propósito de su difunto esposo, el año 1418. Tenia su palacio cabe el convento de Santa María de los Huertos, y cedió la mayor parte del mismo para albergue de la nueva comunidad de Dominicas, a la que se agregó fundiéndose en ellala antigua de Premostratenses. Hizo más Dª. Leonor: en 1430 tomó el hábito de religiosa juntamente con cuatro Dueñas de su palacio, y aquí murió el 16 de diciembre de 1435, siendo enterrada bajo el magnífico coro.

Escudo Oficial de Medina del Campo
Escudo Oficial de Medina del Campo

La fábrica actual no es la primitiva del palacio, pues sufrió un incendio que lo destruyó casi por completo. La munificencia de los Reyes Católicos ayudó a su restauración y de ello es prueba el escudo con el lema "Tanto Monta" que vemos en el pórtico de la iglesia. El artesanado del coro es la obra maestra del convento que, como fundación Real, lleva el título y tuvo en sus tiempos espléndidas gabelas. En el mismo profesaron vástagos ilustres de las más linajudas familias medinenses: Morejones, Quintanillas, Tarsis... cuyas virtudes encomian a porfía Ossorio y Ayllón. En el mismo están enterrados varios nietos de Dª. Leonor y su cuarta nieta Magdalena, infanta de Navarra, que entregada en rehenes a los Reyes Católicos, murió doncella en mayo de 1504. También lo está Dª. Inés de Escobar, en quien tuvo origen la dinastía de los Duques de Villahermosa, rama bastarda de D. Juan II de Aragón, que tiene por tanto aquí su estirpe.

a) Con muy justificada razónda nombre a la calle vecina Dª. Leonor, pues nadie la ha ganado en medinismo y a nadie debe más nuestra villa. FueDª. Leonor Urraca --lo diré con palabras de la "Crónica de Enrique III" por Pedro Barrantes Maldonado, cap. primº-- "una señora doncella, condesa de Alburquerque, hija del conde D. Sancho, hijo del rey D. Alonso y de Dª. Leonor de Guzmán, hermano del rey D. Enrique el Bastardo, y era en aquella sazón esta señora la más bien heredada que se hallaba en España, a quien llamaban la Rica hembra, porque era señora de las villas que angor diremos: de Haro, de Briones, de Cerezo e de Belfarado, de Alburquerque e de la Ledesma con las cinco villas, de la Codosera, de Zagala, de Alconchel, de Medellín e de la de Alconetar, e dióle el rey D. Juan su primo hermano las villas de Villalón e Ureña" Y porque era codiciada de muchos por esposa, "los caballeros que estaban en la corte acordaron que por ser éste el mejor casamiento en España, de casar esta señora con el infante D. Fernando hermano del rey, y digéronlo a entrambos y hongáronse de ello e desporáronse luego". Habiendo concedió por testamento el rey D. Juan I a su hijo el infante D. Fernando el señorío de Medina, aquí vivieron habitualmente, si bien el Infante se ausentó con frecuencia, sobre todo cuando, ya gobernador del Reino, hubo de emprender la guerra contra los moros que dio por resultado la conquista de Antequera. Aquí nacieron sus numerosos hijos: D. Alfonso, D. Juan --reyes de Aragón--, los infantes D. Enrique, D. Sancho, D. Pedro y las infantas Dª. María y Dª. Leonor --Reinas respectivamente de Castilla y de Portugal--. Fue pues, Dª. Leonor, reina, madre de dos reyes y dos reinas, y tan amante de Medina, que volvió a esta tierra cuando hubiera podido vivir en Aragón con la dignidad de Reina viuda y madre del Rey. En posesión de este señorío, dio a Dª. Leonor en 1421 las primeras ordenanzas de Ferias, y entonces comenzaron a ser motivo de extraordinario acrecentamiento de la villa. Las revueltas que provocaron sus hijos contra el rey D. Juan II --su yerno-- fueron causa de que "éste le rogara que porque se quitasasen algunas sospechas que della se tenían de hablas e tratos que se decía tener con ella el rey de Navarra e los infantes sus hijos, que estuviese algunos días en el monasterio de Santa Clara de Tordesillas, e que estando allí cesarían todas estas sospechas, e que por ello se perdería cosa alguna que su estado ni hacienda... A la Reina pesó mucho de esto, temiendo que si una vez en el monasterio entraba, no se daría lugar que donde saliese; e al fin hubo de entrar en el monasterio". Así lo dice la "Crónica de Juan II" por Fernando Pérez de Guzmán, año XXX, cp. VIII, La intercesión de su otro yerno el rey de Portugal hizo que saliera no tardando y que volviera a su predilecta mansión de Medina, sin cesar de procurar, pro bono pacis, la frustrada conciliación de Juan II de Castilla con su hijo el homónimo de Navarra. Aquí, por fin, vivía, ya religiosa en Santa María la Real, cuando supo la nueva fatal del desastre marítimo de Ponza, agosto de 1439; la armada aragonesa fue derrotada por la genovesa, quedando prisioneros sus tres hijos. los reyes de Nápoles y Aragón y el infante D. Enrique. Tal noticia sumióla en profunda tristeza, y antes de conocer la pronta liberación de los cautivos, bendecida del pueblo y transida de dolor, expiró en diciembre del mismo año.

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21 - PARROQUIA DE SANTIAGO EL REAL, antigua IGLESIA DE JESÚS Y COLEGIO DE LA COMPAÑÍA. Éste fue fundado en 1557 por Pedro Cuadrado y su mujer Dª. Francisca Manjón, cuyas estatuas orantes de alabastro se ven en el muro de la capilla mayor, lado del Evangelio, sobre su sepulcro, en la inscripción correspondiente. La venida de los PP. de la Compañía de Jesús a Medina fue patrocinada primeramente por Rodrigo de Dueñas el 18 de marzo de 1555 en que le expresa su gratitud y le brinda condicionalmente el título de fundador que, sin embargo, fue otorgado por el P. Laínez a Cuadrado --cuñado de Dueñas-- n 1 de agosto de 1557, aceptando la donación de 200.000 maravedises de renta anual. Lo confirma el P. Rivadeneira en la "Vida de San Ignacio", diciendo: "Al colegio de Medina del Campo dio principio Rodrigo de Dueñas, a quien Dios había dado gran devoción de ayudar con sus muchas riquezas todas las obras pías y de caridad; el cual, habiendo tratado y comunicado familiarmente a los padres Pedro Fabro y Antonio de Araoz, y movido por su conversación y ejemplo, pidió para su consuelo y para provecho de aquella villa (cuyo vecino y morador era) alguno de los nuestros... El año de 1551 fueron los nuestros para fundar el Colegio de Medina, el cual después edificaron y dotaron con buena renta Pedro Cuadrado y Dª. Francisca Manjón, su mujer, personas ricas y muy religiosas y devotas".

Iglesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo
Iglesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo

En otro lugar (169) dijimos la protección que mereció de la villa este Colegio, que también protegieron algunos particulares. El año 1672 fue en parte destruido por un incendio, y en las cuentas de Propios figura la partida de 4.000 reales librados para ayudar a su reconstrucción.

a) PEDRO CUADRADO, el afortunado medinense que favoreció a su villa con tan espléndida fundación, fue uno de los muchos que, en sus años mozos, macharon a Flandes, servidores de Marte los más, y Mercurio los menos. Cuadrado fue de los segundos y con suerte tan propicia que en pocos años adquirió cuantiosa fortuna, que se apresuró a invertir. Tal útilmente, en la villa que le vio nacer. Nosotros no podemos menos de aplaudir el gesto y de bendecir su memoria, aunque tal vez los flamencos tuvieran motivos suficientes para poner en entredicho la legitimidad de tan rápido enriquecimiento. Que fue limosnero, aún en medio de los negocios, lo testifica el citado P. Rivadeneira al decir que, estando Cuadrado en Amberes (ayudó a San Ignacio cuando iba a recoger limosnas entre los mercaderes españoles para el sontenimiento de la Compañía que entonces fundaba; por lo cual le anunció proféticamente que había de fundar un Colegio en su patria. "Vuelto a España Dice Ossorio, pág. 311-- casó en esta villa con Dª. Francisca Manjón, una señora muy principal, de un linaje muy noble de esta villa; los cuales no tuvieron hijos, y como eran tan conformes y cristianos, y de gran caridad y virtud, les inspiró el Señor para que fundasen el colegio d la Compañía de Jesús, para lo cual compraron muchas casas y suelos para hacer su fábrica como al presente está, que es de las mejores de esta provincia, con renta suficiente; en el que tienen su entierro muy suntuoso en medio de las capilla mayor; dejó de renta a los patronos que iba llamando con una condición: que el día de San Pedro en julio, que es la advocación del Colegio, los Padre, en la Misa Mayor, al tiempo del Evangelio, salen seis de ellos, uno, el más antiguo lleva una vela blanca grande y un año la pone en la imagen de Nuestra Señora, que es muy devota, y está en el altar colateral de mano derecha, y otro año, Alternative, de la misma manera, al patrón que es o fuere; y es cosa muy honrada y de gran autoridad para doña Francisca Manjón, que fue fundadora junta con el dicho Pedro Cuadrado, su marido. Dejó patrona a esta santa imagen con otra tanta renta como dejó su marido a sus patronos... Tienen los Padres en este Colegio muy principal estudio, donde con la ciencia juntamente enseñan mucha virtud".

Creemos no aventurar el juicio afirmando que esta señora sería de la familia del primer abad, D. Alonso Rodríguez Manjón, señor de Peñaranda, y de D. Diego Manjón, almirante de los mares del Brasil.

b) Del Colegio de Jesuitas --Teatinos eran llamados entonces-- salieron medinenses que honraron a su patria con su virtud o con su saber, llevando su nombre a muy lejanas tierras. Mencionaremos a los siguientes:

EL P. HERMANDO SUÁREZ DE LA CONCHA, nacido en Medina en 1528, y muerto en Méjico en 1608, a los ochenta años de edad, de los que pasó veinticinco consagrado a la evangelización de la Nueva España. Ingresó en la Compañía a los treinta años, y a os cuarenta y cinco, cuando otros ya piden y buscan una jubilación o un retiro para pasar el atardecer de la vida en el quieto y pacífico disfrute de una saneada hacienda o administrando sagazmente achaques más o menos auténticos, el P. Suárez de la Concha encontró en su espíritu bríos y ánimos bastantes para trasladarse al Nuevo Mundo y allí proseguir el fervoroso apostolado que con tanto fruto había ejercido en su patria. Entre los indios se hizo todo para todos a fin de ganarnos para la verdadera fe. Ossorio, que pudo conocerle, y de seguro trato a los que le conoscan, dice: "Ejercitábase en muchas obras de caridad , como era visitar a los hospitales, consolando a los pobres y remediando muchas necesidades con su industria y diligencia, haciendo amistades con todo género de gentes; acudían tantos a valerse de él para todas ocasiones, que no le dejaban un punto; tenía tales razones y palabras tan eficaces que a todos convencían, y así no emprendía cosa, por ardua y dificultosa que fuese, que no saliese con ella; tenía un amor y paz en su rostro y palabras tan suaves que a toda la ciudad de Méjico donde residía y todo su contorno, tenía en su mano pasa salir con cuanto intentara... Su trato era con la gente más pobre y abatida; base el corazón tras de ellos; visitaba las cárceles muy a menudo; pedía limosna para los presos; en las visitas generales que hacían los Virreyes hallábase en ellas para volver con los pobres...; finalmente, en todo fue muy ejemplar y por estas virtudes le tenían todos por santo, y con ese nombre pasó de este mundo a la vida eterna, haciendo gran sentimiento toda la ciudad de Méjico". Su muerte acaeció el 1 de octubre.

Hermano de éste P. Hernando fue Baltasar Suárez de la Concha, que tuvo la fortuna de casar con una hermana de la Gran Duquesa de Florencia, como premisa para ser después Bailío de la Orden de San Esteban, con cuyo cargo dispensó con la largueza toda suerte de dádivas y mercedes. A él dedicó Cristóbal Suárez de Figueroa la traducción de la tragicomedia El Pastor Fido", de Battista Guarino.

Capilla mayor de la iglesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo
Capilla mayor de la iglesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo

c) Otro colegial medinense que dio brillo y esplendor a su patria en el extranjero fue el P. GREGORIO DE VALENCIA, ilustre polígrafo que nació el año 1539. Cursados los primeros estudios en este colegio y los superiores en Salamanca, fue mandado, de orden de S. S. Gregorio XIII, a profesar a la Universidad de Igolstad en Alemania. Era a la sazón muy crítica la situación reliosa en Alemania. La heregía de Lutero cundía y se extendía sin cesar. Hasta el mismo emperador Fernando, que algunos le tienen como medinense -aunque se considera más cierto que nació en Alcalá de Henares-- llegaron insinuaciones para atraerle sagazmente a la nueva secta, las que rechazó con aquella su conocida frase: "--Jamás satisfaré vuestro deseo, porque me precio de haberme criado entre los rancios cristianos viejos de Medina del Campo". Para sostener, pues, a los espíritus vacilantes y detener a los que se inclinaban a las nuevas y hagaladoras doctrinas, se necesitaban hombres de talento, de ciencia y de fe arraigada. El teólogo medinense fue uno de los escogidos, y que cumplió como bueno su delicada misión lo acredita la siguiente inscripción, fijada para constante recuerdo de su paso por Ingolstad, y que traducida del latín al castellano dice así: "Gregorio de Valencia, de la Compañía de Jesús español y natural de Medina del Campo, doctor en sagrada Teología y uno de los primeros teólogos en su tiempo, deseado con vehemencia en París, solicitado mucho tiempo por Esteban, rey de Polonia; honor esclarecido de esta Academia, donde residió por espacio de ceinticuatro años, después de haber enseñado por dieciséis continuos Teología con gran aplauso y fruto de sus oyentes, y con una extensión fecundísima de erudición, y despues de haber entretanto convatido valientemente, y siempre con victoria, en todo género de controversias reliosas contra muchísimos herejes con multitud de libros que dio a luz, y de haber ilustrado toda la Teología escolástica con una obra memorable comprendida en cuatro tomos e comentarios; habiendo adquirido gloria inmortal de su nombre, fue llamado a Roma de orden de sus superiores. Y habiendo vivido allí por algún tiempo, parte siendo profesor de sagrada Teología, parte en el empleo de primer prefecto de los estudios en el colegio de la Compañía, finalmente, quebrantado de los continuos viajes y consumido de una inveterada enfermedad, para vivir siempre, acabó su vida en Nápoles, a donde se había retirado con motivo de restablecer su salud a 25 de abril de 1603, y a los sesenta y cuatro años de edad".

Del P. Valencia dijo Ayllón, cuya autoridad patrocina también lo que antecede: "En los comentarios que escribió sobre Santo Tomás, dijo el P. Rivadeneira que tembló el estilo de manera que explicando a un mismo tiempo la sólida y profunda doctrina del Santo, cortó muchas y espinosas sutilezas, transformó el modo de escribir escolástico, escabroso, en otro más fácil y elegante, así para traer más con este estilo a los católicos de Alemania a la lectura de Santo Tomás, como para suavizar a os herejes, quitándoles el horror que habían concebido contra la doctrina del Santo".

"Era tal su elocuencia y la dulzura de su expresión, que hasta los mismos contrarios, con quienes iba a combatir, gustaban oírle y le oían atentamente. Al cabo de dos o tres años, le llamó su Santidad a Roma para que le informase de los progresos que se iban haciendo en la conversión de los herejes, y después de haber tenido el gusto de oírle, volvía a enviarle bien provisto de todolo necesario para el viaje... En la Compañía, tan copiosa de hombres eminentes, era tenido por uno de los principales doctores, como lo acreditan las muchas y selectas obras que escribió, para las cuales mereció que Clemente VIII le honrase con el título de Doctor de Doctores, como lo refiere Adamo Sontzem, Política, lib. V. cap. I. Fue también el que sostuvo a nombre de su Religión en las célebres congregaciones de "Auxiliis, que se sostuvieron delante de la Santidad del precitado Pontífice y de Paulo V, la doctrina de la Ciencia media, contra la opinión del P. Báñez, dominico, otra antrocha no menos resplandeciente que ha bañado de honor a esta su patria, en cuya ocasión se vio el prodigio de manifestarse diametralmente opuesto en su modo de sentir dos paisanos, sin que esta guerra intelectual rompiese el vínculo de la caridad que en sus corazones había engendrado su común madre".

"Como la salud del P. Valencia Se hallase muy quebrantada y desfallecida por sus continuos trabajos que el acarreaban su infatigable estudio y el ímprobo trabajo de las disputas que por tantos años había sostenido, enfermó dos veces durante esta pública palestra, y le fue preciso retirarse a tratar de su convalecencia, pero no habiendo podido restablecer de la segunda, murió en Nápoles, a donde había pasado a gozar de la benignidad de su temperamento..."

Las obras escritas por este jesuita medinense forman un largo catálogo abarcando todas las ramas de la Teología y Filosofía, escolásticas, particularmente los artículos de la fe más controvertidos en aquellos tiempos de la Reforma.

N. Hemos dicho que algunos suponen y llaman medinense al emperador Fernando, hermano y sucesor de Carlos V. y prueba de esta tradición --errónea en cuanto al nacimiento, pero no en cuanto a la crianza-- es lo que sigue, copiado del auto consistorial de 27 de septiembre de 1673: "... haber sido (Medina) Corte desde el Sr. Rey SD. Alonso el 6º hasta el emperador Carlos V, cuna de muchos Reyes, principalmente de D. Fernando de Aragón y D. Juan de Navarra, padre y abuelo del catolicísimo rey D. Fernando, y del Sr. Emperador D. Fernando el primero".

El texto latino de la lápida fijada en la Universidad de Ingolstad, como recuerdo del P. Valencia, es el siguiente: "Gregorius de Valencia, E. Societate Jesu, methimmensis hispanus, Sacre Theologiae Doctor, inter theologos si temporis nulli secundus, Parisiis vehementer expetitus, a Stephano Rege Poloniae diu postulatus, preclarum hujus Academiae decus, in qua annos viginti et quatuor conmoratus, cum Theofoecundissimaque eruditonis propagine docuisset, atque interin in omni controversiarum Religionis genere contra hereticos quina multos compluribus libris editis nunquan non victor egregie dimicasset, unibersamque ScholasticamTheologiam quatuor conmentariorum tomis conmemorabili opere illustrasser, inmortalem sui moninis gloriam aduptus, anno milessimo quingentessimo nonagessimo octavo superiorum suorum voluntate Roman advocatus est. Cumque illic partim Sacrae Theologiae proferor, partim supremus in Collegio Societatis Studiorum moderator aliquandiu classisimus vixisset, demun assiduis laboribus fractus et inveterara consumptus egritudine, Neapoli, que valetudinis causa concesserat, e vivas, semper viturus, excessit. Vigessima quarta die aprillis anni MDCIII, aetatis suae sexaginta et quatuor".

d) LOS ACOSTA

N. Somos deudores al P. León Lopetegui, en su documentadísima obra "E. P. José de Acosta y las Misiones", de buena parte de estos apuntes biográficos, referentes a esta familia, y a ella remitimos al lector que quiera corroboración o ampliación de datos.

Adictísima cuan ninguna otra se mostró a la Compañía de Jesús una familia medinense, la de Antonio de Acosta, mercader bien acomodado, oriundo, a lo que se cree, de Portugal y no de rancia cristiandad. Por dos cédulas reales archivadas en Simancas (Cat. X, pp. 50 y 53) se sabe que por los años 1556 a 1560, fue recaudador mayor de los puerros secos de Aragón y Valencia, lo que abonaba su sólida solvencia. Así pudo prestar su ayuda económica a los primeros fundadores que vinieron a ésta --PP. Naval, Borja, Torres, Araoz, Bustamante-- hospedándoles en su casa que estaba próxima a laque alquilaron provisionalmente, y dándolesuna huerta contigua. Diosle pagó en bienes de orden más elevado, porque cinco de sus hijos fueron jesuítas (uno de renombre universal); otro distinguido hombre de armas, y dos de sus tres hijas monjas. El mismo mereció la distinción otorgada por San Francisco de Borja de poder vivir en el Colegio que eligiera, como uno de tantos, pues manifestó deseos de entrar en la Compañía, y al morir fue sepultado con su mujer, Ana de Porres, en la iglesia de la Casa Profesa de Valladolid.

Los hijos jesuítas, por orden descendente de edad, pero no de profesión, fueron: Jerónimo, Cristóbal, Diego, Bernardino y José.

"Cristóbal, que no hay que confundir con otro de su mismo nombre y apellido, misionero de las Indias Orientales, fue muy enfermizo y de escasas dotes intelectuales, pero loque después de varias consultas sobre su capacidad para ordenarse, quedó como Hermano coadjutor y murió joven aún". Lopetegui, l, c., p. 13.)

Del mayor, Jerónimo, dice Ossorio, pág. 199: "Jugó cañas en esta villa muchas veces, y siendo de buena edad al cabo de ella, le llamó Nuestro Señor a su santa Compañía y aunque entró en ella tan hombre, se dio a los estudios tanto, que fue de los únicos predicadores que tuvo su Religión y mereció bien el jornal que el padre de familia dio a los que vinieron tarde; predicó muchos años en la ciudad de Valladolid y en esta villa y en las mejores ciudades de su provincia".

"Del P. Diego Acosta (Lopetegui, p. 14) se puede decir que apenas se oyen sino elogios en todos los escritos que tratan de él. Fue insigne teólogo y superior. Llamado a Roma por le P. Láinez con otros varios jóvenes españoles que descollaron por su talento en los colegios de la Península, fue profesor de casos de conciencia y de Filosofía en el Colegio Romano, aún antes de ordenarse de sacerdote, con gran satisfacción de sus superiores. Comenzado ha Acosta a hacer sus lecciones y agrada a todos su mucho ingenio, viveza y prontitud, exclama el P. Salmerón en carta a Nadal del 28 de septiembre de 1561. Fue luego profesor en Nápoles, primer rector del Colegio de Turín, donde se ganó la confianza del Duque de Saboya, y enviado a Amberes a atender espiritualmente a la colonia española como predicador, no menos que a la guarnición del castillo. Allí dejó gratísimo recuerdo de su breve paso de dos años (1568-1570). Su deseo de fundar una casa permanente de jesuítas en aquella ciudad fracasó por entonces ante la intransigencia del Duque de Alba, por más que éste no dejó de aprovecharse en más de una ocasión de la prudencia y solidad de su juicio. Fue superior de los escasos jesuítas de aquella metrópoli, con instrucciones del P. Nadal".

"Vuelto a España a causa de su salud, fue predicador en Burgos, nombrado luego profesor de Teología en la Universidad de Osuna cuando el Duque de aquella ciudad trató de encomendarla a la Compañía, pero no llegó a desempeñar este cargo; predicador en Granada, rector y prepósito en Sevilla y, últimamente, vuelto a la cuarta Congregación General, a la que asistió en Roma como elector de Andalucía, nombrado Provincial...".

Continuó ocupando puestos de confianza y relieve hasta su prematura muerte ocurrida en Ciudad Real el 21 de junio de 1585.

El P. Bernardino, después de ocupar cargos importantes en Logroño y Cádiz, marchó a Méjico donde desplegó su celo apostólico en colegios y misiones hasta su muerte ocurrida el 29 de mayo de 1615, cuando frisaba en los ochenta años.

Eclipsó a todos sus hermanos y brilló como astro de primera magnitud en el cielo esplendoroso de la España del siglo XVI el menor, P. JOSÉ DE ACOSTA.

Además de otras muchas obras que incidentalmente estudian la eminente personalidad del P. Acosta, dos los han hecho de un modo especial y sistemático: una, "El P. José de Acosta y su importancia en la literatura y científica española" por D. José R. Carracido, Madrid, 1899; y otra la ya anotada del P. Lopetegui, en que estudia particularmente la actividad del P.Acosta en su aspecto misional. Esta última, publicada en 1942 bajo el patrocinio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, corrige algunos errores biográficos a base de copiosa e incontrastable documentación, y estudia detalladamente las ideas fundamentales que el misionero medinense vertió en su obra "De procurada Indorum sakute",

Nació el más célebre de los Acosta a primeros de octubre de 1540, y a los once años y once meses fue admitido a la Compañía de Salamanca pasado un mes regresó a Medina donde hizo el noviciado y cursó gramática por espacio de cinco años, patentizando una precocidad extraordinaria. A los trece años declamó maravillosamente cierta poesía en una función del Colegio, arrebatando al auditorio. Al año siguiente compuso una comedia de Navidad que hizo representar con general aplauso, como poco después la historia de José y la tragedia de Jefté. Es casi seguro que San Juan de la Cruz, dos años más joven y alumno también del Colegio, sería protagonista en estas representaciones.

Prosiguió estudiando humanidades cuatro meses en Lisboa, cinco en Coimbra, un año en Valladolid y siete meses en Segovia, donde asombró al auditorio que llenaba la catedral en su acto público celebrado en ella, exponiendo con inusitada brillantez los fines pedagógicos que perseguía el Colegio que inauguraban. Y solo contaba con 19 años.

Con tal bagaje humanístico pasó en el otoño de 1559 a la ciudad de Henares a cursar Filosofía y Teología. Allí permaneció el periodo 1559-1567 con pleno desenvolvimiento y maduración científica, adquiriendo el Colegio de la Compañía tal predicamento, en honrosa competición con la Universidad, que ésta intervino con censuras eclesiásticas para impedir que su esplendor fuera eclipsado por el de los colegios. El entonces hermano Acosta dio el máximo lustre al suyo, no obstante que una afección crónica al pecho, con fiebre continua en ocasiones, le restaba no pocas fuerzas.

Dos años de profesor de Teología en ocaña y otros dos en Plasencia cimentaron el alto concepto que de él tenían formado sus superiores, de tal modo que en 1569, San Francisco de Borja, general entonces de la Compañía, pensó llevarle al Colegio Romano para sustituir al sapientísimo P. Toledo que iba a ser promovido al cardenalato. El intento no se consumó porque el P. Acosta manifestó su vocación misionera y el deseo de ser enviado a evangelizar a los indios. Obsecuente Borja con este fervoroso anhela de nuestro paisano, le envió al Perú "para lector y predicador, que es de los buenos que tenemos en España", como escribió el mismo San francisco al Provincial de aquellas regiones americanas.

El 8 de julio de 1571 se hizo a la vela para América, llegando a Lima el 17 de abril del año siguiente. A los ocho meses de su llegada era informado San Francisco de Borja que el rector de Lima de que había acertado en la elección: "Oyenle con tan grande aceptación que han dejado a todos los predicadores buenos que aquí había, así de casa como de fuera, y aunque predicase tres veces al día no se cansarían de oírle, según el amor que le han cobrado". Cuzco, La Paz, Arequipa, Chuqisaca y Potosí fueron los principales escenarios en que ejerció su fervoroso apostolado, desempeñando sucesivamente los cargos de rector de Lima y de Provincial; cargo este último que le obligó a continuos desplazamientos que sirvieron adecuadamente a su talento observador para acumular los conocimientos que condensó en sus dos obras más conocidas: "De procuranda Indorum salute" e "Historia Natural y Moral de las Indias". De la primera dice el aludido P. Lopetegui, pág. 230: "La obra lleva el sello de su época, en cuanto a la forma literaria y el espíritu que a anima, porque solo entonces se dio tan unión de todas las fuerzas sociales en pro de la wevangelización... Al mismo tiempo reviste un auténtico sello hispanoamericano. Imposible reunir el conjunto de condiciones reveladoras del tstigo ocular en quien no estuviera familiarizado con aquel ambiente físico y moral retratado incensantemente en sus sugestivas visiones. Imposible , sobre todo, la seguridad tranquila y confiada de las soluciones, sin haber vivido la épica realidad del misionero, discutiendo sobre el terreno los medios más eficaces de éxito con los veteranos de primera línea, y mandado algún tiempo las huestes evangelizadoras".

La primera edición de estsa obra salío en Salamanca a fines de 1588, reimprimiéndose en la misma ciudad en 1589 y 1595. Otra edicción apareció en Colonia en 1596, sin contar las aparecidas en los siglos posteriores.

Si no más interesante, más universalmente conocida es la "Historia Natural y Moral de las Indias", cuya primera edición apareció en Sevilla en 1590, escrita en lengua latina, vertida poco después al castellano y al francés; en 1598 al alemán y sucesivamente a las demás lenguas de la Europa Occidental. Describe en ella el carácter físico y moral de los aborígenes, con noticias muy interesantes de sus ritos, costumbres y leyes; analiza las condiciones climatológicas del país, su fauna y su flora; planea el problema de cómo es posible que haya en América animales que no hay fuera de ella, y viceversa, afirmando que los animales, guiados por su instinto, han emigrado, cuando han podido, a climas y regiones las más adecuadas a su condición; defiende la unidad de la especie humana, no avergonzándose de considerarse humano de los indios más salvajes; y supone que la población de Indias pudo llegar allá procedente de otros continentes que él, antes de descubrir el estrecho de Behring, adivinó que debían estar en alguna parte cercana entre sí. El sabio americanista alemán Hubolt tributa merecidos elogios sal Padre Acosta, considerándole como el primero que intentó metodizar con carácter científico la cosmografía y la historia natural de aquellas nuevas tierras, y admirándose de que en el siglo XVI hubiese cultivado estudios de meteorola y geofísica, apenas iniciados en Europa a fines del XVIII. Elogió igualmente encomiástico mereció el P. Feijóo, que dijo: "El P. Acosta es original en su género, y se le pudiera llamar con propiedad "el Plinio del Nuevo Mundo. En cierto sentido hizo más que Plinio, pues éste se valió de las especies de muchos escitores que le precedieron, con él mismo confiesa. El P. Acosta no halló de quien transcribir cosa alguna. Añádase a favor del historiador español el tiento en creer y la circunspección al escribir que faltaron al romano" La leyende negra que que tanto ha motejado y zaherido a los españoles por supuestas o reales faltas cometidas en la colonización de América, adoptó otro procedimiento en el caso de nuestro eminente compatriota, como lo hizo Bry, quien incluyó el texto latino de Acosta, sin mencionarle, en su " Colección de Grandes Viajes", Con reconocimiento o si él, es de los autores españoles más conocido en el extranjero; así, el célebre historiador italiano César Cantú, en el primer tomo de su voluminosa "Historia Universal", solo cita a cuatro españoles, uno de ellos, Acosta.

Otras actividades desplegó Acosta, de singular relieve y provecho. Una, su actuación de principal propulsor del Concilio celebrado el Lima bajo los auspicios del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo. Otra, la composición de los catecismos que otros padres tradujeron a las lenguas quechua y aymara, las más generalizadas entre aquellos indígenas, laborando incansablemente para que se dieran a la imprenta; correspondiéndole también el honor de haber contribuido en primera línea al establecimiento en Suramérica de la invención de Gutenberg.

No debemos silenciar los pasos dados por el gran medinense a su regreso a España, precisasmente los que sirvieron para que algunos historiadores le hayan querido enfrentar, sacando las cosas de quicio, contra su propia Orden. A fines de mayo de 1586, se embarcó a el Callao para Méjico, y en distintas ciudades de Nueva España permaneció por espacio de un año dedicado con frecuencia al misterio de la predicación y al estudio apasionado de las costumbres de los indígenas y de los mismos fenómenos naturales. Allí se entrevistó con su hermano Barnardino, rector del colegio de Oaxaca. En la primavera de 1587 se trasladó a La Habana y allí se embarcó, llegando a Sanlúcar a fines de septiembre. En Madrid se granjeó el favor y estima de Felipe II al comunicarle, en interesantísimas entrevistas, los variados aspecto de su aguda penetración observó en América; y el mismo Nuncio y los señores del Consejo de Indias le oyeron con el mayor interés. En el otoño de 1588 estuvo dos meses en Roma, mereciendo la mejor acogida por parte del Papa, del P. Aquaviva, general de la compañía y de las más eminentes personalidades. Volvió a España con el nombramiento de visitador de Andalucía, Tal vez entonces fue cuando conoció estados íntimos de su Orden que le impulsaron a gestionar y obtener del Papa y del Rey el apoyo necesario para reunir la quinta Congregación general de la Compañía de Jesús, contra la voluntad expresa del P. Aquaviva, para promover una reforma en la Orden. La Congregación se celebró, pero el resultado fue muy distinto del soñado por el jesuíta medinense, a quien no faltó, en aquel momento delicado, la virtud suficiente para mantenerse en actitud sumisa y observante. Continuó, pues, consagrando al misterio de la predicación que habría de ejercitar sentado, si creemos a Ayllón, pues su obesidad le inhabilitaba para hacerlo de pie; y a poner en orden sus nuevos escritos, tales como, "De Chisto Revelato", "De Temporibus Novissimis", "De Natura Novi Orbis" y "De Promulgatione Evangelii". Todavía mereció de sus superiorees un cargo de confianza, cual fue el de rector del Colegio de Salamanca, dejándole aún margen de tiempo para componer un libro de pláticas y sermones y otro sobre los salmos. Al terminar su trienio de rectorado, falleció en la misma Salamanca el día 15 de febrero de 1600 a los cincuenta y nueve años de edad.

N. El benjamín de la familia Acosta, Hernando, también sobresalió en la milicia. Estuvo como soldado en Italia; fue capitán en los disturbios promovidos en Aragón por la causa del famoso Antonio Pérez; jefe de artillería en Flandes por el año 1583; teniente general en la rebelión de los moriscos de Granada, dando en aquella ocasión pruebas patentes de cordura y discreción al tratar de dispersarlos por la Península, según refiere Ossorio, pág. 285, quien da así cuenta de su muerte: "Viniendo a la Corte a besar la mano de S. M., estando en Alcalá de Henares, traía consigo un soldado, sobrino suyo, vestido de un color con pasamanos de oro, y él venía vestido de negro, como siempre anduvo, y allí le sucedió un caso harto lastimoso, que un alguacil incosiderado denunció el vestido del sobrino. Y el capitán su tío, con la cordura que siempre tuvo, lo procuró remediar. Fue el alguacil tan poco cortés que no lo pudo acabar con él, y como fue siempre tan compuesto y no se quiso vengar como pudiera, se fue a la posada y se sentó en la silla, y el disgusto y el mohín que traía pudo tanto que le acabó la vida, quedándose muerto en la silla...". Ocurrió a principios de 1595.

e) "El P.GASPAR DE LOARTE, dice Ayllón, tiene por patria a esta villa, en la cual hizo sus primeros estiduos de gramática, y queriendo seguir las ciencias mayores pasó a la Universidad, donde las aprendió tan ventajosamente que se graduó de doctor en ellas, y hecho sacerdote siguió un método de vida verdaderamente devota, como pedía su estado, bajo la dirección del B. Juan de Ávila, por cuyo consejo, siendo ya de bastante edad, se entró en la Compañía de Jesús el año 1552. En Roma se dio a conocer a San Ignacio, no solo de visita, sino muy mejor en el buen modo de conducir en los restorados de Génova y Mesana. Tornado para España, acaba sus días en Valencia, año de 1578"

Alguna de sus numerosas obras ascéticas fueron traducidas al latín, francés e italiano.

f) "El P. FACUNDO LOZANO --seguimos a Ayllón-- fue natural de esta villa, en cuyo colegio de la Compañía de Jesús abrazó el instituto de esta sagrada religión, en la cual, siguiendo la carrera de las letras, llegó a enseñar con aplauso Filosofía y Teología, y con no menos aceptación ocupó el púlpito de varias ciudades de Castilla y Galicia. Asñi prosiguió trabajando hasta el dos de abril de mil setecientos sesenta y siete, en el cual fue llevado a Italia con todos los demás de su religión. Llegado a este Reino, se estgableció en Cesena, donde, ya por su presencia majestuosa, ya por la singular caridad que ejercía entre la gente popular, asistiendo a los enfermos en lo espiritual y temporal, se concilió, en el don de gentes que además le acompañaba, mucha veneración y estimación, no solo entre los prebeyos, sino también entre los cultos y literatos de aquella Universidad, quienes luego le conocieron, le trataron, con las mayores demostraciones de aprecio, calificándole por uno de los más doctos y eruditos en casi todas las facultades, como lo publicó y se lo escribió en una carta latina el Dr. Juan Bautista Parlanti, cuya copia se pone en la edición del "Compendio" de Paulo Zaquias, año de 1774. Los mismos testimonios y elogios le dieron el Padre Fr. Pridencio Antonio Sabatini y todos los de la Universidad de Cesana, que a plenos votos y por aclamación le dieron el grado de Doctor en Filosofía y Medicina, rehusando cualquier otro nuestro humilde e ínclito patriota, y admitiendo éste únicamente por el fin de curar por caridad a los pobres, como lo hiuzo hasta su muerte. Compuso un erudito "Compendio de la insigne obra de las Questiones Médico-legales de Paulo Zaquias", el cual luego que se publicó le acrecentó sobremanera su fama, porque en él se muestra a un tiempo jurisconsulto, canonista, teólog, crítico y sólidamente versado en varias ciencias".

g) E. P. CRISTÓBAL GARCÍA YÁÑEZ emuló los santos afanes de su hermano en religión y patria chica, el P. Acosta. Nació en 1573 e ingresó en la Compañía en 1592, aún antes de alcanzar el presbiterado, la obediencia le llevó al Perú y allí, en aquel vastísimo campo de operaciones, ejerció un fecundísimo apostolado misional y pedagógico, unas veces ordenado en cargos de responsabilidad, otras obedeciendo abnegadamente órdenes superiores, siempre en ministerio ininterrumpido de palabra y de pluma. Versadísimo en Jurisprudencia, escribió varias obras importantes entre otras una "Enciclopedia tatius juris, seu Argumentum operis, hoc est, coherens et acta sedes clavis scientiae et potestatis, juris naturalis, divini, gentium, Pontificis, Caesaris, Hispanici ac Americi, seu Novi Orbis". Fue elegido censor del Santo Oficio y enviado a Roma de Procurador general de las provincias jesuítas de América. Pasó los últimos años en Sevilla donde murió el año 1646.

h) Pues el colegio, "alma mater" de estos medinenses que pasearon e ilustraron el nombre de su patria chica por el mundo, tuvo un fin harto lamentable y obscuro. El enciclopedismo francés infiltróse en España y se sirvió del volteriano Conde de Aranda, ministro de Carlos III, para lograr la expulsión de la Compañía de los dominios de España. En la noche del 2 al 3 de abril de 1767 tocó a los jesuítas medinenses seguir la suerte de sus hermanos en Madrid, que en la noche del 31 de marzo fueron obligados a abandonar el Reino. El 5 del mismo abril se constituyó aquí la Junta municipal de ocupación de temporalidades de los Regulares extrañados --así se los llamaba-- y por Real Cédula dada el 19 de agosto de 1769 se ordenaba que el Colegio se aplicara para Casa de Pupilaje y pensión con aulas y habitaciones para maestros de primeras letras, latinidad y retórica, separándose para con pared divisoria del cuerpo de la iglesia, trasladándose a ésta la parroquia de Santiago, a propuesta del obispo de Valladolid, deviéndose a reducir la antigua parroquia a lugar profano, labrándose casas y otros edificios útiles y redituables a beneficio de la Fábrica de la misma parroquia, y que se colocara el escudo de armas reales a la puerta de la iglesia y Colegio.

Capilla Relicario de la ilesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo
Capilla Relicario de la ilesia Parroquial Santiago el Real de Medina del Campo

La nominada Junta de Temporalidades, para abrir boca, comenzó por vender la huerta y con su producto administrar lo restante. Ejecutada la pared divisoria de la iglesia y colegio, rellenando y macizando al efecto con barro y adobes las doce puertas y siete ventanas que había en la misma, se procedió a preparar la traslación, oyendo antes a la Junta de lefigreses que, sin embargo, de ser llamados "ante diem", con "citación" escrita a domicilio, y después de toque de campana, solo asistieron quince, más tres beneficiados; y aunque acataron respetuosos la Real Cédula, se atrevieron a oponer reparos, tales como el que eran pobres y si no había podido conservar en buen estado la antigua iglesia, que era pequeña, menos permitirían sus escasos recursos conservar la nueva tan suntuosa, que además solo tenía espadaña y ellos preferían torre por estimarla necesaria. Al fin, con manifiesta desgana, hubieron de allanarse y dar cumplimiento a la voluntad del Rey que quería se hiciese la traslación con pompa extraordinaria., como se hizo el 21 de octubre de 1770, domingo, saliendo procesionalmente el Santísimo e imágen del Patrono, concurriendo la mayor parte de la feligresía y crecido número de personas, sacerdotes, nobles y plebeyos, con disparos de diferentes voladores..., y para mayor obsequio y magnificencia estaba expuesto, al lado del Evangelio, el soberano monarca Carlos III, bajo de su dosel estampado en un lienzo muy vistoso... como protector y patrono de la misma parroquia". (Así lo dice el acta levantada, que juntasmente con el expediente, se guarda en el archivo provincial.) Es significativo que al acto no asistieran los tres más calificados: el corregidor, el abad y el vicario.

Tres días después el beneficiado mayor representaba al Consejo Real que la Fábrica no podía subvenir a los crecidos gastos de la traslación, y que de la aplicación de la antigua iglesia a casas redituables nada se sacaría, primero por ser pequeña y muy húmeda, y segundo porque había no pocas casas abandonadas y muchos vecinos apenas podían sostener la suyas ruinosas; y proponía como más hacedero y provechoso enajenar la ermita de San Lázaro y locales anejos del antiguo hospital, susceptibles de ser acondicionados para establos y casa de labranza, trasladando la imagen del Santo leproso, de tanta veneración popular, a la antigua y ya cerrada parroquia. Efectivamente, esta propuesta tuvo realidad en 1772, pero dieciocho años después la misma cofradía de San Lázaro hubo de trasladarse a la nueva iglesia de Santiago, porque la antigua se desmoronaba, no tanto por su vetustez cuanto por su pobreza.

Gracias al producto del desmonte y enajenación de la iglesia de Santa María de la Antigua (16R), agregada a ésta de Santiago, pudo la feligresía ver realizado su anhelo de tener torre, que fue levantada en 1799.

i) Al mismo tiempo que la Junta de Temporalidades, creóse la Junta de Estudios, integrada por regidores del Ayuntamiento, presididas ambas por un oidor de la Chancillería de Valladolid en funciones de comisionado. El celo de esta última fue estimulado por otra R. Orden de 5 de octubre de 1767 en que se acusaba a los expulsos de haber estancado la enseñanza de las Humanidades y provocado su decadencia. pues en sus colegios, más preocupaban el adelantamiento de los maestros que el aprendizaje de los discípulos, y se prometía que, encomendando tal enseñanza a nuestros seculares, florecía de nuevo la instrucción pública. Se procedió, pues, a instalar en el Colegio de Casa de Pupilaje y pensionistas con un preceptor dotado con 300 ducados y un repetidor con la mitad. Se convocaron oposiciones para cubrir la plaza de preceptor y acudieron seis opositores que comparecieron ante un catedrático de Salamanca, venido exprofeso. Traerían, de seguro, un buen bagaje literario, pero su provisión de otro orden fue tan precaria que la Junta acordó socorrer con 60 reales a cada uno de los cinco desairados para que pudieran regresar a su procedencia. Las ilustraciones forjadas con tan débiles fundamentos, vinieron, naturalmente, al suelo. La Casa del Pupilaje no pudo ser sustitutivo decoroso del Colegio que había formado a hombres cono San Juan de la Cruz y el P. Acosta, y que mereció la constante estimación popular, según vimos en otro lugar (169).

No mejoró con el tiempo; enpeoró a ojos vistas, según se desprende de la queja formulada por el procurador general en el Ayuntamiento del 11 de enero de 1783: "... dijo ser noticioso del desorden con que se procede en el Colegio que fue de los regulares expulsos... de modo que las ruina de sus paredes, suelos y tejados están amenazando, proviene sin duda de la extracción de materiales, rejas de hierro, maderas y demás, y falta de cuidado de los preceptores que lo habitan por el día...". Es natural que así no podía continuar el mentado Pupilaje, y debió desaparecer al poco tiempo, pues en 1786 encontramos que para cumplir lo mandado por la R. Cédula de 11 de mayo de ese año, sobre establecimiento de escuelas de hilaza de lana, el Ayuntamiento acordó "que el Colegio de regulares expulsos se habilitaran locales, así para las maestras como para las discípulas", sin mencionar para nada a la Casa de Pupilaje, de la que no he encontrado huella alguna posterior. Ni las mismas escuelas de hilaza creo que pasaron de proyecto, porque el mismo Concejo reconocía que la adquisición del indispensable menaje exigía gastos que no podía sufragar estando agotados los recursos de la construcción del Cuartel.

N. Lo sucedido en el Colegio de Medina no fue único ni exclusivo. Leemos en "De la Historia de Arévalo" por Juan José de Montalvo, t. II, pág. 66: "No reinó la armonía entre los nuevos habitantes del antiguo Colegio, que elevaron repetidas quejas a la Junta Municipal, motivada por el carácter de los convecinos y los abusos de las habitaciones, patios y jardín, dando lugar a continuos altercados entre los Maestros, a los que no fueron ajenos los escolares, entre los que tales ejemplos produjeron la relajación de la disciplina y la falta de adelanto de los alumnos de este Real Colegio".

j) La entrega definitiva del inmueble al Ayuntamiento fue hecha por el presidente de la Junta de Temporalidades con mucha solemnidad y aparato el 19 de mayo de 1772. En el acta correspondiente se hizo constar con detalles minuciosos el orden y distribución de claustros, corredores, aulas, capilla, biblioteca (de la que, así como del archivo, no se hizo entrega por estar cerrada y custodiada de orden superior para constituir una biblioteca pública que no llegó a funcionar), mesa de trucos, sala capitular y cocinilla de quiete, oficio humilde, cocina, refectorio, aposentos en número de 50 y jardín; de todo lo cual tomaron los regidores comisarios quieta y pacífica posesión, pero no de tres corrales con paneras, caballeriza, colgadizo, parajes, gallinero, palomar, lagar y bodega "por cuanto estos efectos se están subhastando como propios de dichas temporalidades". No es dable computar la cuantía de los bienes subastados, más sí se hizo constar en la sesión municipal de 11 de febrero de 1777 que los cuatro vecinos "más cuantiosos y descansados de la villa (Gregorio Amarelo, Manuel González, Manuel Alonso y Don Francisco Méndez) quisieron hacer posturas en la cantidad de 227.000 reales, y aun dándose ocho meses de término para el pago, no encontraron dinero que tomar a censo para poder satisfacer esta cantidas a S. M.".

No cabe duda que la fábrica del Colegio sería de análoga estructura que la iglesia, cuya solidísima arquitectura contemplamos, que aquél desapareció sin dejar más rastro que el solar. Tampoco nos han deslumbrado los destellos de sabiduría que despidieron los alumnos de la Casa de Pupilaje. En resumen: destruir es cosa fácil; construir no lo es tanto; y unque conservar lo creado no sea empresa de titales, Medina dejó desmoronarse material y moralmente esta creación de sus antepasados, que tanto la interesaba mantener en pie.

Contigua y en alguno de los corrales del Colegio que se le agregó, funcionó una fábrica de salitres, monopolizada a veces por el Estado y explotada otras por el Conde de Adanero, hasta el año 1830.

t) Para apreciar las obras de Arte que encierra la iglesia, cedemos la palabra al Sr. Agapito y Revilla en la obra ya citada: "Es de gran efecto el retablo (el mayor) y tiene aquella disposición y ordenada que hacían simpáticas las obras, porque se veían y gozaban de una sola vez, como decían los escritores clásicos del siglo XVIII. Fórmanle dos cuerpos principales de seis columnas cada uno, (las estrías de los fustes son rectas, a excepción de los primeros tercios que son espirales, en las del cuerpo inferior, de orden jónico; espirales en toda la altura del fueste en las del segundo, de orden compuesto), con entablamiento corrido y sin resalte alguno en su línea, que dejan entre sí tres amplios intercolumnios, con otros más estrechos en los extremos; aquellos contienen grandes relieves y éstos estatuas exentas; -- de los doctores de la iglesia latina: San Gregorio Magno, San Jerónimo, San Agustín y San Ambrosio--, en nichos o cajas planas terminadas en semicírculo; el gran recuadro del centro del segundo cuerpo donde están las sedentes imágenes de San pedro y San Pablo, también termina en arco de medio círculo. En el ático, ocupa el centro, como era de rigor, el Calvario, compuesto de las tres clásicas esculturas del Crucifijo, la Virgen y San Juan, dentro del cuerpo de arquitectura, con frontón curvo, que corresponda al compartimento eje del retablo, y sendas estatuas de los profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel en los cuatro pedestales de los extremos, o laterales... Los cuatro grandes relieves de los dos cuerpos principales, aparte el ya mencionado de San Pedro y San Pablo, representan la Anunciación y la Circuncisión en el cuerpo inferior; la Adoración de los Reyes y Jesús en el templo los del segundo cuerpo".

"El basamento del retablo tiene cuatro relieves apaisados --figurando las virtudes cardinales--, correspondiendo a las zonas extremas. El conjunto va asentado sobre un zócalo muy moldurado, con caprichos y adornos. El retablo, por la descripción, y mejor, el grabado, puede suponérsele importante, y se le ha comparado con el mayor de la actual parroquia de San Miguel de Valladolid (antes San Ignacio, iglesia, como ésta de Santiago de Medina, del PP. Jesuítas), y, en efecto, son casi idénticos en disposición y en detalles, aunque por la proporción de anchos y altos resulte más esbelto el de Valladolid... Cierto es de toda evidencia que ambos retablos, el de Santiago de Medina y el de San Miguel de Valladolid, son repetición uno de otros, y al decir repetición y no copia, desde luego quiero decir que los mismos artistas trabajaron los dos... Quitando de éste los apóstoles de los nichos laterales, el San Miguel y las estatuas de encima del tabernáculo, llevadas del San Miguel antiguo, y el de Santiago, el titular de su fea hornacina, están hechos por los mismos escultores y ensambladores..."

"Puede considerarse a Cristóbal Velázquez, y mejor por la época, a su hijo Francisco Velázquez --descartando a Basoco--, como autor de la obra de arquitectura y ensamblaje del retablo mayor de Santiago de Medina del Campo; no puede señalarse, por ahora, nombre al escultor, a pesar de citar en la época a Pedro de la Cuadra y Melchor de Beya artífices de relieves y estatuas, y que siguen siendo para mí negativa a la parte que Gregorio Fernández, y quizá el de Miguel Ángel Leoni, tomaron en las obras primeras de los entabladores Velázquez; y que es muy probable que Tomás de Prado o Francisco Martínez, sea el pintor del retablo, por la continua relación de la labor del primero de los encargos que los Velázquez tenían y la gran preponderancia del seguido...".

"Lo mismo las estatuas orantes de alabastro (mármol dijeron Ponz y Moyano), que el retablo mayor, son obras más modernas que los fundadores, a lo sumo doña Francisca Manjón pudo ver su bulto arrodillado y el de su marido, pues, si como dice la laude, éste falleció el 14 de abril de 1566 y doña Francisca el 1 de enero de 1588, esas fechas no se acomodan a la del retablo, principalmente construido ya en el siglo XVII, y sin los escudos de los fundadores, que no hubieran faltado en él al hacerse durante la vida del cónyuge que sobreviviera. El corte, la disposición, todo él está pregonando su edad. La data puede fijarse en el primer quinto del siglo XVII, a principio de todo lo más, y esta fecha se armoniza con la del retablo de San Miguel..."

"Son curiosas unas tablas antiguas adaptadas a un retablo del crucero en el lado de la Epístola: indudablemente proceden de alguna obra de principios del XVI, hecha por otra iglesia anterior a la actual parroquia. En la sacristía existe otra tabla que representa la disposición de la cruz o Jesucristo ya descendido: es de gran valor artístico y digna de que se le tenga en cuanta cuando se haga un estudio de relación y conjunto de la pintura castellana. En una capilla de la iglesia hay una Purísima muy apreciable; y por último, en el relicario, una cabeza suelta, que dicen ser de San Ignacio, que es muy probable perteneciera a una imágen de vestir. la cabeza es muy buena; pero no hay que exagerar las cosas, ni ofrecerla como una maravilla de arte...".

El retablo existente en el testero del crucero, lado del Evangelio, procede del convento de las Fajardas (40 Rs), y tuvo hasta hace poco tiempo la imagen de la Visitación que era su titular.

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22 - CONVENTO DE SAN JOSÉ DE CARMELITAS DESCALZAS. Es la segunda fundación hecha en 15 de agosto de 1567 por la misma Santa Teresa de Jesús, de quien se conservan muchas y veneradas reliquias, y lo que aún vale más, un espiritualismo tan de buena ley que apenas se franquean los umbrales de la iglesia o de la grada, lo advierte el observador más superficial. La iglesia actual data de 1609 en que la fundaron y dotaron D. Antonio de Vera y su mujer doña Ana de Monroy. Aquí fue donde la Santa Doctora Mística inició, con ayuda del prior de Santa Ana y San Juan de la Cruz, la reforma de los monasterios de religiosos de la misma orden del Carmen, y sería imperdonable que no regaláramos al lector medinense, o simplemente español, los párrafos en que la Santa de Ávila refiere esta fundación en su "Libro de las Fundaciones", cap. III. Helos aquí:

Convento de San José de Carmelitas Descalzas, Medina del Campo
Convento de San José de Carmelitas Descalzas, Medina del Campo

a) "Pues estando yo con todos estos ciudadanos, acordé de ayudarme de los padres de la Compañía, que estaban muy aceptos en Medina con quien traté mi alma muchos años, y por el gran bien que la hiceron, siempre les tengo particular devoción. Escribí lo que nuestro padre general me había mandado al Rector de allí, que acertó a ser el que me confesó muchos años, como queda dicho, aunque no le nombré: llámase Baltasar Álvarez, que al presente es provincial. Él y los demás dijeron que harían lo que pudiesen en el caso, y así hicieron mucho para recabar la licencia de los del pueblo y del prelado, que por ser monasterio de pobreza, en todas partes es dificultoso; y así se tardó algunos días en negociar.

A esto fue un clérigo muy siervo de Dios y bien desasido de todas las cosas del mundo, y de mucha oración. Era capellán en el monasterio a donde yo estaba, al cual le daba el Señor los mismos deseos que a mí, y así me ha ayudado mucho, como se verá adelante: llámase Julián de Ávila. Pues ya que tenía licencia, no tenía casa ni blanca para comprarla, pues crédito para fiarme en nada, si el Señor no lo diera ¿cómo le había de tener una romera como yo?

Proveyó el Señor que una dondella muy virtuosa, para quien no había habido lugar en San José que entrase, sabiendo se hacía otra casa, me vino a rogar la tomase en ella. Ésta tenía unas blanquillas, harto poco, que no era para comprar casa sino para alquilarla: y así procuramos una de alquiler, y para ayuda al camino. Sin más arrimo que éste, salimos de Ávila dos monjas de San José y yo, y cuatro de la Encarnación, que es el monasterio de la regla mitigada a donde yo estaba antes que se fundase San José con nuestro padre capellán Julián de Ávila.

Cuando en la ciudad se supo, hubo mucha murmuración; unos decían que yo estaba loca: otros esperaban el fin de aquel desatino. El obispo, según después me ha dicho, le parecía muy grande, aunque entonces no me lo dió a entender, ni quiso estorbarme porque me tenía mucho amor y no me dar pena. Mis amigos harto me habían dicho, más yo hacía poco caso de ello; porque me parecía tan fácil lo que ellos tenían por dudoso, que no podía persuadirme a que había de dejar de suceder bien.

Ya cuando salíamos de Ávila, había yo escrito a un padre de nuestra Orden, llamado fray Antonio de Heredia, que me comprase una casa, que era entonces prior del monasterio de frailes, que allí hay de nuestra Orden, llamado Santa Ana. Él lo trató con una señora que le tenía devoción, que tenía una casa que se le había cado toda, salvo un cuarto y era muy bien puesto. Fue tan buena que prometió de vendérsela, y así lo concertaron sin pedirle fianzas, ni más fuerza de su palabra, porque a pedirlas no tuviéramos remedio: todo lo iba disponiendo el Señor. Esta casa estaba tan sin paredes, que a esta causa alquilamos estotras, mientras aquella se aderezaba, que había harto que hacer.

Pues llegado la primera jornadaya noche, y cansadas por el mal aparejo que llevábamos, yendo a entrar por Arévalo, salió un clérigo nuestro amigo que nos tenía una posada en casa de unas debotas mujeres, y díjome en secreto cómo no teníamos casa, porque estaba cerca de un monasterio de Agustinos, y que ellos resistían que no entrásemos ahí y que forzado habíadehaber pleito. ¡Oh, válame Dios! ¡Cuando Vos, Señor, queréis dar ánimo, que poco hacen todas las contradicciones! Antes parece me animo pareciéndome, pues ya se alborotaba el demonio, que se había de servir el Señor de aquel monasterio... Llegando a la posada supe que estaba en el lugar un fraile dominico, muy gran siervo de Dios, con quien yo me había confesado el tiempo que había estado San José. Porque en aquella fundación traté mucho de su virtud, aquí no diré más del nombre, que es el maestro fray Domingo Báñez: tiene muchas letras y discreción..."

b) "Llegamos a Medina del Campo, vísperas de nuestra Señora de agosto a las doce de la noche; apeámonos en el monasterio de Santa Ana, por no hacer ruido, y a pie nos fuimos a la casa. Fue harta misericordia del Señor que aquella hora encerraban toros, para correr otro día, no nos topara alguno. Con el embebecimiento que llevábamos, no había acuerdo de nada: más el Señor, que siempre le tiene de los que desea su servicio, nos libró, que cierto allí no se pretendía otra cosa. Llegados a la casa, entramos en un patio, las paredes harto caídas me parecieron, más no tanto como fue de día se pareció. Parece que el Señor había querido se cegase aquel bendito padre, para ver que no convenía poner allí el Santísimo Sacramento.

Visto el portal, había bien que quitar tierra de él, a teja vana las paredes sin embarrar, la noche era corta, y no traíamos sino unos reposteros, creo eran tres: para toda la largura que tenía el portal era nada. Yo no sabía que hacer, porque vi no convenía poner allí altar. Plugo a el Señor que quería luego se hiciese, que el mayordomo de aquella señora tenía muchos tapices de ella en casa, y una cama de damasco azul, y había dicho nos diesen lo que quisiésemos, que era muy buena.

Yo cuado vía aquel aparejo, alabé al Señor, y así harían las demás: aunque no sabíamos qué hace de clavos ni era hora de comprarlos, comenzáronse a buscar de las paredes: en fin con trabajo se halló recaudo. Unos a tapizar, nosotras a limpiar el suelo,. nos dimos tan buena prisa, que cuando amanecía estaba puesto el altar y la campanilla en un corredor, y luego se dijo la misa. Esto bastaba para tomar la posesión: no se cayó en ello sino que pusimos al Santísimo Sacramento, y desde unas resquicias de una puerta, que estaba frontero, veíamos misa, que no había otra parte. Yo estaba hasta esto muy contenta: porque para mí es grandísimo consuelo ver una iglesia más, donde haya Santísimo Sacramento; más poco me duró, porque como se acabó la misa, llegué por un poquito de una ventana a mirar el patio, y vi todas las paredes por algunas partes en el suelo, que para remediarlo eran menester muchos días... Pasé por este trabajo hasta la tarde, que envió el rector de la Compañía a verme con un padre, que me animó y consoló mucho. Yo no le dije todas las penas que tenía, sino solo la que me daba vernos en la calle. Comencé a tratar de que se nos buscase casa alquilada, costase lo que costase, para pasarnos a ella, mientras aquello se remediaba, y comenzamos a consolar de ver la mucha gente que venía... Por mucho que se preocupaba, no se halló casa alquilada en todo lugar... Ya después de ocho días, viendo un mercader la necesidad (que posaba en una muy buena casa) dijímos, fuésemos a lo alto de ella, que podíamos estar como en casa propia. Tenía una sala muy grande y dorada, que nos dio para iglesia, y una señora que vivía junto a la casa que compramos, llamada doña Elena de Quiroga, gran sierva de Dios, dijo que me ayudaría para que luego se comenzase a hacer una capilla, para donde estuviese el Santísimo Sacramento, y también para acomodarnos como estuviésemos encerradas. Otras personas nos daban limosna para comer; más esta señora fue la que más me socorrió. Ya con esto comencé a tener sosiego, porque a donde nos fuimos, estábamos con todo encerramiento, y comenzamos a decir las Horas...; después lo ha ido nuestro Señor mejorando".

A continuación sigue hablando la Santa de sus propósitos de iniciar la fundación de monasterios de religiosos, permaneciendo en esta villa hasta su partida para la fundación del monasterio de Malagón, el día de Ramos de 1568.

c) La fundación hecha por Santa Teresa de Jesús en esta villa, no dejó a los medinenses en su habitual indiferencia. Como algo muy propio demostraron su interés en las circunstancias que se ofrecieron propias. El 5 de julio de 1614 acordó la Villa celebrar la fiesta de la beatificación de la Doctora de Ávila con el mayor esplendor, y si se olvidaron de consignar el programa de las solemnidades piadosas, no dejaron en el tintero la celebración de un gran juego de cañas de seis cuadrillas, para el cual hubieron de vencer no pocas dificultades de orden económico, pues ya tenían intervenidos los recursos municipales por el pleito de acreedores.

Idénticos deseos hicieron ostensibles el 27 de octubre de 1622 para celebrar la canonización. Entonces cuidaron ante todo los demás festejos y también les salieron al paso muy lamentables inconvenientes, nacidos del desacuerdo, poco edificante, en que vivían ambos cabildos eclesiásticos.

Fruto de esta acendrada devoción a Santa Teresa fue el acuerdo tomado el 8 de septiembre de 1616 de guardar como festivo el día 15 de octubre de cada año, y de proclamarla segunda Patrona de la población, anticipándose así a la R. Cédula que en 20 de octubre de 1627 ordenaba que hicieran otro tanto todos los pueblos. en cumplimiento de ese voto, aunque la guarda del día festivo cesó ha mucho tiempo, no se ha interrumpido, fuera de circunstancias anormales, la asistencia de la Corporación a la solemnidad religiosa de por la mañana.

d) Una religiosa carmelita, no de este convento pero sí medinense, merece ser conocida de nuestros lectores. Me refiero a la V. M. ANA DE JESÚS, muy querida de Santa Teresa, doña Ana de Lobera antes de su profesión religiosa. D. Julián de Ayllón consagró 52 páginas a referirnos su vida que, desde su infancia hasta su muerte, ocurrida a los 75 años, fue ejemplarísima imitación de la Santa Madre. Consignaremos las fases principales de ella. Nació en 1545, quedando huérfana de padre a los pocos años y de madre no tardando, por lo quehubo de buscar, cuando tenía quince años, la protección de la abuela paterna que residía en Plasencia. Ingresó a los 25 años en el convento de Ávila y, practicando el noviciado, pasó a Salamanca, donde Santa Teresa conoció su buen espíritu y decidió tomarla por Coadjutora para la fundación de Beas en 1575, enviándola después, en 1582, a fundar en Granada, Muerta la Santa Reformadora, es la V. M. Ana de Jesús quien funda en Madrid, y fueron tan patentes las singulares dotes que puso de relieve en esta fundación, como en las anteriores, que más adelante pasó a Francia para fundar en París, Portuens, Dijon y Amiens, y arraigados estos planteles dele espíritu teresiano en Francia, se trasladó a Bélgica para plantar otros nuevos en Bruselas, Lovaina y Mons, trabajando por que se hiciese fundación en Cracovia (Polonia) cuando sus muchos años no la permitían trasladarse personalmente, y no descuidando la divulgación de las doctrinas de la Doctora Mística por medio de traducciones en francés y en flamenco. El 4 de marzo de 1621 murió esta monja medinense, a quien con tanta propiedad conviene el calificativo de andariega que se da a Santa Teresa. El obispo de Badajoz Fr. Ángel Manrique, escribió su vida, y los más ilustres escritores y santos de la época, que conocieron a la carmelita de Medina, le dedican los encomios más expresivos. Fr. Luis de León escribió que: "Ana de Jesús sabía, sin haber estudiado, harto más que él con sus años de estudios y de cátedras". El. B. Alonso de Orozco solía decir que: "el saber de la M. Ana de Jesús no era saber el suelo y que no creía que hubiese entonces en el mundo otra como ella". San Juan de la Cruz que dedicó algunas de sus obras místicas a la M. Ana de Jesús, cuyo espíritu dirigía, dedía que "la miraba como si mirara a un serafín".

Si alguien acusara a nuestra patria de haber enviado a Flandes guerreros implacables y negociantes sin escrúpulos, podíanos alegar que también envió almas de temple acrisolado y de la más elevada espiritualidad, cual de la venerable medinense Ana de Lobera. De ella tiene escrita una carmelita francesa una extensa biografía, traducida al castellano por una religiosa, también carmelita, e impresa en Burgos el año 1901, con prólogo del obispo de Lugo.

VENERABLE ANA DE JESÚS, CARMELITA DESCALZA.

Ana de Lobera Torres, conocida en su vida religiosa como Ana de Jesús, (Medina del Campo, Valladolid, 25 de noviembre de 1545 - Bruselas, Bélgica, 4 de marzo de 1621) religiosa española, discípula de Santa Teresa de Jesús, que a su muerte continuó su obra. Fundó conventos de descalzas en Granada, Madrid, y luego en Francia y Bruselas.
Ana de Lobera Torres, conocida en su vida religiosa como Ana de Jesús, (Medina del Campo, Valladolid, 25 de noviembre de 1545 - Bruselas, Bélgica, 4 de marzo de 1621) religiosa española, discípula de Santa Teresa de Jesús, que a su muerte continuó su obra. Fundó conventos de descalzas en Granada, Madrid, y luego en Francia y Bruselas.

El Papa Francisco aprobó también el decreto que reconoce las «virtudes heroicas», primer paso para la beatificación de la monja carmelita Ana de Lobera Torres, discípula de Santa Teresa de Jesús, que a su muerte continuó su obra. Nació el 25 de noviembre de 1545 en Medina del Campo y murió el 4 de marzo de 1621 en Bruselas.

La Venerable Ana de Jesús nace en Medina del Campo, el 25 de noviembre de 1545; hija de hidalgos, Don Diego de Lobera y doña Francisca de Torres.

A los pocos meses de nacer, muere su padre y a los nueve años su madre, por lo que ella y su hermano Cristóbal, - que más tarde, entrará con los Jesuitas- quedan bajo la tutela de su abuela materna.

Joven hermosa, inteligente, con una inclinación religiosa bastante fuerte, pronto se verá acosada por su abuela que quiere casarla, por lo que decide irse a Plasencia con su hermano, a casa de su abuela paterna. No tardará en repetirse la misma situación, aunque ahora ya no tiene a donde ir, por lo que desde 1560 a 1570, que es cuando ingresa en el Carmelo, intenta vivir una vida de oración y penitencia, dedicándose a las mujeres enfermas, haciendo limosnas, labores para la Iglesia… en 1561 hizo voto de «entrar en religión».

Es dirigida espiritualmente por los P.P. Jesuitas, especialmente por el P. Pedro Rodríguez, quien al conocer las fundaciones de Santa Teresa, en 1569, pone en contacto a Dña. Ana con la M. Teresa, ingresando el 31 de julio de 1570 en el Monasterio de Avila.

Desde primera hora, Santa Teresa se da cuenta de los dones que posee, convivió con ella los primeros años de su formación carmelitana y hace su Profesión Religiosa el 22 de octubre de 1571.

Muy pronto le encomendará cargos de mucha responsabilidad: cuatro años de Maestra de Novicias en Salamanca; ocho de Priora en Beas; en 1582, junto a San Juan de la Cruz, llevará a cabo la fundación de Granada, en la que permanecerá al frente del priorato hasta 1586, año en que fundará en Madrid el Carmelo de Santa Ana, tan ansiado por Sta. Teresa.

Fue aquí donde trabajó mucho para hacer la primera edición de las obras de Santa Teresa (1588) y tuvo que defender el espíritu de la Santa contra las ideas del P. Doria y su Consulta, siendo esto causa de persecución y castigo, que la llevó a Salamanca en 1594, donde fue elegida Priora en 1596.

En 1604, junto a la Beata Ana de San Bartolomé y cuatro carmelitas más, marchan a Francia, conducidas por Pedro Bérulle, y fundan en Paris (1604) y en Pontoise y Gijón (1605).

Algunas diferencias con Bérulle respecto al estilo de vida carmelitana y su deseo de ser dirigida por los Carmelitas Descalzos, hacen que la M. Ana de Jesús, acepte la invitación de los archiduques de Bélgica a ir a Flandes, donde fundó en Bruselas, Lovaina y Mons (1607).

Muere en Bruselas, el 4 de marzo de 1621 después de grandes sufrimientos físicos y morales.

Su causa de Beatificación se inició inmediatamente después de su muerte. Una vez cumplidos los procesos ordinarios, la causa fue introducida en Roma el 2 de Mayo de 1878 y el 2 de Mayo de 1885 fueron aprobados sus escritos, sus cartas espirituales, que revelan su profunda vida interior y su prudencia.

Con información de Zenit, AciPrensa, ABC, el Arzobispado de Granada y la Causa de canonización de la Madre Ana de Jesús.

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23 - PALACIO DE DUEÑAS. Aunque lleva esta título, quien levantó esta en otros tiempos suntuosa morada, hoy ruina imponente, fue el medinense

Claustro Palacio de Dueñas de Medina del Campo. Dibujo a plumín autor página.
Claustro Palacio de Dueñas de Medina del Campo. Dibujo a plumín autor página.

a) Dr. BUENAVENTURA BELTRÁN, a quien consagra Ayllónlas siguientes líneas: "Fue uno de los primeros consejeros del real Consejo de Indias por los años de 1523. Residió en ella largo tiempo, y le halló en la conquista del Perú, y presente cuando el oidor Álvarez prendió a Visorey en la ciudad de los Reyes. También fue uno de los jueces nombrados para la causa del Almirante en 1525, aunque después lo recusó Diego de Alvarado, como lo dice Herrera en sus "Décadas". Después de haber adquirido el Dr. Beltrán muchas riquezas durante su larga residencia en América, vino a su patria en donde, para perpetuar su memoria y engrandecer su descendencia, labró en la calle de Santiago una soberbia casa flamenca de dos altas torres y un gran patio con corredores alto y bajo sobre columnas corintias, cuyos capiteles, arcos y lunetos tienen ornamentos de escultura muy caprichosos, por el estilo de Alonso de Berruguete, pues me consta por los papeles del archivo de esta villa que he visto haber hallado en ella por los años de 1538, al seguimiento del pleito que le movió sobre los términos del lugar de la Ventosa, que él había comprado y eran confinantes con las tierras sernas de Medina: compruébanlo también la casa magnífica que fue de Sebastián Pascual, contador de S. M. sita en la calle de Ávila (29 R.b), y el insigne retablo de la Colegiata, obras hechas en aquellos años por sus dueños y bajo su dirección. En la dicha casa tan capaz y magnífica que en ella se aposentó el Emperador, y en ella estuvo colocada la Chancillería de Valladolid cuando se trasladó a esta villa el año 1602: y también fue morada del memorable Marqués de la Ensenada..."

"Fundó nuestro Doctor mayorazgo sobre el señorío de los lugares de Pollos y Bayona, pueblos situados en tierras sernas de esta villa, pero habiéndose suscitado pleito por esa causa, se los restituyeron a Medina a quien pertenecían, satisfaciéndole el coste de su compra en un censo que constituyó la villa a favor de D. Francisco de Dueñas, poseedor del mayorazgo en el año de 1564".

Añadamos que en la guerra de las Comunidades se distinguió el Dr. Beltrán por su adhesión a la causa del Emperador, acertando a librarse de las iras de los Comuneros.

N. La estancia de Berruguete en esta villa, motivada por el pleito promovido a consecuencia de haber comprado la villa de Ventosa, no fue hasta el año 1559, desvirtuándose por tanto la atribución de la paternidad de las referidas obras.

b) La razón de poseer Dueñas el mayorazgo, es que Dª. Mariana Beltrán de Mella, hija del Dr. Beltrán y de su mujer doña Ana de Mella, casó con D. Francisco de Dueñas Hormaza, primogénito del famoso D. Rodrigo.

Por ejecutoria de hidalguía librada por la R. Audiencia de Valladolid en 8 de noviembre de 1558, que guardan con la natural ufanía los actuales Dueñas y que amablemente han sometido a mi examen, consta, conforme a la declaración de varios testigos octogenarios, que Rodrigo de Duelas Hormaza, "El Viejo", hijo de Juan de Hormaza, vivió domiciliado en esta villa desde los últimos decenios del Siglo XV, primero en la calle de San Salvador, próxima a la parroquia; después en la de San Llorente (en el actual barrio de la Simbombilla). "Que andaba (palabras de uno de ellos) en ávito de mercader con un capuz negro cerrado, e de que no avía en toda la villa hombre lo mejor gesto...; que nunca le tuvo por judío ni le vio entrar en la sinagoga, sino por cristiano viejo" contra las reiteradas aseveraciones del fiscal que le acusaba obstinadamente de converso. Que respondió a un llamamiento de los Reyes Católicos había acudido , como hidalgo, a la guerra contra los moros de Sierra Bermeja. Que estuvo casado con Elena de Agüero y que al morir, por el año 1515, dejó tres hijos: Antonio, Cristóbal que se trasladó a Astorga, y Francisco. Éste, que era el mayor, estuvo domiciliado en la calle de la Plata, y de su esposa, Catalina de Lizárrazu, tuvo a Rodrigo, "El Mozo", que indiscutiblemente nació en esta villa por el año 1510, y es quien adquirió mayor celebridad. Casado éste con doña Catalina Cuadrado (hermana probablemente del Pedro Cuadrado fundador del Colegio de Jesuítas), tuvo en ella numerosos hijos, el mayor de los cuales, Francisco, fue el que se casó con la hija del Dr. Beltrán, según el testimonio de Ossorio. Otro hijo de Rodrigo "El Mozo", fue sin duda D. Jerónimo de Dueñas Hormaza, arcedianode Nájera, dignidad de Calahorra y abad de esta villa en 1582 (IN. f).

La descendencia de Rodrigo de Dueñas, en línea directa, no se ha extinguido hasta nuestros días, y la presencia del regidor del mismo apellido en nuestro Ayuntamiento, con pasajeros eclipses, ha sido constante hasta el siglo XIX.

N. Parece cierto que el Rodrigo de Dueñas, "El Viejo", mercader domiciliado en Medina en las postrimerías del siglo XV, no es el Rodrigo de Dueñas, cambiador de Valladolid en 1497 (V. "Los Retablos..." de Agapito y Rivera, p. 154), porque éste era hijo de Diego, y aquél, de Juan, aunque todos fueran probablemente parientes, oriundos de las montañas de Burgos por los Hormaza, viniéndoles la alcurnia de Dueñas, por haber vivido en esta villa palentina, como dice Ayllón, quien no acertó a discernir los dos Rodrigos, viejo y mozo. Existió además otra rama de Dueñas, porque se encuentran varias alusiones extrañas a éstos.

c) Es obligado añadir algunos datos biográficos del principal personaje de esta familisa: RODRIGO DE DUEÑAS. En 1531 figura ya como testigo en el testamento otorgado por Sancho Gutiérrez el Viejo, hermano del abad, don Bernardino (IN.c) y fundador del mayorazgo en sus casas en la calle de Ávila, las que ahora son morada de Dª. Antonina Giraldo. De él dice Ayllón: "Empleóse en el manejo de los negocios que entonces eran de gran consideración y utilidad en esta villa, e hizo varios asientos de mucha importancia con Su Mag. pero con lucro muy moderado y equitativo, por cuyo medio, entre otros, adquirió cuantiosos caudales de que supo aprovecharse con gran discreción y no menor prudencia. Fue hombre liberalísimo, muy caritativo, devoto y de grandes pensamientos, como lo acreditan los monumentos existentes. Sirvió al emperador Carlos V con cantidades muy crecidas de dinero en las urgencias más críticas que le ocurrieron, en cuya atención y la de su gran capacidad, le elevó a su Consejero de Hacienda. Cuando S. M. se retiraba al monasterio de Yuste, pasando por esta villa, se aposentó en su magnífica casa, que el Dr. Beltrán había construido a sus expensas en la calle de Santiago, en cuya ocasión dio Rodrigo de Dueñas una de las más relevantes pruebas de magnanimidad, pues alabándole el Emperador la lumbre de canela que le había puesto en su chimenea, le dijo: "--Todavía se ha de calentar V. M. a otra más exquisita." Y sacando Dueñas un vale de 50.000 ducadosque tenía a su favor firmado de su real mano, lo entregó a las llamas. correspondiendo con ese obsequio el honor que recibía su casa con tan gran huésped; acción que agradeció y ponderó mucho S. M. Otros dicen que se lo presentó entre dos fuentes de plata para que le rompiese con sus mismas manos".

"Su amor a la humanidad resplandecióle en una de las obras más sigulares y benéficas que se han visto, cuando a su costa hizo colocar en todos los montes y puertos de Castilla, pontones de piedra para evitar el extravío de los caminantes en tiempo de nueves. El año de 1540 en que por la esterilidad se padeció hambre en general en tanto grado que despoblándose las montañas, se retiraron sus moradores a Castilla para salvar sus vidas, este gran hombre abrió los tesoros de su beneficencia y gastó más de 50.000 ducados en socorrer las necesidades públicas y secretas: las primeras dando diariamente de comer a una multitud de mendigos en su refectorio que formó alrededor del gran patio de su misma casa; y a las segundas, distribuyendo muy buenas limosnas entre pobres embergonzantes. Se afecto y devoción al culto divino le manifestó bastantemente en la fundación de un convento con iglesia magnífica que hizo construir para religiosas agustinas, llamadas de la Magdalena, al frente de su casa, al cual dotó de muy buenas rentas y destinó para enterramiento suyo y de sus descendientes, a quienes dejó el patronato de él y de unas capellanías..."

Casa Blanca
Casa Blanca, Medina del Campo. Dibujo a plumín autor página.

"También hizo labrar una soberbia casa a placer a manera de fortaleza no muy distante de esta villa hacia Poniente, con un gran estanque de aguas manantes y copiosas de casi doscientos pasos de largo, capaz de mucha pesca. Es un sitio tan ameno que un ingenio industrioso y aplicado pudiera hacerle rendir anualmente muchos miles de reales. Llámasela Casa Blanca, por haberla poseído muchos años Dª. Blanca de Estrada, viuda de D. Francisco de Dueñas, tercer poseedor del mayorazgo, durante la menor edad de sus hijos.

"Fundó éste sobre el señoría, alcabalas, rentas terrazgos de la villa de Hornillos, que compró juntamente con otras heredades en donde construyó una gran casa, todos monumentos de su gran espíritu..."

Fue igualmente señor de Tórtoles, de Población de Cerrato y de El Espinar.

Dice Ossorio que murió un años después de la estancia del Emperador en su casa, pero fue más tarde, pues otorgó testamento el 16 de enero de 1558, estando enfermo de cuerpo, figurando como uno de los testigos Simón Ruiz, así como el hermano de éste, Vitores, firmó en el codicilo otorgado en el mismo día, que fue también el de su muerte, pues fue enterrado el día de San Antón, como reza el libro de acuerdos del Cabildo Mayor.

N. El Sr. Agapito y Revilla puso en duda que Rodrigo de Dueñas fuera consejero de Hacienda, pero es un hecho cierto. En el auto consistorial del 16 de mayo de 1553 está el título de regidor de Francisco de Dueñas, y en él se leen estas palabras: "Rodrigo de Dueñas del consejo de Hacienda de vtra. mag. digo que por estar ocupado en el servicio de vtra. mag. el dicho oficio en favor de Francisco de Dueñas Hormaza, mi hijo mayor para que del vtra. mag. le haga merced". Quince días después Francisco de Dueñas renunció a su vez en favor de Ventura Beltrán, que sería su cuñado.

No todos dan la misma versión de la referida anécdota, pues D. Manuel Foronda en "Estancias y viajes del Emperador Carlos V", dice muy al contrario, que el 5 de noviembre de 1556, se alojó, efectivamente el Emperador en casa del cambiante Rodrigo de Dueñas, "quien hizo ostentación de un fausto que desagradó al regio huésped, llegando hasta poner un brasero de oro macizo, quemando en él palos de canela de Ceilán, cuyo olor molestó al Monarca, el cual no solo no quiso admitir al cambiante a que le besara la mano, sino que hizo se le pagara el hospedaje".

Ossorio asegura que la finalidad perseguida por Rodrigo de Dueñas en la fundación del convento fue "recoger en él mujeres perdidas que en aquél tiempo fue harto necesario por la abundancia de las ferias y riquezas que acudían..." (Pág. 307).

d) Lo mismo este palacio de Dueñas que su casa de placer 0 Casablanca, han sido declarados Monumentos Nacionales en Junio de 1931. Tal declaración no ha tenido virtualidad alguna en orden a que la actual propietaria le restaure, o le habilite `para algo práctico, o le enajene, o al menos le libre de la inminente ruina con evidente riesgo del vecindario. Prevalece el cruzamiento de brazos y hemos de resignarnos a consignar vanalmente una lamentación más porque la larga serie de ruinas se acreciente, esperando de la Divina Providencia que su seguro derrumbamiento no os aplastará. Y terminaremos esta manografía con el juicio crítico por el Sr. Agapito y Revilla en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, números 191 y 192, sobre Casablanca.

Vista aérea de Casa Blanca. Actualmente, año 2013, restaurada como se puede apreciar por la familia Dueñas de Medina del Campo
Vista aérea de Casa Blanca. Actualmente, año 2013, restaurada como se puede apreciar por la familia Dueñas de Medina del Campo

"En un modelo de Castilla de fincas de recreo, una verdadera casa de campo con todas las comodidades y satisfacción de necesidades en aquella época sentidas, en las que tampoco faltaba la ostentación del arte risueño del Renacimiento con la fastuosidad a que se acostumbró la rica familia que la construyó".

"No tiene la poesía de algunos carmenes y vergeles andaluces, de algunas torres aragonesas; más parecida a las granjas castellanas, era sitio de reposo, de descanso, y placenteramente no pasarían las horas de aquellas apacibles arboladas, cuando, fuera de ellas, la tierra cubierta de la mies de rada, abrasara, y el sol brillase implacable. No era un jardín lo que para su recreo formaban los Dueñas, era más bien una huerta; pero la casa, ¡ah!, la casa llevaba también reflejado el carácter de la tierra. Lisos sus muros de labrillo, ostentaban una masa fuerte, quizá adusta, como el genio castellano; las almenas de coronación, en mal hora echadas al suelo, rompían las líneas horizontales, y el torreón del centro, elevándose por encima de los angulares, daban a la silueta un movimiento que si no desterraba el aparato guerrero, en cambio, daban gracia y esbeltez al conjunto".

"Darían un carácter simpático y movido, a la vez que guerrero, el almenado que tendrían los torreones de los ángulos y el central correspondiente al patio cubierto. Es una verdadera lástima que no se hayan respetado todos los detalles primitivos, porque era un lindo modelo, digno de inspirar tipos a nuestras casas de campo, fiel imitación hay de las villas extranjeras; por lo menos Carablanca es de un arte netamente español".

"El cuadro general de la planta lleva un aditamento exterior en forma de cubo cilíndrico en el lado opuesto al de la puerta. Allí se aloja una escalera de las llamadas vulgarmente de caracol, sin alma o núcleo central...".

"En la planta baja, adosada al brazo de la cruz de la derecha, según se entra en el patio, hay una capilla rectangular cubierta con bóveda imitando la crucería, pues creo sean de yeso los nervios. Llevan retablos las paredes para altares y credencias, y una ventana hacia Poniente. El resto de lo que rodea a la capilla hasta dar línea con el frente principal, estaría dedicado a guardar la carroza y otros destinos anejos, por ser solo una planta baja".

"El exterior conserva la puerta principal de entrada, de jambas, largo dintel apoyado de zapatas o ménsulas a modo de capiteles y moldura, recortando el dintel, levantada en el centro; todo ello de granito. Las reformas y reparaciones que se han hecho en la casa la han transformado algo; pero todo ello es fácil de subsanar y la restauración se haría con gran ventaja y hasta económica...".

"Hay que suponer que la casa estaría enriquecida y alhajada espléndidamente, y no faltaría detalle alguno --como no faltaban el gran escudo de armas, cuya señal en el ladrillo se contempla en el torreón Sudeste del lado de la fachada principal, y el reloj de sol a la altura del escudo en el lado de Mediodía, pues se ve el cuadro que le encajaba y el agujero en que entraba el gnomon o varilla--. Los Dueñas no sabían hacer las cosas a medias. Y una prueba de ello lo da el que para la capilla de que estaba adornada la casa, labró el famiso escultor Juan de Juni un retablito, obra hoy perdida y desconocida, pero con auténtica irrecusable, porque el mismo escultor vallisoletano dijo en su testamento, otorgado el 8 de abril de 1577: "...yo hize vn rretablo y vn cristo por mandado de franco de dueñas hormaza vz de medina del campo. El retablo para vna capilla de la huerta del dch franco de dueñas donde le asenté y el cristo que dixo hera para vn fulano quadrado, su deudo..."

"Se conoce el autor de una obra escultórica que se perdió y estaba en Casablanca, y, en cambio, nada puedo decir del maestro de la construcción. Por lo que toca a la rica decoración interior sería muy fácil relacionar las labores del patio cubierto de Casablanca con las del patio abierto del palacio de Dueñas... Ha sonado en las labores de éste el estilo de Berruguete, y nada más lejos de la verdad..."

Cuando escribióesto el ilustre arquitecto citado, juzgó que la fecha de la construcción podría ser recién mediado el siglo XVI. En vista posterior descubrió el interesante dato, confirmatorio de su sospecha, en los arranques de una arquivolta correspondiente de un nicho situado en el muro del torreón de SO, en la planta baja. Allí aparecen las cifras AÑO a la izquierda, y 1563, a la derecha.

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24 - CONVENTO DE SANTA MARÍA MAGDALEJA. Queda indicada en el número precedente la fundación de Dueñas Hormaza y su mujer doña Catalina Cuadrado, adquiriendo para el mismo -como consta por la escritura de fundación archivada en el mismo convento-- la casa del Dr. Fabricio, una de Álvaro de Lugo y un cortinal d elos herederos de Diego de Duñas; dotando a tres capellanes y un vicario, y constituyendo un colegio titulado de Santa Doctrina para niños pobres, los cuales habían de asistir por turno a la iglesia, desde las seis en verano y las siete en invieno, para ayudar a las cuatro misas que habían de decirse diariamente. Alumno aprovechado de este colegio y acólito de la iglesia fue el que después brilló con luz esplendorosa en la santidas y letras patrias. San Juan de la Cruz. Primitamente llamáronse Monjas de Penitencia, y se preocupaban de ayudar a volver a la buena senda a las que anduvieron alguna vez por caminos extraviados. En 1700 cambiaron este título por el de Mgadalenas. como pributo a su Patrona.

Convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo

La iglesia de poco adecuado acceso, esta muy bien conservada habiendo sido objeto de importante restauración en los primeros años de este siglo. Las paredes del presbisterio y drel crucero está decaradas con frescos, en negro los de la parte superior a las cornisas, y rosáceos los de la inferior. Los primeros diseñan escenas de la vida de la Santa Penitencia, y personificaciones de las virtudes cardinales. A los lados del retablo, enmarcando a los ventanales, aparecen, al lado del Evangelio, Santa Mónica y San Nicolás de Tolentino, y en la parte superios y en bajorelieve, San Agustín. Al lado de la Epístola San Eustaquio y Santa Paula, y en la parte superior, en bajorrelieve, San Jerónimo. Los frescos en color rosáceo representan en grandes cuadros pasajes de la vida del casto José con sus tarjetones explicativos al pie.

Retablo del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Retablo del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Retablo del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Retablo del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Frescos del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
 
Techumbre del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo
Techumbre del convento de Santa María Magdalena (Madres Agustinas) de Medina del Campo

Los fundadores y otros descendientes suyos, reposan en la cripta construida para este fin bajo el presbiterio de la capilla mayor, cuya entrada está debajo de las gradillas del altar, y que debió terminarse antes del otorgamiento del testamento en 1558, aunque el monasterio se estaba todavía faciendo. En la capilla colateral del Santo Crucifijo yacen D. Juan de Ahumada y Hormaza, segundo hijo de Rodrígo, y su mujer doña Ana del Valle, hija del opulento D. Cristóbal de Ahumada, por cuyo mayorazgo cambió su apellido de D. Juan, que murió el 6 de enero de 1570.

N. Creo que el colegio fundado por Rodrigo de Dueñas, es ajeno y distinto al titulado también Colegio de la Doctrina (167) que subvencionaba por aquel entonces el Ayuntamiento con tres cargas de trigo anuales, y contaba con otras importantres ayudas, pues se le encuentra con frecuencia favorecido con mandas y donativos en los testamentos de la época. En este supuesto, no parece que tuviera larga existencia, porque no se hallan alusiones al mismo.

El P. José Revuelta publicó en 1930 una "Relación Histórica" de este convento en que, a la vida interior de la comunidad, antepuso algunas noticias sobre el fundador y su familia

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25 - ANTIGUO MAYORAZGO DE MURGA Y BARRERA, ilustre familia que ha conservado muy dignamente los blasones que heredara de su famoso ascendiente el coronel Cristóbal de Mondragón (15 N.b). Bisnieto de éste fue D. Juan de la Barrera Mondragón caballero de Santiago, abuelo, a su vez, de D. Juan Francisco de la Barrera, regidor de la villa en el primer tercio del siglo XVIII. Un hijo de éste, don José, también de Murga y Andonaegui, por donde la estirpe de los Mondragones, vasca de abolengo, volvió a su primitiva cuna. Allí se han sucedido varias generaciones, emulando siempre la virtud y nobleza de las precedentes, y ostentanto uno de sus miembros el honroso título de Conde de Valdoglorioso, otorgado a sus antepasados.

Casa antiguo mayorazgo de Murga y Barrera de Medina del Campo
Casa antiguo mayorazgo de Murga y Barrera de Medina del Campo
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26 - PARADOR DE SAN JOSÉ, antiguo palacio del marqués de Torreblanca, título que, como el de Falces, decoraba a los Peraltas (17 N.d). Confieso mi ignorancia respecto de por qué lleva el nombre actual. Nada ha rastreado sobre el particular.

Palacio del Marqués de Torreblanca. Corrala interior. Década de 1970
Palacio del Marqués de Torreblanca. Corrala interior. Década de 1970
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27 - IGLESIA DE SANTO TOMÁS, aunque desde siglos antes existía la parroquia del mismo titular, la iglesia que actualmente vemos eb stado tan lamentable fue terminada en 1600, quedando la torre sin rematar. Su capilla mayor se erigió, como reza la escritura que leemos bajo ma imposta, grancias a la fundación y dotación dejada por Francisco de Bracamonte, maestre de campo de Nueva España, y su mujer Dª.Leonor de Garibay, y en el centro de la misma deben reposar sus restos, si bien ha desaparecido lastimosamente la lápida sepulcral que los cubriera. De este modo la incomprensión humana, por no decir la ingratitud, consiente que se baya borrando la memoria de tan grandes bienhechores.

Iglesia de Santo Tomás, Medina del Campo
Iglesia de Santo Tomás, Medina del Campo

Le erección de esta iglesia coincidió con la ya acentuada decadencia de la villa que iba precipitándose a la ruina, y muy pronto quedó en despoblado, como ha subsistido hasta la segunda mitad del siglo XIX, sin dejar de prestar los servicios parroquiales a sus feligreses personales, que podían residir donde quisieran dentro de la villa. En el arreglo parroquial de 1885, precisamente cuando podía ser más útil al vecindario que se iba agrupando a su alrededor, en las proximidades de la Estación vecina, fue suprimida y agregada aSan Miguel.

En esta iglesia están además los sepulcros de los siguientes medinenses ilustres:

a) JUAN GUTIÉRREZ DE GARIBAY. "También ha producido esta villa sijetos de talento y esfuerzo sobresaliente para la Marina, como lo fue nuestro Garibay, el cual siguiendo esta carrera desde muy mozo, se hizo tan experto en su facultad que fue uno de los mejores marinos de su tiempo, como lo acreditó en muchos reencuentros que tuvo en los mares con los enemigos que se levantaron durante el dilatado tiempo de su servicio, en cuyas ocasiones supo portarse tan animoso que siempre salió victorioso. Llegó a ser Capitán General de la carrera de Indias, cargo con que le premió el Rey, juntamente con haberle hecho caballero del hábito de Santiago, cuyo honor era muy correspondiente a la nobleza de su nacimiento y prueba bien clara de sus grandes méritos. Floreció por los años de 1619, y de sus hechos no tenemos noticia particular, solo sí que fue hombre de gran conducta y muy acreditado de hábil, de juicioso y de valiente. Murió en su patria y yace en la iglesia de Santo Tomás, donde su hermana Dª. Leonor de Garibay dejó fundadas muy piadosas memorias". Tal es la reseña biográfica que hace Ayllón, quien dice asimismo lo siguiente:

b) MELCHOR DE TORRALVA. "Tiene por patria a Medina del Campo, donde nació de muy honrados padres. Se aplicó a la milicia y la siguió con tanto honor que él solo se fabricó su brillante fortuna. Con ocasión de las flotas que iban y venían de Indias, emprendió el servicio de la marina en la cual adquiriendo la inteligencia nada vulgar, y descubriendo un talento y espíritu capaz de empresas arduas, le nombraron sargento mayor de la carrera de Indias, en la cual izo estupendas hazañas en los reencuentros que tuvo con enemigos de diferentes castas, ya guerreros, ya corsarios, saliendo victorioso de unos y apresando a otros, por cuyos señalados servicios y notorios méritos le fueron ascendiendo de grado en grado hasta que por último le remuneraron con el empleo de almirante de dicha guerra, que continuó sirviendo algunos años; y después de las fatigas, trabajos y peligros que padeció en el mar, vino a morir en su patria y yace en la parroquia de Santo Tomas Apóstol. Floreció en los principios del siglo XVIII".

c) También está el sepulcro de D. Francisco de Bracamonte, maestre de campo de Nueva España, con su mujer Dª. Leonor de Garibay, hermana del citado anteriormente; y el de D. Diego Fernández de Caraballo y Alderete de su tercera mujer Dª. Beatriz de Escobar y Villa corta.

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28 - CONVENTO DE SANTA CLARA. "Este convento del orden de San Francisco, según refiere el P. Gonzaga en su crónica, fue fundación del rey D. Fernando el Santo, hecha al ruego de la misma Santa Clara (año 1256), asistiendo a la fundación dos compañeras de la Santa, que están enterradas en él.

Convento de Santa Clara, Medina del Campo
Convento de Santa Clara, Medina del Campo

Dice asimismo haberle rehedificado el rey D. Pedro I (en 1336) y haciéndole algunas donaciones D. Enrique III" (Memorial Histórico, pág. 427).

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29 - CASTILLO DE LA MOTA.

Castillo de la Mota de Medina del Campo. Dibujo a plumín por autor página
Castillo de la Mota de Medina del Campo. Dibujo a plumín por autor página

a) Digamos des un principio que el concepto histórico de la Mota no corresponde justa y cabalmente al del Castillo que ahora contemplamos, por fortuna muy remozado, y alhajado cual nunca estuviera. El Castillo fue, sin duda, el elemento principal, pero la Mota abarcaba todo el primer recinto amurallado, lo que también llamaban ciudadela. Ossorio decía que había tres iglesias dentro de la ciudadela, a saber: Santa María la Blanca, Santa María del Castillo (2 R) y Santa Cruz (3 R), arrimada ésta ala muralla por la parte interior; y que había otras tres iglesias adosadas a la muralla por la parte exterior: San Salvador (5 R), San Juan del Azogue (4 R) y San Nicolás (9 R), pero junto a la segunda muralla.

En un manuscrito titulado "Provena fecha sobre la costumbre antigua de esta villa de proveer los feligreses de cualquier parroquia los beneficios que en ella vacaren" declara un testigo en 1419 que "sabe que en la dicha medina ha una yglesia parroquial que llaman sancta maria del castillo e que es en la mota de la dicha villa"

Cuando el rey D. Juan II se apoderó de la Mota en 1441 (49), entró en ella por la puerta del Arcillo (I R). Luego la Mota era todo el recinto amurallado, toda la ciudadela.

Cuando años más tarde los medinenses, leales al rey D. Enrique IV, lucharon con los tenedores de la Mota, parciales del príncipe, D. Alonso, que rey se decía (53), "se defendían de sus contrarios desde ciertas iglesias fortalecidas alrededor de la Mota" , La de San Juan del Azogue, San Salvador y San Pablo, muy próximas (8 R).

Todavía en 22 de octubre de 1754 contesta nuestro Ayuntamiento a una comunicación del secretario de Estado diciendo: "que el castillo de la Mota está sin uso y parete derrotado y caído, como el que dentro de sus murallas (que las más están caídas) hay algunas tierras roturadas".

b) Entendida así la Mota, sus orígenes son antiquísimos, probablemente de los romanos como opina Lampérez; ciertamente en el supuesto de la conquista de Medina por Leovigildo. No así los orígenes del Castillo. A simple vista se observa que para la construcción de éste, aprovecharon íntegramente los muros del ángulo Sur del recinto amurallado. La fábrica de hormigón es de tiempos romanos; la de ladrillo no lo es tanto, y como en la primera mitad del siglo XV, cuando Medina perteneció al señorío del infante de Castilla y rey de Navarra, D. Juan, fue cuando la Mota se convirtió en cuartel general de operaciones de los infantes y nobles rebeldes contra el Rey, y más propiamente contra el condestable S. Álvaro de Luna, lógico es suponer que en aquellos años fuera construido o al menos reforzado. Así lo afirma D. Eugenio Llaguno en su obra "Noticias de los Arquitectos y Arquitectura de España desde su restauración", diciendo: "En el año 1440 el arquitecto Fernando Carreño, llamado en las crónicas obrero mayor, construyó el castillo de la Mota de Medina del Campo". Pero al menos el comienzo de las obras fue bastante anterior. En una provisión dada por el mismo Juan de Navarra, como señor de Medina, en madrigal a dos de agosto de 1433, condena a ciertos vecinos acusados de haber publicado una sentencia de excomunión dictada por el obispo de Salamanca, sin el prerrequisito de presentarla previamente al Regimiento, como establecía la costumbre inmemorial,a la pena de dos mil maravedises "para la obra de nuestro alcázar e fortaleza que nos mandamos facer en la mota..."

Recordamos lo dicho (28 R. b) referente a ser el castillo de la Mota una de las muchas obras atribuidas al legendario Andrés Voca, y la anécdota vulgarizada sobre el particular.

c) La primera cita que encontramos en crónicas y documentos escritos es la contenida en la "Crónica de D. Pero Núñez", conde de Buelna, por Gutierre Díez de Games. Dícese el ella que D. Enrique de Trastámara, al ver que el rey D. Pedro, su hermano, se le había ido de Toro, donde le había puesto asechanzas, "ayuntó la gente que pudo e salió de Toro e fue por tomar la Mota de Medina, e non pudo, que la defendió Men Rodríguez de Benavides, que estaba dentro". Esto ocurrió pocos años después de 1350, primero de los del reinado de D. Pedro I.

En marzo de 1465 Enrique IV encomendó la tenencia de la Mota a Pedro de Salcedo, su maestresala, como consta de un albalá archivado en Simancas; pero pronto hizo este maestresala causa común en los magnates rebeldes al Rey, porque en 1467 éstos eran dueños de la Mota. Vencidos los rebeldes en Olmedo, 20 de agosto de este año, el Rey premió la lealtad y buenos consejos de Fonseca, arzobispo de Sevilla, confiándole la tenencia de la Mota, que pasó después a sus sobrinos y de éstos al Duque de Alba en provisional tercería cuando la disputó el famoso alcaide de Castronuño Pedro de Mendaña, hasta que hizo ofrenda de ella a los Reyes Católicos que acababan de ser coronados en Segovia, año 1474.

Escudo de armas de los Reyes Católicos sin la granada y el yugo y las flechas, sus divisas
Escudo de armas de los Reyes Católicos sin la granada y el yugo y las flechas, sus divisas

d) Estos nuevos soberanos acometieron sin tardanza la restauración del Castillo, y en cédula dirigida al concejo de Segovia, en septiembre de 1479, ordenaban que no cobraran tributos ni sisas de las maderas que de ellas se sacaran para las obras de la Mota. El dicha cédula hablaban "de Alonso Nieto, vecino de la noble villa de Medina del Campo, nuestro obrero mayor de las obras que nos mandamos facer e dificar en la Mota e fortaleza de la dicha villa"; palabras que perecen expresarla diferencia existente entre el Castillo propiamente dicho y la Mota. Tales obras debieron terminarse por el año 1483, a juzgar por la fecha que en sus blasones labraron sobre la puerta de entrada. Allí están las armas de Castilla y de León, de Aragón y de Sicilia, la empresa "Tanto monta" y debajo de ella, en una cartela nos nombres Elisabeth Ferdinandus, no faltando la divisa del nudo gordiano, yugo y flechas.

"Las obras que en edificio se verificaron por Alonso Nieto entre 1479 y 1583 (dice Llanos y Torriglia en el Boletín de la R. A. de la H., t. CX, cuad. I), puede presumirse que la moderniarían y harían más cómodo para vivienda, puesto que precisamente por esos días convicciones de la poliorcética y gustos de la época acentuaban la transformación de las recias fortalezas medievales en poderosas, al par que vistosas residencias señoriales, de lo que ya había ejemplos en Coca y en Cuéllar."

El destino reservado al Castillo demandaba que así fuese, pues había de ser mansión de los más excelsos personajes. ¿De la reina isabel? Morada habitual desde luego que no; circunstancial, muy probablemente, y con toda certeza de su hija la princesa Dª. Juana, abonándolo así, primero, la tradición popular que ha venido llamando a una estrecha cámara, con ventana al Mediodía, exornada con góticas crucerías en su bóveda de cañón, peinador o tovcador de la Reina; y después los testimonios de la misma Dª. Isabel y de Mártir de Anglería. Éste en carta fechada en 19 de diciembre de 1503 y dirigida al obispo de Segovia, nos relata el resonante episodio siguiente:

"Las Reina Católica, hallándose en Segovia, envió a su hija Dª. Juana a Medina del Campo, lugar en que se celebraban las ferias de Castilla la Vieja, prometiéndole que después la enviaría con su marido. En el citado lugar, y estando aún la Reina en Segovia, recibió Dª. Juana cartas de su esposo Don Felipe, en las que le decía que del modo que quisiera, por mar o por tierra, fuese a reunirse con él, y que con tal objeto, había solicitado de los franceses un salvoconducto que asegurase su paso por aquel reino. Así que leyó estas cartas, Doña Juana, sin consultar con nadie, mandó a sus servidores recoger todas sus cosas, preparar los bagajes y disponerse ellos mismos para emprender el camino, y sin esperar a más salióse al punto de la cámara. Don Juan Fonseca, prelado de Burgos y ayo de Doña Juana por designación de sus padres, alarmado por tan grave suceso , no sabía que resolución tomar, puesto que, oponiéndose a los propósitos de aquélla, temía concitar contra sí el enojo de su futura reina, y consintiendo en ellos tema también incurrir en el desagrado de los padres por no haber cumplido los deberes a que estaba obligado por su oficio. Así es que lo primero que hizo fue despachar veloces mensajeros para que infomasen a la Reina de lo que ocurría, y, entre tanto, llegóse a Doña Juana y, como corresponde a un file vasallo y a quien se dirige a la que ha de ser su reina, la exhortó y rogó que no aceptase tal determinación de un modo tan súbito, dejándose llevar de los primeros movimientos; aseguró que la Reina había de venir tan pronto como conociese la noticia y que accedería a su voluntad, pues desde allí hasta aquí no hay más de dos días de camino, como sabe su Majestad (cis). Pero todo fue en vano, porque Dª. Juana, con intención de salir, se dirigió a las puertas de la fortaleza; volvió el obispo de Córdoba a rogarle que renunciase a su empeña; insistió ella en la partida, y entonces el Obispo, revistiéndose de toda su energía y protestando que habría de oponerse, aunque le amernazasen con la muerte, mandó cerrar las puertas del castillo, pues en él tenía Doña Juana su alojamiento. Ella, encendida en furor como una leona africana, pasóse aquella noche al sereno (y no sé si alguna vez más), en la explanada de la fortaleza, y allí permaneció hasta que vino la Reina, quien se puso en camino al recibir la noticia del suceso, con el fin de conocerlo con mayor certeza. Cuando llegó Prometióle a su hija que inmediatamente manbdaría aparejar las naves que habrían de conducirla, con lo cual se aplacó algún tanto, y durante varios días la Reina entretuvo con diversos pretextos que aconsejaban la demora del viaje, todos ellos fundados en el estado de las discordias de Francia".

N. El académico Sr. Llanos y Torriglia publicó en el boletín citado y por encargo de la misma Real Academia, un interesante estudio encaminado a fijar el sitio de la muerte de Dª. Isabel reuniendo copiosos datos que aclaran las circunstancias de la estancia de Dª. Juana, y de su madre en la Mota. Salvó en él la confusión padecida por Martín de Anglería en su aludida y extractada carta --en la 268 del "Opus epistolarum",-- llamando "Bufgensis antistes" al que realmente era y le llama después "Cordubensis": y copió de la "Correspondencia de Gutiérrez Gómez de Fuensalida, publicado en 1907 por el Duque de Alba, un extracto de la carta escrita por la misma Dª. isabel al embajador Fuensalida en enero de 1504, para que se la notificara a su yerno D. Felipe, y que a nuestros lectores agradará conocer para saber de los propios labios de tan egregia protagonista el dramático incidente. Escribió así:

"Y visto esto (la alocada resolución de marcharse tomada por Dª. Juana) yo embié amandar al obispo de Córdoba que estaba con ella, que sy lo quisiera poner en obra, no diese lugar a ello en ninguna manera, y de mi parte estorvase que no hiziese cosa que tan pal parecería a todo el mundo y de tanta vergüença para ella y de tanto desacatamiento para nos. Y aviéndoselo así dicho y rogado y requerydo de mi parte el dicho onbispo y Torres, y queriéndolo ella poner en obra, el dicho obispo mandó de mi parte que no le llevasen las hacaneas. Y la princesa cuando lo supo, quiso salir a pye de la fortaleza do posava y yr asy a pie y sola por las calles y por los lados hasta la posada de las hacaneas. Entonces el obispo , por estorvar que no hiciese cosa tan fuera de razón por la autoridad y estimación de su persona, a vista de los naturales y extranjeros que aquí estavan en la feria y en lugar tan público, hizo cerrar las puertas de la fortaleza, de que ella evo tanto enojo que porfiando que le abriesen la puerta, se estuvo en la barrera de la casa toda la tarde y noche y el otro día, hasta las dos otras a la umidad y sereno en descubyerto, una de las más frías noches que ha hecho este invierno, y jamás quiso volver a su aposentamiento, antes después que gelo ovieron suplicado todos los que con ella estaban, se metió en una cozina que está allí en la barrera, donde estuvo otros cuatro o cinco días, que por muchas cartas que yo escruí, ni porque yo enbiéal arçovispo de Toledo y a D. Enrrique para que trabajasen que saliese de allí y boluiese a su aposentamiento, nunca con ella se pudo acabar. Y a esta cabsa yo vine aquí con más trabajo y pryesa y hacyendo hayores jornadas de que para mi salud convenía; y aunque le enbié a dezir que no venía a posar con ella, rogándole que se volviera a su aposentamiento, ni quiso bolver ni dar lugar que me adereçasen el aposentamiento, hasta que yo vine y la mety; y entonces ella me habló tan reziamente palabras de tanto desacatamiento y tan fuera de lo que hija deve dezir a madre, que sy no viera la dispusición en que ella estava, yo no se las sufriera en ninguna manera".

Subrayamos que la Princesa "quiso ir a pie y sola por las calles y lodos hasta la posada de las hacaneas". a la espalda de la iglesia de San Miguel existió una calle llamada de la Cuadra. ¿Estaría en ella "la posada de las hacaneas" que vendría a ser algo así como la Caballeriza Real?

e) Claramente resuelta de los transcrito que Dª. Juana habitó en la Mota y es lógico admitir que en aquella su delicada situación mental, recibiera la Princesa la más solícita, continuada y amorosa asistencia de su amdre, con la magnanimidad con que sufrió las palabras "de tanto desacatamiento y tan fuera de lo que hija deve dezir a madre"; porque si su presencia fue necesaria para reducirla a entrar en el Castillo-palacio, su ausencia habría motivado idéntica escandalera. Por tanto, desde el 28 de noviembre de 1503 en que llegó de Segovia Dª. Isabel, hasta el primero de marzo de 1504 en que despidió a Dª. Juana para su viaje a Flandes, pasaría no pocas horas y quizá días al lado de ésta en la Mota, lugar, por otra parte, el más adecuado para frustrar nuevos probables intentos y para que los lamentables extravíos de la infortunada loca de amor trascendieran el mínimo posible a los naturales y extranjeros con mengua de "la autoridad y estimación de su persona", que sería probablemete la razón de prevenirle tal morada y no la seguramente más confortable y adecuada del palacio de la Plaza Mayor.

Torre del homenaje del Castillo de la Mota de Medina del Campo
Torre del homenaje del Castillo de la Mota de Medina del Campo

f) No deja de sorprender sin embargo, el que al mismo tiempo que morada regia, era la Mota prisión de Estado. En efecto, el joven duque de Calabria, hijo de D. Fadrique, rey de Nápoles, fue traído como en rehenes a este castillo el año 1502, después que el Gran Capitán se hubo apoderado de la plaza de Tarento. Y en 1504 estuvo asimismo en la Mota, en calidad de preso de Estado, El famosísimo Cerar Borgia o Borja, según que se le apellide en italiano o en español, sujeto arto menos recomendable, "traído de Italia con engaño, que no disculpan sus innumerables perfirias y maldades, y guardado de reserva con el suspicaz Fernando V para soltarlo en ocasión oportuna, no ya contra sus enemigos, sino contra el mismo Gran Capitán, de cuya lealtad recelaba. Cansado de guardar por espacio de dos años la libertad, procurósela con la fuga el audad revolvedor, en la noche del 25 de octubre de 1506, y aunque el alcaide Gabriel de Tapia llegó a tiempo de cortar la cuerda con que se descolgaba por las almenas, todabía maltrecho, pudo montar a caballo y refugiarse, con auxilio del Conde de Benavente, a las tierras del rey de Navarra, su cuñado" Quadrado, pág. 458.

Ya había sido en tiempos anteriores la Mota prisión de muy encumbrados personajes: entre otros, Dª. Blanca de Borbón, infortunada esposa del rey D. Pedro, y del arzobispo D. Pedro Tenorio, preso por orden de Enrique III el año 1392.

Continuó después siéndolo de Hernando Pizarro, hermano y colaborador del glorioso conquistador de Perú, por supuestas o reales crueldades cometidas en América, y por suponérsele complicado en la misteriora muerte de Diego de Alvarado.

En 1592 alojó también a otro preso de distinción: el conde de Aranda, complicado en el proceso de Lanuza y de Antonio Pérez, que fue tratado, por cierto, con gran consideración por parte de la Villa, porque un regidor, en el ayuntamiento del 14 de abril formuló la queja "de haberse traído, de tres meses a esta parte, mucha cantidad de leña del monte Inestosa para el conde de Aranda questá preso en la Mota". Idéntica carcelaria correspondió guardar en 1597 a D. Fadrique de Toledo, marqués de Coria, quien, al ser puesto en libertad, el 5 de noviembre, mereció que el Ayuntamiento acordase que el corregidor y dos regidores "fueran en nombre de la villa a besarle la mano y darle el parabien", dándole, algunos días después, 24 carretadas de leña para hacerle confortable el hogar, sin recelar que pudieran con tal prueba de benevolencia y generosidad, desacatar al monarca Felipe II, ni a incurrir en su desagrado, cuando honraban y ayudaban al magnate caído de su gracia.

Preso igualmente en la Mota se vio en 1619 el infortunado protegido del Duque de Lerma y favorito de Felipe III, D. Rodrigo Calderón, marqués de Sieteiglesias, cuya arrogancia en la horca se hizo proverbial.

N. El académico de la Lengua D. Narciso Alonso Cortés, en "Miscelanea Vallisoletana", cuarta serie, hizo una relación de la prisión de Pizarro en la Mota, que se prolongó por espacio de veinte años, sin que ello le abreviara la vida que excedió del siglo. No fue, pues, para él dura prisión. "Hernando Pizarro campó por sus respetos en la Mota de Medina. Tuvo mayordomos, criados, esclavos; recibió cartas del emperador Carlos V y del príncipe D. Felipe, que transcribe Caro de Torres en su "Historia de las Órdenes Militares" ; y aún mantuvo relaciones íntimas con Dª. Isabel Mercado, noble dama de Medina del Campo de las cuales nacieron varios hijos naturales. Aún más. En 1551 contrajo matrimonio con su sobrina Dª. Francisca, princesa de sangre real, puesto que era nieta del desdichado Atahualpa. Desde su prisión manejó también libremente sus cuantiosos intereses. Tal lo demuestran varios pleitos que ha encontrado en el archivo de la Chancillería".

g) Si ofrecía la Mota garantías para seguridad de los presos, también las ofreció para salvaguardar tesoros, pues, si creemos en Ossorio, pág. 247, "cuando trajeron el rescate del rey de Francia (el prisionero de Pravia) que fue un millón y doscientos mil escudos de oro de sol y la flor de lis milagrosa, no se determinaban sus contadores en cuyo poder estuviese tan gran suma para la seguridad, porque no hallaban fianza. Súpole el Emperador, y envió a llamar a sus contadores mayores, y les dijo: --No os canséis en buscar quien tenga a su cargo ese dinero; llevadlo a Medina del Campo y entregárselo a Álvaro de Lugo, que eso y mucho más se puede confiar en él; y así se puso luego por obra, y se lo entregaron, y estuvo en la fortaleza de la Mota hasta que, por libranzas, se expendió todo".

h) Este Álvaro de Lugo sería a la sazón alcaide de la fortaleza, pero no propietario, sino lugarteniente del Duque de Maqueda, aquel lo fue por merced Real desde los tiempos de los Reyes Católicos. Éstos, al serles entregada la Mota por el Duque de Alba en 1474, nombraron alcaide al comendador Gutierre de Cárdenas, persona de la más íntima confianza de la Reina, casado con Dª. Teresa Enríquez, hija del Almirante, la "Loca del Sacramento", de cuyo éxtasis y arrobamiento serían mudos testigos los muros de la recóndita capilla. A este feliz matrimonio, guardián de la Mota, fue encomendada la custodia y asistencia del tresoro más querido de los Reyes, la princesa isabel, futira reina de Portugal, cuando el conocido alboroto del Alcázar de Segovia puso en riesgo libertad y vida de la primogénita de los Monarcas.

Continuó vinculada la tenencia de la alcandía a los Duques de Maqueda, si bien éstos, en ocasiones --casi normalmente-- tuvieran en ella su lugarteniente, como consta de Juan Vaca, muerto en 1557; de su hijo Alonso Nieto Vaca y de su nieto García de Montalvo; a la muerte de éste, ocurrida el 5 de febrero de 1591. Diego del Solar Solórzano; y en 1697 el regidor de la villa D. Diego de Montalvo y Vellosillo, cuyo nombramiento fue otorgado por Dª. María de Guadalupe Leencastre y Cárdenas, duquesa de Aveiro y de Maqueda.

N. En el auto consistorial del 20 de octubre de 1648 se registra el siguiente título de alcalde de la Mota: "Don Phelipe... Por cuanto Dª. Isabel por carta y provisión de cinco de febrero del año mil y quinientos, hizo merced a D. Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León, su contador mayor de Castilla de la que la tenencia mayor de la Mota que tenía de por vida con ciento ochenta y tres mil maravedises la hubiere después, don Diego de Cárdenas, adelantado mayor de Granada, su hijo, y después del, don Bernardino, hijo del dicho adelantado si fuera vivo, y si no don Gutierre, hijo también del adelantado, con tanto que después de la vida de todos quedase vaca... para hacer merced della a quien fuese voluntad... y después del fallecimiento de los dichos contador y adelantado, tubo la tenencia don Bernardino, que fue duque de Maqueda, y por su fallecimiento, el rey don Phelipe segundo mi abuelo, por provisión de diez de julio de mil quinientos sesenta, hizo merced de la tenencia el duque don Bernardino, su nieto, y por vacación suya, el Rey y padre, por provisión de quince de octubre de mil seiscientos tres, hizo merced al duque don Jorge de Cárdenas..., y porque ahora he sido informado que por su fallecimiento está baca..., en atención a los servicios que vos don Jaime de Cárdenas, duque de Maqueda, mayordomode la serenísima reina... he tenido por bien de haceros merced de la dicha tenencia..."

i) En su peculiar condición de fortaleza estuvo naturalmente más o menos pertrechado de las armas propias de los distintos tiempos. De ciento en ciento veinte piezas de artillería vio en la Mota Felipe el Hermoso cuando la visitó en marzo de 1502; quien, por cierto, deseoso de conocer la población y particularmente su movimiento mercantil por propia información, anduvo disfrazado por toda ella.

Sabido es que la resolución de tomar a viva fuerza la artillería custodiada en la Mota, y de grado denegada, fue la causa ocasional de la venida de Fonseca a Medina y motivó de la desastrosa lucha que terminó con el incendio de la villa (64).

Posteriormente no presentó ya servicio alguno especificamente bélico, quedando reducido al de prisión que henos refereido. En 1601, con motivo de la estancia en la villa de los tribunales de la Chancillería y de la Inquisición, se pensó en convertirla en cárcel, tratándose del caso en el ayuntamiento del 23 de junio. El proyecto no maduró porque aquellos tribunales no arraigaron entre nosotros.

"Sirvió de archivo general de los documentos pertenecientes al patrimonio y corona real, ,mandados reunir en sus salas por D. Juan II y Enrique IV, a los que se aportaron otros por cédulas de 16 de febrero de 1485, y que Carlos V. por la suya de 17 de igual mes de 1543, mandó comisionados para examinarlos e inventariarlos, ya hecho, fueron trasladados a la fortaleza de Simancas, según en aquella cédula se disponía, como refiere Huidobro en su Disertación sobre archivos".

N. Esto último asevera Antero Moyano en su "Guía del viajero en Medina del Campo". Lo primero lo dice Llanos y Torriglia en el citado boletín, tomándolo del "Voyage de Philippe le Beau d´Espagne en 1501", escrito por Antonio de Lalaing, señor de Montigny.

j) No le queda a la Mota otro servicio importante que prestar y le tocaba solamente desmoronarse al paso de su vetustez y, más que nunca, de la incurría de los hombres, poco interesados en conservar reliquias, aunque siendo de tanta y tanta trascendental significación como la Mota. Ya en 1592 advertía el alcaide Diego de Solar de Solórgano que necesitaba importantes reparaciones para que pudiera albergar con garantía de seguridad al preso que mandaban de Aragón (D. Luis Jiménez de Urrea, conde de Aranda)

Hemos visto que en 1754 informaba nuestro Ayuntamiento que el Castillo "estaba sin uso y parte derrotado y caído": ello sería, sin embargo, por la acción exclusiva del tiempo y de los elementos, pues alcaide que impidiera otras devastaciones le hubo hasta más tarde , toda vez que el 9 de febrero de 1782 registraban los escribanos del Ayuntamiento, en la sesión del día el título de alcaide concedido por el Rey al Duque de Sesa y de Maqueda, en sucesión del anterior, difunto, y podría, naturalmente, aquí su lugarteniente. El abandono y devastación debió de coincidir o seguir inmediatamente ala invasión francesa, que hemos conocido: "refugio de ladrones, lar y campamento de gitanos errantes, abrigo de pordioseros, teatro y campo de giras pantagruélicas", expresión de D. Víctor Balaguer; sin que le valiera, en definitiva, gran cosa la tutela ejercida hasta muy avanzado el siglo XIX por D. Ramón del Canpo Berceruelo, hijo de este pueblo, quien "denominándose alcaide del Castillo, a sostenido sus derechos contra el espíritu demoledor que nos domina", según testimonio de los Rodríguez Castro, pág. 471. Por los mismos testigos sabemos que las murallas fueron mina socorrida "para aprovechar materiales en obras que datan del año 1843 hasta hoy (1880) en que continúa la extracción de sus restos, como aplicación a empedrados, pantanos y carreteras".

N. Es conocido el estado de la Mota en las postrimerías del siglo XVI por la relación que hizo el aludido alcaide. Diego del Solar, en carta al secretario de cámara del Rey, que obra en el Archivo de Simancas, "Diversos de Castilla", y que el Sr. Llanos y Torriglia puso como apéndice en su referido estudio. Dijo así:

"Dos e escrito a v.m. en respuesta de la que me enbió con la cédula de su Majestad para que se diese aposento a cierto preso en las quales dezía el mal rrepaso de la fortaleza, y como es casa tan antigua cada día ay más mal, y ansí doy cuenta a v.m. que sea mirado con mucho cuidado puertas y rrejas, y de alla que si no son las principales de la frotaleza, las demás es necesario ponerlas, y los marcos de las rrejas están podridos de manera que con facilidad se podrían arrancar, dejando aparte que tejados y aposentos se llueve como si no hunbiera tejas, y este día se ha undido con las demasiadas haguas un pedazo de corredor por donde iba a la capilla a oir misa, lo cual no se podrá hazer si no se remedia, que no es de poca importancia para el preso y para los demás que obieremos de estar en su garda, y no es menos la falta que digo del rrepaso de la fortaleza y puente levadizo, que no la hay para guarda del preso, que aunque en azer esto soy el que pierde de recibir onrra y podría ser intrerés, estimo en más el salir bien con ella y sustentarla como lo an hecho mis pasados, y no por falta de rreposo menoscabarla que quantos intereses ay en el mundo y aun que la vida, que sin onrra no la e menester... Suplico a v.m. me la haga de dar quenta desto a su Majestad para que o mande amparar al preso o se ponga en otra parte donde pueda estar mejor, porque aquí no será posible, y soy informado que el alcayde que murió ará un año presto enbió información de la falta del reparo y se cometió al corregidor desta villa y él la izo también y enbió a consejo como para ella costara lo que yo digo. Al duque de Maqueda, a cuyo cargo está la principal tenencia desta fortaleza, escribo también dándole cuenta de lo propio... De la Mota de Medina del Campo y enero de 1592 años".

No sería gran cosa la reparación que se hiciera. Lo cierto es que el preso, no obstante el interés con que la villa le envió buenas carretadas de leña para hacerle confortable la estancia, pasó mal el invierno, y cuando fue trasladado al castillo de Coca para que no coincidiera aquí con la visita que nos hizo Felipe II el 18 de junio del mismo año, falleció a los pocos días.

k) Complemento de esta reseña histórica de la Mota, sea esta descripción de su estructura, tomada del Sr. Balaguer en "Historias y leyendas, Medina la del Campo": " Sobre su planta cuadrada, que se hunde muchos metros en ancho foso, se eleva un fortísimo muro de gran altura (en escarpa), cerrado en sus ángulos por redondos cubos o torreones, y teniendo repartidos por el parapeto otros cubos más pequeños, almenados, con esas elegantes saeteras que ofrecen la forma de un globo, es decir, de un modo coronado por una cruz, que tan frecuentes son y características en las fortalezas de Castilla. Emplazado en el adorve de este cuerpo y separado por ancha calle, se levanta otro formidable muro, guarnecido de grandes torres cuadradas, defendidas con aspilleras en forma de cruz, arrancándose otras nuevas torrencillas a considerable altura. Sobre todo este grupo de construcciones, se levanta lanzándose al espacio con desenfado, y encubriéndose altenera, como en demanda del cielo, la torre del homemaje, que es una torre albarrana, orlada toda ella de modillones, franqueada por otras torrecillas que fueron garitas, dos en cada una de sus cuatro esquinas, las cuales la dan monumental aspecto y gran entonación artística. Existía otro tercer cuerpo, cuyos restos se mantienen en pie por milagro de equilirio".

Debemos añadir, por lo que respecta al recinto exterior, que restá perforado longitudinalmente por dos órdenes de galerías superpuestas; y por lo referente al interior que el patio de la Plaza de Armas, según lo vió Ossorio, estaba rodeado de pilares y soportales como de un gran palacio, con aposentos que se comunicaban entre sí, "muy espaciosos y anchos, y en el cuarto hacia el Mediodía, destña repartida la capilla para decir Misa, todo su trecho dorado, que cierta dama gustó de verla antes que se maltratase con el temporal".

l) Fuera por las vehementes lamentaciones formuladas por el Sr. Balaguer, por otras consideraciones muy al alcance de un elemental discernimiento, comenzado el siglo presente suscitóse el problema de la restauración de la Mota. D. Adolfo Fernández Casanova, competente arquitecto, pronunció una notable conferencia en el Centro del Ejército y de la Armada, de Madrid el 4 de marzo de 1903, y en ella planteó acertadamente, ante auditorio tan autorizado, la trascendental cuestión. No faltaron en nuestro Ayuntamiento voces estimuladoras del noble propósito: algunas, por cierto, desafinadas. El 3 de enero de 1910 un sesudo concejal propuso que se habilitara en la Mota una escuela práctica de Agricultura, e ilustró su propósito aireando un tópico de la leyenda negra. Aseguró con gran desenfado, sin que nadie le fuera a la mano, que nuestro Castillo era en Alemania simbólico, porque "cuando los Reyes Católicos, los enviados apostólicos que iniciaron la Reforma Protestante, fueron traídos y encerrados en sus lóbregos pozos", ignorando que los aludidos monarcas, de gloriosa memoria, no ejercieron autoridad en Alemania, y que en sus días el mismísimo Lutero no pasaba de ser fervoroso novicio de un convento agustiniano.

En el año 1913, gracias al apoyo del Sr. Conde de Gamazo, diputado a Cortes del distrito, que consagró a la Mota una interesante monografía en su lujosa obra "Castillos en Castilla", se alcanzó del Estado la primera subvención al arquitecto Sr. Agapito y Revilla. En años sucesivos se otorgaron nuevas subvenciones, pero con harta cicatería y con lamentables soluciones de continuidad, que en los últimos años fueron más bien abandonando.

Felizmente, al terminar nuestra última guerra civil, le llegó la hora de su renovación. El mismo año de 1939 comenzaron las obras que se llevaron con sorprendente celeridad, y continuaron hasta dar por terminada la reconstrucción del palacio en mayo de 1942, siendo una lástima que no hayamos visto rematada la gran torre del homenaje.

La reconstrucción, ha sido hecha respetando escrupulosamente el estilo y el carácter del Castillo y su obra de fábrica. Merecen destacarse: la portada, fiel imitación de la del Hospital de la Latina de Madrid, de la época de los Reyes Católicos; la escalera de honor en su bóveda, reproducción de la existente en la torre delhomenaje; la capilla de tres naves y ábside poligonal; el vestíbulo con bóveda gótica y la Sala de Honor conel artesanado mudéjar, copia de uno de los techos de la Ajafería de Zaragoza. Para evitar contrastes anacrónicos, el depósito del agua ha sido embutido en uno de los torreones, y se ha hecho subterránea la conducción del flujo eléctrico. El director facultativo de las obras ha sido el arquitecto madrileño Sr. Iñíguez.

Medina se felicita con efusión de ver así restaurado su principal monumento nacional, consolándose un tanto de haber perdido o malbaratado otros, ungidos igualmente por el recuerdo de efemérides evocadoras de la grandeza de la Patria. Si Medina de la Arabia, por ser donde murió Mahoma, es centro de peregrinación de fieles mahometanos, es lógica y tonificante la ilusión que nos embarga de ver algún día en Medina del Campo muchedumbres enardecidas que, procedentes de todo el mundo Hispánico, vengan a rendir el obligado homenaje a la Reina incomparable, artífice de la unidad de la Patria, impulsora del descubrimiento de América y forjadora de la Hispanidad. Así sea.

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30 - ERMITA DE SAN ROQUE. En la imposta que rodea el interior de esta ermita leemos esta inscripción: A GLORIA DE DIOS NUESTRO SEÑOR Y HONRA DEL GLORIOSO SAN BOSQUE SE HIZO ESTA ERMITA A SOLICITUD DE LOS SEÑORES DE JUSTICIA Y REGIMIENTO DE ESTA VILLA Y A EXPENSAS DE SUS PROPIOS: SIENDO CORREGIDOR EL SR. D. JOSÉ DE GALIANO HERNÁNDEZ DE NAVARRA Y COMISARIOS LOS SEÑORES D. ANTONIO HERNÁNDEZ BELTRÁN LUZVÑL Y D. PEDRO AYALA ZABALLOS. AÑO 1766.

Esta es efectivamente la fechade la erección de la actual ermita, pero anteriormente hubo otra, creo que en el mismo sitio, tan antigua como la supuesta predicación de San Vicente Ferrer en la villa. Como la imagen de Nuestra Señora de las Salinas era puesta en novena y sacada en rogativas cada y cuando la secura ponía mustios los sembrados, así acometía con San Roque cuando las calenturas languidecían y amortiguaban la lozanía de los medinenses.

N. De la estancia y predicación del apóstol Valenciano a Medina hemos hallado el siguiente vestigio. Los procuradores generales presentaron en el Ayuntamiento del 7 de enero de 1764 la siguiente moción: "...dijeron que en atención al general clamor de todo el pueblo sobre no tomarse providencia para la reedificación de la hermita de San Roque, cuya fábrica fue, según antigua tradición a persuasión de San Vicente Ferrer, quien con la predicción de que no se experimentaría ramo de peste ni epidemia de enfermedades mientras subsistiese el santo en su hermita, cuya esperanza lo tiene acreditado hasta oy, que con motivo de su ruina y caval continuación de enfermedades y muchas muertes, se aviban en el pueblo sus clamores a fin de que en cumplimiento de su obligación, lo hagan presente a este Ayuntamiento como lo ejecutan para que... logre el pueblo este consuelo...".

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31 - LAS SALINAS. Al escribano Ossorio, pág. 83, dela ermita de Nuestra Señora de las Salinas, dice que esta imágen es muy antigua y de gran devoción, a cuya intercesión s encomendaban los medinenses en las sequías y otras necesidades, siendo muy frecuentadas por las gentes de la Tierra, que acudían en romería, y para cuyo albergue existían adecuados aposentos. Tal ermita que poseía importantes propiedades --en 1770 era duela de 92 obradas de tierra administradas por el abad-- fue cerrada al culto por amenazar ruina en 1801, y su imagen tríada la Colegiata.

N. Por el acuerdo del Cabildo Colegial de 11 de junio de 1779 consta que, hallándose la imagen de Nuestra Señora de las Salinas en esta iglesia con motivo de estar en reparación la ermita, se tomaron providencias para aminorar "el ruido y el bullicio que hace la mucha multitud de gente, tanto desta villa como del territorio, y acuden el día de San Juan a pasar los niños por ante la venerable virgen", y se comisionó a tres sacerdotes para que ejercieran tal ministerio. Semejante rito, de muy rancio abolengo, , se ha olvidado taltamente. Sin embargo, el que esto escribe le ejerció alguna vez en los primeros años de su ministerio en ésta a requerimiento de madres piadosas. Posteriormente, hasta la imagen ha sido retirada de su lugar que fue la capilla llamada de Quiñones.

También dice Ossorio que el título de la ermita obedecía a que "hay pozos de agua salobre, y por mandato del rey Felipe II se intentó beneficiar, y yo y muchos que hoy viven (1614) vimos hacer montones de sal que salió del agua de los pozos, y porque se vio aumentar poco o por otras razones, vino la orden para que cesara el beneficio...". Se reanudó años más adelante la extamiento "que los pueblos acudan a las Salinas por la sal que cada uno necesite para el año, dejando a su beneficio los trece maravedises por fanega, en atención a que es impracticable el repuesto en alfolíes". Y en 1768 el administrador del Real Alfolí de la sal en esta villa adquirió para la Real Hacienda, del Abad, en 450 reales vellón, una tierra de dos obradas y cuarta perteneciente a la ermita, abriéndose diferentes pozos de abundante mineral salitroso.

En la primacera de 1812, ocupada la villa por las tropas francesas, el intendente estimula al Ayuntamiento a que cobre las rentas sernas conel fin de aplicarlas al incremento de la producción de la sal; acaso también para la fabricación de pólvora, pues la antigua ermita estuvo convertida en almacén de este explosivo. Interrumpida nuevamente la expotación, se reanudó en 1870, y aunque en 1876 la producción de sal llegó a 620 quintales métricos, se volvió a abandonar por no corresponder a las esperanzas concebidas.

D. Manuel Ortiz de Pinedo, senados por la Universidad de La Habana, adquirió estos manantiales, y en 1891 inauguró el Balneario, solicitando del Gobierno la declaración de utilidad pública a favor del mismo, lo que consiguió por R. O. de 3 de marzo de 1893, previo dictamen favorable del Real Consejo de Sanidad, en que se reconoció que las aguas en cuestión corresponden a las clorurado-sódicas, sulfurosas, bromoyoduradas. Su caudal es muy abundante y en España solo tienen alguna semejanza las de Arnedillo, y en Francia las Salies de Bearne, siendo el único establecimiento español que elabora aguas madres y sales medicinales, de virtud curativa tan excelente que es considerado como verdadero sanatorio para la escrófula y el raquitismo infantil, además de otras aplicaciones. Comprobada su eficacia se constituyó para su explotación nueva Sociedad, cuyo presidente fue el caballero medinense D. Francisco Belloso, que dio gran incremento al Balneario con la construcción del Gran Hotel, inaugurado el año 1912.

En los años que siguieron, el curso de bañistas se aproximó a tres mil, y como la mayoría de éstos eran niños que venían con el natural acompañamiento, la colonia veraniega llegó a ser considerable, por lo que, además de construirse nueva capilla, garaje, etc., se levantaron otros hoteles y pabellones particulares, sin contar con los de la Diputación y Ayuntamiento de Valladolid, han erigido para alojamiento de colonias escolares.

Si resulta el Balneario altamente beneficioso para la humanidad doliente, no cabe duda que a Medina le daba prez y provecho, y al ser testigos del colapso sobrevenido como consecuencia de la guerra civil, no podemos menos de consignar platónicamente nuestra lamentación.

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32 - ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA HORCILLA. La ermita que existió al pago de este nombre, era administrada y servida por una cofradía constituida preferentemente por ganaderos, que poseían un rebaño de 300 cabezas de ganado ovejuno, y para excusar gastos de pastores y guardería, solían repartirlas entre los mismos ganaderos. En 1771 re abandonó por ruinosa la ermita y la cofradía desapareció.

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33 - UN RECORRIDO DEL TÉRMINO

Camino de Valladolid (por Rodilana), prolongación de la calle del mismo nombre, A mano izquierda derivan dos senderos: uno el del Carrascal, al cuarto de legua, y otro al antiguo camino de Serrada. En el confín con el término de Rodilana existió un pilar de ladrillo marcando la divisoria de jurisdicción.

Camino de la Seca, que partía como el anterior, de la Puerta de Valladolid. cinco senderos arrancan a su izquierda: junto a la ermita de la Soledad (desaparecida) el de San Sebastián que va a unirse con el camino de San Cristóbal; el de Lobón que también llega a San Cristóbal; el de Matarrocines, a la media legua; más adelante el de Cascapiedras, y por último, el del Monte que va al pago de Valvevacas, con una senda llamada de las Rayas que comunica con el camino de Rodilana a Rueda.

Camino de Rueda, que salía de la calle de las Cañas, y de él partían cuatro senderos a la derecha y tres a la izquierda. Los de la derecha son: el de San Cristóbal, del que se deriva a la media legua el del Cambrón; el de la Caminera que va al pago de Valdomingo Sancho; el del Guindo que conduce a la Capitana y la Oliva; el de las Carretas que nos lleva a Cuesta Cavada y a Rueda, partiendo a su derecha el del Pino, a cuyo fin tres cotos marcan los límites de Rueda, La Seca y Medina, a legua y media de ésta. Los de la izquierda son: el de la Paloma que va a unirse al camino de Carretegera, y a su vera estuvieron las Tenerías y los Molinos de Viento, izquierda y derecha respectivamente; el de Peñatejada que conducía a la bodega del Portero; el de Zofraga con bifurcación para Foncastín, atravesados ambos por el de Constanzana o de los Caleros.

Camino de carretigera. Nace el el puente del Obispo y parten a su derecha cinco sendas y dos a la izquierda. Las primeras son: la del Puenteladrillo, que enlaza con el camino de Rueda; la de los Tesorosque va a las Cuevas; la ya llamada de Constanzana; la del Almendro que nos lleva a Buena Vista, y la de las Ánimas, a cuyo lado hay dos cotos, a legua y media, llamados Tardecena y Buenavista, indicadores de los términos de Torrecilla y Rueda. En sus proximidades estuvieron los despoblados de Santa Eufemia y Santa Lucía, que serían más bien alquerías o casas de campo. El primer sendero de la izquierda es el de los Descalzos, así llamado por pasearle estos frailes cuando tuvieron su convento en las Fuentecillas; el segundo es el de los Pescadores que salía del Olmo de Carretegera, servía a Casablanca, pasaba por Torrubio Alto y llegaba a la alameda de Carrión. El Torrubio del Aire es el punto culminante de nuestro sistema ortográfico, y desde él, en días claros, se divisa de un lado Valladolid, y de otro, Toro. En las laderas de estas eminencias y a impulsos de la Sociedad Económica de Amigos del País, se plantaron numerosos olivares, en el último cuarto del siglo XVIII, que por incosciencia o por inadaptación desaparecieron.

Del caño de la Ictericia arrancaba el ya conocido de Constanza para Rueda y a su izquierda los de Ortegón, Valdeportugués y Regalado.

Camino de Dueñas, continuación de San Lázaro, y a su izquierda se desprende el sendero del real o de las Casillas que va al camino de La Nava.

Camino de La Nava (por Villaverde), prolongación de Las Reales, que dejaba a su izquierda el humilladero conocido por Cruz de la Nava. De él parten dos senderos a la derecha: el Alto que va a la Dehesa, y muy adelante el de San Pedro, que llega a Dueñas, atravesado por el de Quebrantabarriles, que iba de Dueñas a El Campillo. A la izquierda arranca el de Morrondón y las Veleñas, que iba a La Golosa, y pasado el charco de la Horcilla el de Domapotros, del que, a su vez, arranca el Carrecampillo, que va al paso del Candelero en la Golosa.

Camino viejo de Villa Nueva, Continuación de Barrionuevo, deja a su derecha el lavajo de las Palomas, y a la media legua sale a su izquierda el sendero de Martinache que llegaba hasta las huertas de La Golosa.

Desde el hospital sale el camino nuevo de Villa Nueva, o del Herido, que se une con el viejo en las proximidades de la Casería que atravesaba para unirse con el camino de La Nava. A dos tiros de bala del Hospital salía el sendero de Valdelahorca.

Camino de Salamanca (por Campillo), del que deriva, a su izquierda, frente al arroyo de la Golosa, el sendero de las Pellejeras hasta la Cañada.

Camino de Peñaranda (por Bobadilla), prolongación del barrio de Salamanca, que deja a su derecha otro de los humilladeros fundado por Barrientos. Al cuarto de legua parte, a su derecha, el camino de Tardehombre, quedando entre ambos el charco de Lavaculos. A menor distancia y a la izquierda parte el camino de Las Salinas.

Camino de Madrigal, continuación de la calle de Carreras, A los cien pasos sale a su derecha el sendero del Pino que enlaza con el camino de Peñaranda, y quinientos pasos adelante el de la Torre de Gragüel (¿sería este el catalán que hiciera al lado de la senda su casa de campo o torre?), que va al camino de Las Salinas. A la izquierda se deriva el del Mimbral que va al Pinar de Eguiluz, y más adelante el del Carrizal.

Camino de Ravé, prolongación, hoy interrumpida, de la misma calle. Antes del Cuartel parte el sendero de los Muertos que llega al camino de Madrigal.

Calzada de Madrid. Arranca del arrabal de Ávila, dejando el humilladero Cristo de la Piedra a la derecha (actual campo de deportes), y el Chopal (infortunadamente deschopado) a la izquierda. A los 300 pasos se deriva el sendero de Valdevaino, que conduce al Pinarillo. Para el paso del Simplón y del cauce que alimentaba a las Lagunas Reales existieron sendas alcantarillas de piedra, entre las cuales cruzaba la cañada de Carretas que, en parte de su trayecto, constituia la divisoria de términos del antiguo despoblado de Villafuertes, incorporado a Gomeznarro y Medina.

Camino de Gomeznarro. Salía de la Puerta del Sol (Simbombilla), frente a San Llorente, dejando a su derecha el Zapardiel, primero,y después la Agudilla y Vega de los Puertos. A su izquierda parte, a los 200 pasos, el camino nuevo de Moraleja y más adelante el sendero de los Mártires que pasaba por ante la ermita de San Cosme y San Damián. Entre esta ermita y San Llorente existieron las cruces del antiguo Calvario que tantas veces recorrieron, devotos, los medinenses, y que frecuentaban en sus paseos los eclesiásticos para abrigarse del cierzo y tomar el solillo en los atardeceres invernales, por lo que era llamado de los Canónigos.

Camino de Moraleja. Se iniciaba también en la Puerta del Sol, pero al construirse la vía férrea de Segovia fue desplazado adelante. A su derechas se origina, a la media legua, el camino de Baldís, y a menor distancia, a la otra mano, el del Pinar Alto, y otro más lejano, llamado de la Guardada, que llegaba a Gallinas.

Camino de Olmedo. Parte de la ronda de la Mota y antes del cuarto de legua se bifurca el de San Andrés a la derecha.

Camino de Segovia. Salía de la puerta del Arcillo e iba a Pero Miguel. A los cien pasos partía a su derecha, el sendero de los Clérigos, que, atravesando el camino de Olmedo, se unía con el de Moraleja, por donde ha sido trazada la carretera. Al cuarto de legua se unía con el de Olmedo.

Camino de Gallinas. Comenzaba en Santa Clara y seguía la misma trayectoria que la carretera, dejando a su derecha la Dehesa de Arriba. Cien pasos a su izquierda se origina el sendero de la Moza y el Mudo que llega al prado Negrillo.

Camino de la Carrancha. Tiene su origen en la cerca de Santa Clara y parte a su derecha un sendero, el de Zambranos, que va al prado de la Cigüeña; y tres a su izquierda: el Alto o de la Charca que se une al camino de Pozaldez; el de la Lastro con igual paradero y el de los Saucos o Raposeras que iba al lugar de Huarte.

Camino de Pozaldez. Se inicia en la fuente del Chorrito o de San Nicolás y continuaba con sus cañerías. Deriva a la derecha el sendero de la Mota, y de éste al camino de Villalba. A la izquierda parte el de la Culebra con derivación a los Barreros; más adelante el de Rodilana y, por último el de las Monjas.

El emplazamiento de la antigua Estación en los solares de la puerta y parroquia de San Pedro, y consiguiente trazado del ferrocarril, desarticuló un antiguo camino de Pozaldez que enlazaba con el anterior y que partía de la misma puerta, con senderos de San Pedro y de los Barreros y el Tarde me acordé que le cruzaba y llegaba desde el prado del Arenal hasta el camino de Valladolid.

Hace mención al referido manuscrito de numerosas fuentes, de las que mencionaremos: la de la Agudilla o de San Cosme; la del Gacho, de manantial seguro, con vertiente al arroyo de la Golosa, frente a la Horcilla; de la Golosa, muy abundante; de la Capitana, de las mejores; de la Galiana, con agua exquisita; de los Teatinos de Papahuebras, del canónigo Nevado de la Carrancha, de Valdelahiguera, de Malpica, de Peralta en el prado Manjarrés, de Valparaiso, de Cantaravacía, de las Carabellas, de la Molletera, de la Bizcochera, de la Morisca, de la Cuartona...; casi todas agotadas.

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